Te quiero, desde el kilómetro cero.
A pesar de la distancia y de todos esos "peros".
A pesar de no poder verte cada día.Cuesta, lo sé.
Cuesta no poder abrazarte cada vez, cada maldita vez en la que necesito que tus brazos lo curen todo. Cuesta querer y no poder, y echarte de menos a cada rato.
Como si no fuera lo suficientemente complicado tener que mirarte a través de una pantalla que no me deja saber a qué hueles hoy, como si yo hubiese decidido tenerte a cientos de kilómetros y tener que llamarte si quiero escuchar tu voz.
Aun así, no cambiaría los encuentros en la estación, los abrazos después de tantos días sin verte, los orgasmos que me das con solo tocarme y esos ojos que piden volver a guiarme.
No cambiaría el dormir a tu lado cuatro veces al mes por dormir al lado de cualquiera cada noche y no cambiaría tus manos desabrochando los botones de mis miedos aunque me siga dando un pánico terrible abrirme en canal a ti.
Me dijeron que no sería fácil, y no, no lo es.
No es fácil despertarme en una cama que no está en la misma ciudad que en la tuya, no es fácil abrazar a la almohada porque no puedo sentirte a ti.
No es fácil tener que coger un maldito tren si quiero mirarte de frente a los ojos o despedirme cada domingo de ti en la estación con un nudo inmenso en la garganta que no me deja ni decir adiós.
Pero sé que valdrá la pena porque la próxima vez que te vea esas comisuras estiradas y tus hoyuelos me demostrarán cuánto me han echado de menos, volveré a sentir la calma de tus besos y reduciré a cero el número de kilómetros que nos han separado todo este tiempo.
A la mierda la distancia y todos esos "peros".
No necesito estar a tu lado para saber cuánto te quiero, que quiero que tengas el récord de mi mundo dándome caricias por el cuello y que no tiraré la toalla al suelo, si no es para meterme en la ducha contigo después.