Último del día

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Sonríe ligeramente a la nada viendo como las tonalidades del cielo se iban degradando de azul a naranja intenso entre los árboles, observa el lugar amplio donde sus amados hijos corrieron descalzos desde pequeños donde justo ahora venía su Logan con leña, ese hombre no cambiaba con todos los años vividos, las mismas arrugas en su rostro al verle sonreír y otras más que se le formaban a él mismo por la avanzada edad.
Hoy se sentía nostálgico, se levantó y miró todas las fotos de su vida, añoraba correr aunque sus piernas ya no se los permitían desde una década antes, había llamado a sus tres cachorros: Laura, Daken y Luna les había dicho cuánto les amaba y que los extrañaba; también pasó observando a su esposo tantos años y cada día lo amaba mucho más.

Un castaño suspiró ligeramente mientras observaba un punto fijo en los árboles, aunque en realidad no era nada, simplemente sintió el frío otoñal en su cuerpo mientras tomaba algo de leña, claro que antes había ido al pueblo a comprarle un obsequio a su amado mocoso. Con cierta melancolía sonrió antes de ir a casa nuevamente donde le esperaba su amado Pietro; conforme avanzaba con paso tranquilo a casa recordaba cada instante vivido con su esposo y sus 3 amados cachorros. Al llegar a la puerta abrió con cuidado mientras sostenía la leña en su brazo libre, entrando por completo cerró detrás de si mientras observaba a su amado esposo, sonrió con amor, como siempre lo hizo, desde el primer momento; le devolvió la sonría son un infinito amor mientras dejaba la leña en la chimenea.

—Pensé que llegarías más tarde, mi amor— con sus manos empuja su silla hace poco sus rodillas también dejaron de brindarle soporte, era una desesperación infinita parecer tortuga.

—Había dejado un poco de leña en la mañana. Así que solo termine de cortar un poco. Además, te extrañaba— prendió la chimenea con ayuda de la leña antes de acercarse a su pareja y darle un beso en los labios. Nunca se iba a cansar de su gran aventura con el mutante Velocista, su historia juntos y su gran amor siempre era lo que más le daba las fuerzas para evitar derrumbarse ante el platinado, aún no entendía como la maldita vida era injusta. Porqué tenía que ver como pasaba el tiempo y con ello lo poco que le quedaba al lado de su pareja, nunca iba a dejarlo de amarlo; él vio más allá del lobezno amándolo como nadie lo había hecho, sin esperar nada a cambio; al separarse del beso sonrió con nostalgia al ver como las líneas de expresión eran muy notorias en su esposo, lo que le dolía era que no podía hacer nada para retener el paso de los años. Como le habría gustado envejecer a su lado. —¿Cómo te sientes amor? ¿Te han dolido de nuevo las rodillas? ¿Ya te tomaste tus pastillas?— le pregunto mientras se arrodillaba frente a Peter y le acariciaba con amor sus mejillas

Sonrío con cariño ante su tacto cerrando los ojos y recargando su mejilla en él —Bien, no y sí— las comisuras de sus labios siguen curvadas, mostrando ese brillo en sus ojos de siempre, pasea la mirada por el rostro de su amor eterno por un momento siendo el más ensoñador que otros —te amo— fue el primero del día.

Suspiró aliviado mientras le observaba con amor, con ese infinito amor que el mutante le daba —te amo más que a mi vida— le respondió besando con delicadeza, ese fue el uno de los tantos besos que se dieron alrededor de las horas.
Logan trató como siempre a su pareja, pero este día era diferente: era especial para ambos. Más para él, sabía que su pareja con la edad no podía consumir algunos alimentos con el paso de los años aprendió a cocinar platillos especiales para su pareja.
Esa noche no fue la excepción, preparo algo que al menor le encantaba en su nueva lista de alimentos, la bebida era más que jugo con algunas vitaminas para su esposo, sin embargo, lo sirvió en copas siempre teniendo cuidado que su pareja no se lastimara con el utensilio de cristal. En pocas palabras preparo algo mucho más romántico e íntimo de lo que hacían habitualmente, queriendo mejorar cada detalle de la velada.

Llevó a su pareja a la habitación para luego salir y limpiar todo lo que habían usado, recordando cada momento vivido con su pareja en cada rincón de su hogar, aquel velocista de cabellos platinados. Nunca se arrepentiría de haber amado a ese chico con toda su alma, ni si quiera de haber formado una hermosa familia a su lado.
Por alguna extraña razón sus recuerdos dolieron un poco al ver pasar las épocas en su amado niño, pero ignoro el sentimiento no era momento para estar así, era un día especial. No deseaba llegar al cuarto con melancolía y terminar llorando como desde hace una década. No quería derrumbarse, siempre debía ser el cimiento fuerte para su amado y su familia.

Con el paso de las pocas horas a su lado se hizo de noche en su recámara mientras esperaba a su esposo que se encargaba de dejar limpio lo ocupado, había tenido una deliciosa y romántica cena ya era tiempo, se la merecían; cada momento fue dulce lleno del más puro amor que profanaban uno por el otro. Estaba recordando cada preciosos momento a su lado de los tontos hasta los más íntimos estaba tan feliz de haberle entregado su vida, alma, corazón a ese gran hombre que por virtud podía llamar esposo. Suspira al verle llegar —anda anciano quiero dormir— queja como siempre ese toque de diversión en sus palabras nunca lo abandonó. Lo mejor que puede hacer es recuestarlo en su pecho siempre cálido, fuerte y protector desee que lo conoció.

—Ya voy mocoso. No me apresures. Iré a mi ritmo— mencionó algo divertido y nostálgico, siempre amo esa parte de su pareja que a pesar de los años ese toque de diversión nunca lo abandonó. Se acuesta en la cama mientras ayudaba a su pareja a estar cómodo en su pecho dándole protección y amor como siempre lo había hecho. Acarició con lentitud los cabellos de su esposo escuchando su día.
—Hoy he hablado con los niños— aún les decía niños a tres adultos independientes con familia algo numerosa —los extraño, pero están bien, prometen venir todos pronto— murmura con ilusión.

—Les debiste de decir que no se olviden de traer el pay de moras que hace Luna. Cómo la vez pasada— comentó levemente para hacer sonreír a su esposo, ese sentimiento de llamar y tratar a sus 3 cachorros como niños, aunque ya no lo eran se lo pegó su amado Peter —Hey... Recuerda que vendrán a visitarnos, mi vida, y podrás mimarlos todo lo que quieras a nuestros cachorros— mencionó algo divertido y nostálgico, siempre amo esa parte de su pareja que a pesar del tiempo ese toque de diversión nunca lo abandono. Se acuesta en la cama mientras ayudaba a su pareja a estar cómodo en su pecho, dándole protección y amor como siempre lo había hecho. Acarició con lentitud los cabellos de su esposo escuchando su día.

Su hombre nuevamente, sonríe al saber que hay algunas canas en su barba, pero lo tantas, algo que le hace ver sumamente sexy y atractivo; bosteza cerrando sus ojos unos segundos—Te amo, mi vida— murmura dejando el último beso en sus labios junto aquella última oración del día.

Suspira al sentir el tacto de Peter en su rostro y parte del pecho. Podrían pasar siglos y el seguiría reaccionando ante su toque. Acaricia su cintura con una mano mientras que la otra le hace pequeños mimos en su cabellera. A sus ojos su esposo siempre se vería hermoso y atractivo así pasaran siglos —Yo también te amo bebé— corresponde el pequeño beso, siendo el último del día o eso creía él, cuando quiso hablarle sobre el regalo que le tenía le observo dormir tan cómodo y feliz que no pudo despertarlo, pero a los minutos entre el sueño y velar con un poco de su ayuda escucha como su pareja recobra el aire después del pequeño ataque de tos.

IN ANOTHER LIFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora