Capítulo 2: Débil.

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Semanas después, Vegetto decidió ir a cazar con Gohan en las afueras del lugar. Él aún no parecía estar convencido de la idea de tener que ser padre, no se sentía en ningún sentido ni Goku ni Vegeta, cómo él siempre lo decía en las batallas.

Estas semanas había estado muy pensativo, sobre quién era, sobre las personas que rodeaban sentimentalmente los individuos por el que estaba compuesto y la desaparición de Gogeta.

El rubió era listo, tenía la capacidad para vivir humanamente sin que su Ki fuese sentido. Cosa que el también podía hacer pero siempre se sentía aunque sea un 1% de su poder, era un ser extraño con muchos enigmas.

Inclusive había visto a varios seres, dioses mejor dicho, andar sobre la tierra en busca de este personaje.

— ¿Papá? ¿Estás bien? —Le preguntó —Gohan, observando curiosamente cómo su ahora padre, se quedaba mirándo hacía la nada y no parecía escuchar nada más que sus pensamientos.

El pelinegro parpadeó varias veces ante el llamado de su "hijo", encontrándose con su mirada en la de él.

— Sí, estaba pensando en todo lo que ha pasado. —Habló, incitando al menor a opinar sobre lo que pensaba al respecto.

— Debe ser extraño para tí, ser padre. —Menciono Gohan, sentándose al lado de su padre. Vegetto bajó su mirada y asintió— La verdad es que pienso qué no eres el señor Vegeta pero tampoco mi padre, a pesar de que eres la fusión de ellos dos a veces pienso... Que eres alguien completamente diferente.

Vegetto observó al menor, quería saber qué sentía al respecto, seguro extrañaba a su padre. Se notaba que sí pero aún así le sonreía amablemente.

Gohan se incorporó, se sacudió la ropa y le dijo que iría a tomar agua en un pueblo cercano, que de tanto buscar comida se había desidratado un poco. 

— Pensé que los Sayajines no se desidrataban... —Menciono en voz alta para sí mismo, observando cómo Gohan se alejaba a gran velocidad— Ah, cierto que también es parte terricola.

Vegetto se recostó en el pasto verde para descansar y tratar de pensar con claridad sobre lo que el menor le había dicho cuándo escuchó a alguien cerca del lugar.

Al instante también sintió una onda de poder ser recargada, por lo que actuó mediante sus instintos y con rapidez se apartó de donde estaba recostado.

En el aire, trató de sentir de donde había provenido ese ki, de que dirección pero a medida que intentaba, más iba desaparecido.

Hasta qué divisó una figura apoyándose entre las rocas a los lejos, el sujeto estaba mirándole.

Se acercó con intenciones de atacar pero cuándo pudo ver realmente de quién se trataba, se detuvo a medio camino, sorprendido.

El rubió no tenía rasguños de haber luchado pero no tenía buena apariencia, cosa que le hizo preguntarse si se encontraba bien.

Su respiración era agitada tocaba el lado izquierdo de su pecho, dónde se encontraba el corazón, al parecer estaba fallando.
Vegetto al percatarse de ello se acercó al Sayajin.

— Recuestate, te daré parte de mi energía. —Le pidió, manteniendo el control sobre sus emociones. El rubió obedeció y trató de recostarse, no había pedido su ayuda en absoluto pero no le quedaba de otra que aceptarla.

El pelinegro colocó el talón de sus manos en centro del pecho trabajado del Sayajin y cerró sus ojos para poder concentrarse mejor.

Verlo solo lo hacía sentirse angustiado debido a la condición humana en la que se encontraba.

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