CAPÍTULO 1

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"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar la hora, el lugar o la circunstancia. El hilo se puede torcer, estirar o enredar pero nunca se romperá". ~~ Fragmento del cuento chino El hijo rojo del destino ~~

2016

En un piso situado en un barrio de Madrid, un hombre asiático se preparaba para entregar su alma al Di yu (地獄)* .

Xiao Jie, nombre del anciano, terminaba de introducir un manuscrito delicadamente en un sobre amarillento. Mientras realizaba esto, sus pensamientos se dirigían hacia una simpática bibliotecaria, su gran amiga Paula. De repente, Xiao Jie comenzó a toser desenfrenadamente. Cada minuto que pasaba su enfermedad incurable le quitaba una parte de su vida y sabía que su hora estaba cerca.

Pasados unos minutos, regresó al sobre amarillento, lo selló y escribió la dirección del destinatario: ...Biblioteca Camilo José Cela, Madrid.

- Mi misión está cumplida, Dìguó de ēndiǎn (帝国的恩典: su Gracia Imperial) -murmuró Xiao Jie.

Se sentó en su butaca preferida, y cerró los ojos. Con un último suspiro, dejó que su alma ascendiera a los cielos.

Tres años después (actualidad)

Los pétalos rosas caían desde las ramas de los cerezos en flor formando una alfombra rosada. Era el mismo paisaje que veía Paula desde su sitio. La escena la tenía grabada en su memoria.

Se encontraba sentada en la hierba, en medio de un jardín lleno de cerezos en flor. Parecía que estaba dentro de un cuadro de estilo paisajista. 

Observaba, absorta, el espectáculo que la rodeaba hasta que una música que no cuadraba con la escena rompió el sueño y la despertó.

Paula levantó su cabeza de la almohada y miró la hora de su despertador con el sonido de la emisora de radio que salía del aparato. Eran las 8 de la mañana. Alargó una mano, intentando apagar el despertador pero se le cayó de la mesita de noche. 

- Mierda, que torpe soy. Empezamos bien el día, ¿eh, Paula? -dijo soñolienta.

Se sentó perezosamente y se agachó para recoger su despertador y apagarlo. Era jueves por la mañana. Como cada mañana Paula se puso de pie y, antes de ir al baño, se volvió a su cama para mirar a su gata.

- Venga, arriba dormilona, te tengo que dar la comida antes de irme al trabajo -diciendo eso se fue al baño. Nikita se estiró perezosamente, saltó de la cama y siguió a su dueña.

En el baño, lo primero que hizo Paula fue mirarse al espejo.

- ¡Vaya careto que tengo!, ¿has visto estas bolsas en los ojos? ¡Qué horror! -exclamó dirigiéndose a su gata de raza ragdoll.

- ¡Vaya careto que tengo!, ¿has visto estas bolsas en los ojos? ¡Qué horror! -exclamó dirigiéndose a su gata de raza ragdoll

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Mientras se cepillaba el pelo, Nikita no paraba de observar sus movimientos y movía su cola impacientemente. 

Paula no se consideraba ni fea ni guapa, aunque la mayoría de sus amigos le decían que era muy atractiva. Ella estaba segura que sólo lo decían por sus ojos verdes. Era su parte física favorita.

Tenía la nariz respingona, una boca generosa, cara ovalada, y de complexión normal, ni delgada ni gruesa. Su piel era blanca. En cuanto a su melena, un pelo ondulado, castaño con mechas rojizas, le llegaba por debajo de los hombros. Y un par de canas, que con 25 años que tenía ya habían aparecido.

Al salir del baño ya aseada y arreglada, Paula se dirigió al vestidor y eligió una falda de pana y un jersey beige. Tras terminar de vestirse fue a la cocina a preparar el desayuno de su gata y el suyo.

Al cabo de 15 minutos, mientras que su gata comía y ella acababa de terminar, preparó su bolsa deportiva ya que después del trabajo tenía clases de zumba en su gimnasio. Al terminar de limpiar, recoger la cocina y otras faenas domésticas, se calzó sus botas marrones de invierno, cogió sus cosas y se marchó de su casa.

Su casa era un ático de 55 metros cuadrados situado en el mismo barrio que su trabajo, la biblioteca Camilo José Cela.

Paula se encargaba de atender a los usuarios, realizar los albaranes, catalogar, etc. Las tareas las compartía con su compañera Rocío. Le gustaba su trabajo y era buena en el trato con las personas, la única pega que tenía Paula era Cristina, la ñoña de su jefa.

La biblioteca estaba construida en un edificio de dos plantas. En la primera se encontraban las salas de adultos (el puesto de Paula estaba ahí), e infantil. La segunda planta consistía en el despacho de Cristina y otras salas con fines de actividades para lectores.

Al llegar a la sala de adultos, saludó a Rocío y ésta le devolvió el saludo.

- Hoy tenemos novedades, van a llegar más libros de otros sitios para incorporarlos al depósito-informó Rocío.

Sobre las 10:00 entró Cristina con un montón de papeles.

- Chicas, mañana van a traer una tanda de libros. Cuando lleguen quiero que los analicéis para ver en qué estado se encuentran. Si están bien tendréis que hacer el proceso vosotras ya que mañana no tendré tiempo. Y si están en peor estado, tiradlos -diciendo esto, dejó los papeles en la mesa de Rocío- este es el índice de los que llegarán mañana. Hasta luego -diciendo esto se dio la vuelta por donde había entrado.

- ¡Pero si esto es su trabajo! ¿Por qué siempre nos toca el marrón a nosotras? -exclamó Paula.

- Siempre hace lo mismo. ¡Madre de Dios, son muchos! Por eso nos ha encasquetado su tarea -comentó Rocío al ver el índice.

Paula se acercó donde está su compañera. Al ver la lista se fijó en que varios libros eran de otros idiomas.

- Madre mía, vamos a acabar esto en medio año, ya te lo digo yo. Bueno, al lío, que dentro de poco vendrán más personas -dijo colocándose en su sitio a trabajar.

Alrededor de las 19:00, ella estaba de regreso en su casa y jugó un rato con Nikita. Después se duchó y se puso el pijama.

Tras preparar su cena, se sentó en su pequeño comedor y encendió la tele.


*地獄: Significa "prisión terrenal". Reino de los muertos de la mitología china.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2019 ⏰

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