Prólogo.

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El hermoso color anaranjado del amanecer estaba haciendo aparición en Dream Land y una traviesa luz que atravesaba la delgadas cortinas de una casa en las afueras de un imponente Reino, se posó sobre la cara de Kirby, quién, adormilado, se tapó los ojos con una mano y se movió un poco de la cama, logrando salir de ésta y estampar su cara con el duro y frío suelo.

El joven dió un alarido de dolor y se levantó adolorido del suelo.

–¿Qué acaba de pasar?–dijo para sus adentros el joven de cabello rosa, acto seguido, procedió a correr las cortinas  para dejar que el brillo del sol en la mañana entre en su habitación.

Aquél brillo cegó sus ojos, y, una vez más, se los tapó. Luego de acostumbrarse a la luz solar que emanaba aquella enorme masa caliente, salió de su habitación para ir al baño, lugar donde se lavó la cara y cepilló sus dientes, y, mirándose al espejo dijo:

–Hora de comer algo–con una sonrisa, se dirigió a la cocina, para abrir un cajón de dónde sacó una manzana. "Nada más nutritivo que una manzana al comienzo del día" dijo para sí mismo.

Al terminar de comer, salió de su casa para iniciar su caminata matutina, empezando de su casa hasta el Reino ida y vuelta. En el camino se encontró con varios amigos, algún que otro Waddle Dee y varios Sparkys, a los cuáles saludó amablemente.

Cuándo llegó al reino, los guardias lo saludaron y le dejaron pasar, pues, a sabiendas de que él era el mejor amigo de su marqués, no dejarlo pasar sería una deshonra para su trabajo cómo guardias reales.

El joven de ojos azules iba caminando por los grandes pasillos de aquél recinto, mirando las costosas obras de arte que colgaban de las paredes, y viendo las múltiples joyas que adornaban el lugar. Al terminar la larga alfombra de terciopelo rojo(la cuál indicaba que luego de eso estaba la puerta al trono) Kirby golpeó levemente con su mano derecha la puerta que llevaba al centro del palacio.

–Adelante–dijo una voz que Kirby conocía a la perfección. Moviendo lentamente la perilla de la puerta, accedió a la sala del trono.

–¡Buenos días su majestad!–dijo el joven de cabello rosa haciendo una reverencia al pingüino que estaba sentado en su trono, justo al lado, se encontraba su general, Bandana Dee.

–Buenos días igualmente para tí, plebeyo–dijo con una sonrisa el rey, aguantándose la risa. Todos los días de la semana comenzaban así, con el joven entrando en su palacio saludándolo así; el pingüino a pesar de ser tan rico y poderoso, sólo se consideraba otra persona más en aquél lugar y trataba a su gente cómo iguales.

Al ver la cara de Kirby, quién estaba haciendo una cara graciosa, no aguantaron más y se echaron una larga y sonora carcajada. Luego de eso, comenzaría su larga plática de quince minutos.

–Y dime, ¿qué planeas hacer?–preguntó el pingüino al joven mientras caminaban al rededor del patio admirando los arbustos cortados en diferentes personas del reino, en Dedede, Meta Knight, Kirby, Waddle Dee, Bandana Dee y muchos más. Esos mismos arbustos eran cómo sagrados, pues conmemoraban algo importante que cada persona había hecho, por ejemplo, Meta Knight sólo con su espada derrotó a un centenar de bandidos que atacaban el humilde pueblo del reino.

Él, al ver que los guardias no podían con la cantidad insólita de enemigos, cayó en picada desde el Hal Abarda. Derrotando así a varios enemigos, quiénes a pesar de impresionarse, no cedieron y lo atacaron, creo que todos sabemos el final.

–Pues, no lo sé, luego la caminata iré quizás a algún árbol cercano y dormiré una siesta–contestó despreocupado el joven de ojos azules, mientras que el monarca lo miraba fijamente y con una cara de asombro.

–¿Cómo es que puedes dormir una hora después de que despertaste? creo que duermes más de quince horas–comentó Dedede mirando al campo de entrenamiento donde un Waddle Dee se enfrentaba a otro y el segundo lo estaba derrotando sin problemas con el cuchillo de madera.

Y era cierto, Kirby se dormía a las ocho de la noche, despertaba a las seis de la mañana y dormía una siesta de las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde. Esa era su rutina, aunque de vez en cuándo dormía menos debido a que asistía a varios eventos de comida dónde él sin problemas ganaba.

–Supongo, pero se siente bien, estar tranquilo es lo mejor, ¿y qué consideras más necesario para estar tranquilo que dormir? yo contesto, nada–respondió el joven haciendo énfasis en "nada"–. Bueno, me tengo que ir, gracias por la charla, señor.

–No es nada, insuficientemente útil súbdito–dijo Dedede, y un apretón de manos fue lo que concluyó aquella linda plática.

Cada uno se fue en dirección diferente, el marqués se fue a la entrada al Palacio, y Kirby se fue hacia el patio delantero, el cual conducía a la salida del reino.

–Iré comprar dulces–dijo el de ojos azules. De camino a la tienda, se encontró con dos Waddle Dee, los cuales aparentemente iban al trabajo, y a juzgar por tener sus lanzas en su espalda, lo creyó posible.

–Buenos días Kirby–le dijo uno de ellos a el joven, el cuál sólo los miró.

–Buenos días para ustedes también, suerte en el trabajo–contestó el antes mencionado con una sonrisa a la vez que agitaba su mano izquierda.

Eso era normal, casi todos los habitantes de Dream Land saludaban al joven Kirby, quién les devolvía el saludo con una mano y una simpática sonrisa, pues él era reconocido en todo el reino por sus hazañas.

–Por fin llegué, espero que tengan algunos dulces muy azucarados–dijo para sus adentros el joven y entró en el lugar dónde le atendieron amablemente, y, comprando lo que tenía previsto, se fue hacia su casa comiendo unos dulces.

Cuándo llegó, notó una caja en la entrada de su casa que tenía en su etiqueta la palabra "Confidencial", el joven miró hacia los lados, y al ver que no había nadie en los alrededores, agarró la caja y entró en su hogar. Al entrar, Kirby dejó la caja en una mesa de madera bien tallada que tenía en el centro de dos sillones de terciopelo rosa.

Procedió a abrir su refrigerador para agarrar un Sándwich y un jugo de manzana, y, consumiéndolos rápidamente, se dirigió hacia el sillón de una persona y al sentarse en el cómodo asiento, acercó la caja hacia él, abriéndola de inmediato.

                     "Para Kirby"

"Nos complace informarle que tiene una invitación formal para asistir al torneo smash en el planeta Brawl, lugar dónde se realizarán unas series de pelea por el premio, el sagrado y legendario Smash, el cuál, cómo sabe, es un poderoso artefacto capaz de desatar el poder interno de todo aquél que lo rompa. Sus hazañas nos dejaron intrigado y con ganas de conocerlo, si está interesado, asista en la colina sur de Dream Land mañana a las diez de la mañana, esperamos que acepte.

Post data: Se le envía también un comunicador que sirve para llamar o enviar notificaciones a números que usted tenga agendado".

–¿Tanto les cuesta decir que es un teléfono móvil?–dijo en voz alta el joven de ojos azules.

Al abrir un paquete que había dentro de la caja, encontró un artefacto redondo que atrás poseía una clase de color rojo con blanco con una especie de emblema que parecía una esfera que en el centro decía "Smash".

El objeto de repente empezó a vibrar y se encendió, en el comunicador decía "llamada entrante de: Meta Knight", y en la esquina inferior derecha aparecía un símbolo de llamada en verde, y en la esquina inferior izquierda uno en rojo, éste pulsó sobre el verde.

–Ey, Kirby, ¿te llegó un paquete?

El Torneo Smash.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora