El principio de la locura

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05 de Abril del 2009

Habíamos quedado en encontrarnos en unos de los mall que quedaba próximo a mi universidad, Hacia diez minutos que lo estaba esperando y le había textiado unas cinco veces para saber donde estaba.

Era la primera vez que vería a Guillermo en persona, y naturalmente, estaba muy nerviosa.

Desde qué lo conocí, habíamos hablado por una aplicación llamada Skype® un par de veces y habíamos quedado ese día.

De pronto, al girarme para mirar por tercera vez la entrada al establecimiento de comida donde estaba sentada, lo vi entrar y dirigirse hacia mí.

Mis nervios se dispararon y una parte de mí, en lo profundo se estremeció. Se sentó a mi lado, conversamos un rato y luego, él decidió acompañarme a mi clase.

Fue un poco extraño tenerlo allí mientras la profesora decía algo sobre la situación crítica del país.

Él se había sentado junto a mí y de vez en cuando, me besaba la mejilla.

¿Qué mujer no se derrite con esas cosas? Yo aún no he conocido la primera.

Sin embargo, a mitad de clases hizo algo que me dejó completamente helada. Me habló al oído y me dijo que me quería besar. Yo lo miré un poco sorprendida.

Pero espera, eso no fue lo que me dejo sin palabras.

Yo estaba definitivamente negada a besarle. Tenía novio, no podía cruzar ese límite. Pero él era de esos chicos decididos que tomaban lo que querían cuando no se les otorgaba y cuando tenían la oportunidad.

Y yo, inocentemente le di esa oportunidad. Cuando nuestras miradas se encontraron, su rostro y el mío estaban muy cerca, así que él, rápidamente me beso dos veces en la boca.

No supe que hacer. Me miró diciéndome con los ojos que no debía de sorprenderme, pero tenía los ojos abiertos como platos. No podía reclamarle nada porque estábamos en plena clase, así que lo dejé pasar diciéndome a mí misma que no había sido mi culpa. ¡Me habían robado dos besos!

Puse toda mi atención en un grupo de estudiantes que estaban haciendo una exposición, pero Guillermo era un chico travieso.

Cada cierto tiempo deslizaba su mano por mi muslo muy suavemente. Yo lo fulminaba con la mirada y le pedía en voz baja que no lo hiciera. Sin embargo, tras un lo siento, a los pocos minutos lo hacía de nuevo.

Por fin la clase terminó y nos dirigimos hacia el tren. Naturalmente, le reclamé por su comportamiento, pero me mostró una sensual sonrisa traviesa y me respondió diciendo que no podía resistirse al tenerme tan cerca.

Abordamos el tren, mientras hablamos de cosas no muy importantes, hasta que llegamos a la estación donde él tenía que bajar. Así que, sostuvo mi rostro y volvió a robarme otro beso. Me dijo mientras bajaba del tren:

- Ya te he robado tres besos - y se fue. ¡Estaba contando los besos que me había robado!

Llegué a casa un poco trastornada. Me preguntaba constantemente si me estaba volviendo loca. Sabía que estaba mal, muy mal, pero la doble personalidad que había nacido en mí, dividía mi conciencia y mi sentido común en dos.

Una parte de mí, me reclamaba por lo que Guillermo había hecho y me recriminaba por haberme encontrado con él. Pero otra parte de mí, estaba encantada con la emisión y el peligro que Guillermo representaba.

¿Cómo rayos había nacido en mí esa mujer totalmente distinta? ¿Iba a permitir que ella tomara mucha más fuerza en mis decisiones?

Obviamente no. Ella representaba un gran problema para mí y mi relación. Aunque mi parte opuesta no podría llamar a mi noviazgo una relación.

Después de hacer la cena y de adelantar mi tarea, Guillermo me llamo por otra aplicación llamada Viber®.

- Hola preciosa, ¿como estas? -le oí preguntar muy relajadamente.

- Un poco confundida.

- ¿Confundida por qué?

- Por tu comportamiento de hoy. No estas ajeno al hecho de que tengo novio y lo que hiciste, no me ha hecho las cosas fáciles.

- Bebé, nunca he querido ponerte en esa situación, pero me gustas. Me gusta tu boca, tu olor, todo de ti. Nunca voy a pedirte que rompas tu relación, sólo quiero que me des una oportunidad.

- No puedo hacer eso, Guillermo, ya estoy en una relación.

- ¿Y cuál es el problema? -quiso saber extrañado.

- Yo nunca he hecho algo parecido en mi vida, no creo que sea capaz de hacerlo ahora.

- Él no tiene por qué saberlo, será algo entre tu y yo solamente. ¿Qué dices?

- No lo sé -contesté sinceramente.

Mi parte opuesta, estaba fascinada y quería con todas mis fuerzas que aceptara la propuesta de Guillermo. Me decía que nunca había hecho algo emocionante y que por lo menos una vez en mi vida, no fuera tan nerd.

Yo no estaba tan convencida. Sin embargo y sin saber cómo, mi parte opuesta ganó la batalla interna que tenía en mi cabeza.

- Está bien -respondí-. Aunque no estoy totalmente segura todavía.

- No te preocupes, yo haré que valga la pena.

Después de ese día mi vida se volvió un caos. Tenía una relación con dos increíbles chicos y ambos pedían mi completa atención.

Sé que no es justo compararlos, pero mi relación con Guillermo sí podía llamarse una relación. Todos los días estaba atento a mí.

Era un chico atento y muy dulce. A pesar, de que Sebastián cada día estaba más distante y frío conmigo.

Cuando me visitaba, era como sí mi mejor amigo lo hiciera, a excepción de cuando se ponía cariñoso.

Nada había cambiado, seguía haciendo las mismas cosas y seguía dejándome con las ansias de más.

Y nuestra relación se vio comprometida cuando dejé que Guillermo viniera a mi casa a pasar la noche.

Tú, yo y el... y elDonde viven las historias. Descúbrelo ahora