-¡Qué van a ser mejor las de chocolate! ¿Eres tonta? JAMÓN Y QUESO- me gritaba ella entre risas.
-Que no, joder. ¿Prefieres una napolitana a un cerdito? Donde esté el chocolate...-le respondí.
La verdad es que en tan solo tres semanas, Nerea y yo habíamos entablado una buena relación. Eso sí, sólo en el instituto.
Ninguna se metía en la vida de la otra. Al salir, nos despedíamos. No sé dónde vive, no sé de quién es el coche en el que se sube.Estábamos esperando en la cafetería, siempre con la tontería de jugar a ver quién conseguía antes su merienda. Esta vez fue ella.
-El salado siempre gana, que lo sepas- decía con aires de superior- tú quédate con tu chocolate empalagoso, que a este paso perdemos el recreo entero-.
-¡Nerea! ¿Puedes venir un momento?-se acercó a nosotras el director, y ella se fue.
Decidí aprovechar para ir al baño y lavarme las manos. Abrí el grifo, y oí un ruido extraño, así que lo cerré inmediatamente. Me giré.
-No puede ser-dije- lo sabía... Yo lo sabía...- a cada palabra que pronunciaba, se me iba rompiendo un poco la voz.
-Laura...- Natalia se apartó de la chica con la que se estaba besando segundos antes.
Amigas mías, me habían comentado el haberla visto con otra chica muy cariñosa, incluso antes de dejarlo nosotras. Y, era ella.
Me dejó sin ningún motivo, jamás lo supe.-Era por ella...- me giré y me fui. A medida que corría, las lágrimas empezaban a caer por mi rostro.
No quería mirar al frente, miraba hacia abajo, andando decidida.-¡Eh! ¡Laura! ¡Espera!- escuché su voz dulce, y al ver que era ella, la esperé- oye... ¿qué ha pasado? ¿te encuentras bien?-.
-No... Sí... Da igual, ¿podemos irnos?- le dije, con la voz a punto de romperse.
-Irnos...¿cómo que irnos?- levantó una ceja.
-Lejos-.
Salimos del instituto por una verja por la parte de atrás. No dejaba de mirarme, preocupada, esperando a que le diese una explicación.
-Laur...-.
-La conocí hace un año y medio. No sé cómo, acabé sintiendo por ella más de lo que pensaba que podría sentir. Mis amigas me advertían que la veían muy cariñosa con una chica- respiré hondo, me costaba contarlo- pero yo pensaba que eran movidas innecesarias... He ido al baño cuando te ha llamado el director y... Estaba... Con ella... Ya me entiendes-.
Me abrazó, e hizo que me escondiera bajo su cuello... No quería llenarla de lágrimas, pero ella me apretaba fuerte. Estuvimos un rato así, y encontré la calma.
Cuando me levanté, nuestros rostros quedaron a escasos centímetros. Ella me colocó el pelo por detrás de la oreja, y a mí se me pusieron todos los pelos de punta. No sabía qué me pasaba con ella. Ninguna nos movimos.-¿Te han hablado alguna vez sobre lo guapa que eres?-.
Me hizo sonreír.
-Acabo de llorar, tendré el maquillaje corrido y...-.
-Por eso- sonrío- no te he dicho "de lo guapa que estás", sino "de lo guapa que eres". Lo eres. Nunca podré afirmarlo tanto, nunca te veré tan natural... ¿Me entiendes?-.
Me quedé embobada mirándola mientras hablaba. Lo decía segura, frunciendo el ceño, para que nadie pudiera negárselo. No pude evitar mirarle los labios, y ella se percató. Sonrió, e hizo lo mismo.
Nos íbamos acercando, de forma misteriosa de hecho, ninguna sentíamos que nos estábamos moviendo. Me paré en seco a observarla de cerca. De repente ella cambió su gesto de la cara, a uno preocupado.
-No, no... Esto no. No puedo- dijo recogiendo sus cosas.
Yo me había quedado en la misma posición... Perpleja. Y la vi irse, sin saber cómo reaccionar.
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Acuérdate de mí
RomanceEntraba en el proceso jamás escrito o descritos en libros, poemas... Y sólo una cosa pudo moverme hasta el principio de mi desgastada historia.