No la encontraba. Nada más aparecer los primeros rayos en el cielo, la niña, tras ponerse pálida corrió en dirección a su casa, dejando a su amigo sólo en el jardín con la pelota en las manos.
Cuando miró al cielo comprendió lo que pasaba, suspirando y temiendo que a su amiga no le hubiera dado un ataque de ansiedad, entró corriendo también al interior de la cabaña.
-¿Dónde estás? - quiso saber el muchacho.
No hubo respuesta alguna. Continuó revisando las zonas de la casa, que era en verdad algo pequeña, para encontrarla y poder hacerla compañía, que supiera que él iba a estar con ella. Su oído se agudizó más pues empezó a escuchar sollozos, venían de la cocina.
Cuando entró se dio cuenta de que debajo de la mesa asomaban unas zapatillas pequeñas de tela, de color rojo y con algún que otro agujero, no como las suyas, de buena piel y con adornos de piedras preciosas, impecables. Cerró los ojos y sonrió.
-Uy, creo que mi amiguita ha desaparecido. No la encuentro por ninguna parte.
Los sollozos cesaron. Sonriendo aún más se acercó un poco a la mesa. Vio cómo esos pies se juntaban aún más, intentando esconderse.
-Creo que tendré que irme... - en ese instante quitó el mantel y asustó a la niña, quien después comenzó a reír junto a su amigo-. Te encontré.
-Lo siento, es que...
-Lo sé, la tormenta.
***
La niña se quedó dormida en los brazos de su amigo quien permanecía despierto hasta que el suceso natural acabara. No se aburría, es más, estaba cómodo. Lo único que le importaba era estar al lado de ella, intentando calmarla. Se lo debía.
La puerta se dejó escuchar a lo lejos dejando paso al canto de una mujer. La madre de su mejor amiga. A pesar de ello, no salió del escondite aunque estaba seguro de que aquella mujer no tardaría en encontrarlos.
-Vaya, hola chicos. Si estáis jugando al escondite éste no es el mejor lugar-comentó, se agachó y vio la escena-, oh, comprendo, se me había pasado, hay tormenta, vamos a llevarla a la cama-. Susurró.
Una vez que depositaron a la chica en el lecho ambos se dirigieron a la cocina, la mujer, aún empapada por la lluvia, le ofreció algo de comer.
-Ten, te sentará bien. Mientras me voy a cambiar puedes ir tomando alguna galleta, sé que te encantan.
-Sí-se ruborizó un tanto, le encantaba esa mujer pues a pesar de que era la madre de su amiga, ella lo trataba como a un hijo más.
La mujer entró a su habitación, notó que el niño estaba sin hablar durante el rato que ella estaba ausente, lo que le daba la señal de que estaba nervioso y algo ocultaba, pues lo habitual era escuchar su voz constantemente. Cuando salió lo miró con picardia.
-Quieres contarme algo, ¿no es así?
-¿Podemos su hija y yo ir luego a mi casa a jugar?-comentó con timidez-. Es que...mi papá dice que la quiere ver, hace mucho que no va y me gustaría también enseñarle unos juguetes nuevos que un compré a un mercader ayer.
El muchacho se quitó un mechón blanco de la cara, sus mejillas cada vez estaban más rojas. La mujer no pudo evitar sonreír ante ese gesto. Kaji era un niño también muy vergonzoso.
-Pero ya es tarde y el castillo está a un buen rato caminando. Estaríais muy poco tiempo allí, y mañana madrugo.
-Oh...es que...había pensado que se quedara a dormir... ¡la vamos a cuidar muy bien!-sonrió -. Lo prometo. Yo...yo...¡si quiere puede venir usted también!

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CRÓNICAS DE LA TORRE VI: SIN PODERES (EN PROCESO)
FanfictionEste es un fanfic de los libros de Crónicas de la Torre; de la escritora Laura Gallego. *** A pesar de que haya una mejor aceptación de los magos en el mundo, humano mayoritariamente, no es de extrañar que aún algunas personas sigan temiendo y odia...