La casa de los Qian | NCT

[2/2]

Un nuevo día se cumplía y los omegas de la casa decidieron ponerse un poco atrevidos. Era interesante simplemente porque Taeyong solía ser un poco tímido con este tipo de ideas, pero fue él mismo quién la propuso.

—Sabes que pueden pasar muchas cosas si hacemos esto—, vuelve a recordarle Kun mientras ajusta su camisa azul bebé.

—¿No es emocionante?—; Kun estaba feliz de ver lo mucho que se ha desenvuelto Taeyong en la casa de alfas. El omega pelirrosa se ha vuelto más atrevido y lo atribuye a los constantes cumplidos que sus alfas le han dado desde que comenzaron con su introducción a las dinámicas. —No puedo esperar a ver qué sale. Ahora ¿me veo bien?

Taeyong da una vuelta con la sonrisa penosa apenas surcando el rostro. Nada muy extravagante, simplemente una de las camisas más grandes y blancas que tiene en su renovado closet y jeans rotos.

El plan era pasar un día de omegas en el gran patio que tenía el sitio de la casa. Obviamente, si a Taeyong se le ocurrió ponerse y sentirse extra bonito -curioso detalle, recuerda el dueño de casa y es porque Taeyong sabe que ya es bonito-, es para llamar la atención de los alfas de la casa. Por supuesto que no lo iba a dejar solo en la osada acción. El omega coreano probablemente estaba emocionado porque no ha tenido un contacto extremadamente íntimo desde que lo encontró con Jaehyun y Jungwoo ese día. Era un omega bastante curioso y dispuesto a explorar.

—No lo sé. Los chicos se emocionan cuando piensan en hacer cosas afuera. No sé si te he contado sobre esa vez con Mark y los chicos en su iniciación.

Kun ríe cuando Taeyong se desploma a los pies de su acolchada cama, ojos brillantes por la curiosidad que despertó y removiéndose ansioso por escucharle.

—Cuando Doie me dijo que Mark podía ser salvaje, no pensé que se refería a eso—, dice luego de una resumida historia sobre la iniciación de Mark en el patio.

—¿Por qué crees que es una regla en esta casa el que no se acerquen mucho a mi cuello?

En charlas pequeñas y demás, bajaron tomando lo necesario y fueron a ubicarse bajo el cielo amplio y las arboledas aledañas. Estaba la piscina pero la calor no era tan fuerte para atreverse a lanzarse. Taeyong deja las botellas de refresco en la mesa de la terraza y se acomoda en una de las sillas. Kun se relaja cuando comienzan a comer de los postres que ha preparado esa mañana. Por supuesto que les dejó unos guardados a sus queridos alfas.

—Bien, pequeño travieso—, comienza el omega chino, sonriendo con galantería. Taeyong ríe sacando otra carta del maso. —Te pasas mucho tiempo con Yoonoh y Jungwoo, creo que estás dejando a los más revoltosos conmigo.

—Ay, no lo digas de esa forma que me da mucha pena—, le pide con algo de remordimiento el omega coreano. —No me imagino lo difícil que debió ser el hacer todo aquí y que tuvieras tantos alfas encima...

—Era complicado, lo es aún. Siendo sincero, estoy agradecido de que la luna te haya traído hasta acá—, aclara Kun, acomodando las cartas en su mano. —No quiero sonar tan descarado, pero desde que llegaste me has facilitado todo. Desde manejar a los alfas hasta tareas básicas. No dudes en pedirme lo que quieras, haré de todo para agradecértelo.

Taeyong sonríe sintiendo su pecho bañarse de ese calorcito ya conocido: el amor dentro de su hogar. —El que debería decir eso soy yo. Muchas gracias por dejar que me asentara aquí. Ya es mi dulce hogar y todo es gracias a ti.

Las mejillas de Kun se enrojecen y sonríe bobo cuando siente el calor viajar por su cuello hasta las orejas. Se abre un poco la camisa para dejar entrar un poco de aire, causando la risa avergonzada de Taeyong por la situación.