Raffey

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Dita y la joroba mágica

Capítulo 6: Raffey

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Abría la boca por la impresión y no podía culpársela, jamás había visto el castillo de su señor feudal, pero estaba segura que no podría siquiera emular la grandeza y majestuosidad de lo que veía en ese momento. El palacio real era magnifico y superaba con creces a los castillos de incluso los propios reyes allá en su mundo de origen.

―Mira, Dita, allá esta la fila para entrevistarse con la princesa. Vamos, no tengas miedo.

Dita tragó saliva y fue a la concurrida fila. Allí pudo observar que estaban varios en apariencia sabios viejecillos, recitando varios teoremas complicados, así como jóvenes príncipes y similares con apariencia arrogante, todos ellos acompañados por criados que sostenían varios libros y pergaminos.

Al principio se sintió intimidada y pensó que le reclamarían su presencia, pero al parecer, todos habían confundido a Dita con uno de los criados y no prestaron atención a su apariencia o que iba sobre una cabra.

―Todos están muy ocupados con sus asuntos. Rápido, saca con cuidado unos pergaminos de la bruja para disimular ante los guardias de la entrada principal ―sugirió Naricitas y así Dita venció el primer obstáculo para lograr ser entrevistada por la princesa del reino.

Si Dita creyó que el palacio era impresionante por fuera, al ver lo lujoso que era por dentro casi se cae de espaldas, pero fue advertida por Naricitas para que guardase compostura o podrían sacarla de la fila.

Al parecer las entrevistas eran muy breves ya que la fila avanzaba deprisa y los que entraban al salón donde se suponía se hallaba la princesa, no volvían a aparecer, de seguro se iban por otra puerta.

Al llegar a las puertas dobles, los guardias se sorprendieron con la presencia de Dita, pero sonriendo de lado, la dejaron pasar a modo de divertirse un rato.

El salón era tan grande, que el granero de Tijun podría haber entrado sin problemas y el techo era tan alto, que lo mismo podía decirse del molino de Gamuso. Los altos ventanales se hallaban cubiertos por gruesas cortinas y había multitud de braseros, lo que hacía que el amplio recinto tuviese un ambiente muy sofocante.

―Vamos, ya has llegado hasta aquí, no desfallezcas. Demuestra valor ―le susurró con cuidado para que nadie se diese cuenta de su condición de gato parlante.

Dita tragó saliva y montando la cabra, se acercó donde la figura que estaba sentada en el trono y mirándola sorprendida.

―Hola... No me esperaba esto ―dijo la princesa, quien era a los ojos de Dita, la noble con porte más hermoso y elegante que había visto en su vida―. Consejero Sacrutes...

―La petición a presentarse no especificaba género, así que me temo, Su Majestad que tendrá que entrevistar a esta..., criatura. Tú, mujercita, estas ante la princesa Raffey, compórtate como es debido.

―Su Majestad es un honor, me llamo Dita, su gracia ―dijo y por la impresión se olvidó de bajarse de la cabra―. Perdone su majestad, pero ¿por qué hace tanto calor?

―Es que estamos asando pollos. ―Ya está, esta era la respuesta que dejó boquiabiertos a los demás participantes y por la cual quedaron eliminados a continuación. ¿Podría Dita superar tan difícil prueba cuando las mentes más brillantes del reino no pudieron lograrlo?

―En ese caso, princesa, puede tomar estos otros para asarlos también ―dijo Dita y le entregó a Raffey los cuervos desplumados y sin pico.

¡Por fin alguien respondía la primera prueba de la princesa! Raffey, abrió mucho los ojos al ver como Dita sacaba las aves de su joroba mediante magia, pero no podía distraerse, la prueba debía continuar.

El fuego de los braseros se apagó de repente y la princesa le preguntó a Dita si podía volverlos a prender.

Dita se aproximó a los braseros y procedió a encenderlos uno por uno con el empleo del heno y la bosta de las vacas que tomase días atrás.

―Bien hecho, los pollos pronto van a estar listos, pero me temo que faltarán los platos.

―No se preocupe, Princesa Raffey, aquí tiene ―dijo y le entregó la vajilla de la bruja.

―¿Y la sal? ¿Tienes sal? Debe de ser esta de la mejor calidad.

―Claro, princesa, tome ―le dijo y le entregó la sal que antes eran sus lágrimas.

La princesa probó la sal con la yema de su dedo índice y luego sonrió a Dita.

―¡Recorran las cortinas! ¡Abran los ventanales y toquen las trompetas! Alabado sea este día que he encontrado a quien ha de gobernar a mi lado.

La princesa Raffey tomó la mano de Dita, se la besó, y juntas fueron a un balcón. Al principio, todos los súbditos se quedaron mudos de la impresión, pero luego vitorearon a la pareja que gobernaría para bien el reino.

―Princesa, ¿está segura de esto?

―Lo estoy, para serte sincera, estaba muy asustada de casarme con un desconocido, pero al probar tus lágrimas, supe que serías la pareja perfecta. Tienes un maravilloso corazón.

―¿Cómo supo que la sal que le entregué era en realidad mis lágrimas?

―Bueno, yo no fui siempre una princesa, antes era una porqueriza, pero vino un gato y gracias a él, me convertí en la soberana del reino, pero bueno, esa es una historia para otra ocasión. Lástima que ninguna encontró a su príncipe azul, pero no todos los cuentos de hadas tienen final feliz, solo un final, punto.

Dita sonrió nerviosa a la princesa y luego dirigió su vista a Naricitas, pero este ya no estaba, así que no le quedó otra que saludar a la muchedumbre, entre los cuales destacaba un joven muy apuesto vestido de forma elegante, quien le hizo una reverencia y luego se alejó, llevando consigo un queso hecho con leche de cabra a la vez que un cascabel que llevase atado a su muñeca derecha y que emitió un dulce tintineo de despedida.

FIN

isekai : Dita y la joroba mágica (completa)Where stories live. Discover now