Acto 2

29 4 1
                                    

Atrincherado.

Unas cinco personas ocultas en las escaleras, armadas con cuchillos, bates y otras armas blancas nos veían fijamente a Santí y a mi esperando cualquier signo de distracción solo para venir a atacarnos. Supe de inmediato que sabían lo que pasaba en las calles en este momento.

¡¡Bang!! ¡¡Bang!! ¡¡Ahhh!! Sonaron unos siete disparos acompañados de gritos, se trataba de un teléfono celular en el cual se podía observar un vídeo en redes sociales.

—Todos tranquilos soy Armando me recuerdan, 2° piso, apartamento 15.

—¿Nicky?¿Estás bien?

El que respondió era Carlos con una atmósfera llena de duda al ver si se trataba de mí y claro que también yo lo dudaría al ver a alguien lleno de sangre por todos lados.

—Oye eres un cabrón suertudo, hasta llegué a pensar en encontrarte comiéndote a alguna mujer hermosa (7u7) jajajaja...

—Pues tú comida casi me cuesta la vida desgraciado.

Si definitivamente era Carlos.

—Y ese que viene contigo ¿Es tu novio?

—Si serás hijo de...

Antes de acabar nuestra discusión pudimos escuchar helicópteros volando por encima de nosotros.

—Por cierto recuerdas a Roberto, Misael, Paola y a mi novia Adriana, todos vinieron a ver cómo estabas.

—¿Vinieron a ver cómo estaba?¿Yo o mi cable?

—Jaja claro que te vinimos a verte a ti Armando.

Dijo Roberto con un tono burlón.

—Pues yo opino otra cosa.

Contesto Misael.

—Hola a todos yo soy Santiago.

Santí se presentó pero no le hicieron caso.

—Bueno pues son hombres ¿No?, Ayuden a Nicky con la puerta.

La que dijo eso fue Paola la novia de Roberto, una mujer de facciones delgadas pero atractivas, con una cintura hermosa y unos muslos divinos, sin mencionar sus hermosos ojos color café y un tono de pelo castaño al borde de ser rubio.

—¿Estas bien Nicko?

El que dijo eso fue Santi que al notar mi mirada perdida por esa mujer me tomo del hombro, a lo cual conteste:

—Ah, si claro solo pensaba en que es lo que pasa.

En estos momentos ya son las 2:00 a.m. después de cubrir la única entrada de el frente del edificio, nos dirigimos a buscar a más personas, pero no encontramos a nadie lo cual era muy extraño ya que en este edificio vivimos 35 personas en total.

—Oye Carlos.

—¿Que pasa?

—Antes de que saliera del edificio, no me encontré a nadie en los pasillos ni por el lobby, ¿No es raro?

S.A.S. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora