Capítulo 03. Pequeño Incidente

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Shyriu había cumplido con su misión, mostrándole la casa de Capricornio a la nueva Santa. Sin causarle más problemas y excusándose, en cuanto se marchó.

Pero el rubio guardián del cisne, se animó un poco más a enseñarle a la recién llegada habitación por habitación, explicándole el orden de cada cosa. Y hablándole sobre el antiguo Santo de Acuario.

- ¿Tú también vives acá? - cuestionó la nueva Santa de Acuario. El parecía bastante familiarizado con el entorno de la casa de Acuario.

-Mmm, la verdad no. Solo venía a hacer limpieza y a organizar las reparaciones de la casa--aclaro el rubio. - Señorita Sonia-

-Nada más Sonia, Cisne -recibió por respuesta de la joven. La chica le dirigió una sonrisa tímida al muchacho - ¿Que sucede? -

-es la primera vez que entran al santuario, ¿verdad? - cuestionó. Y por un momento el mismo palideció por la manera tan abrupta en cómo había sonado su pregunta.

- A decir verdad, sí. -declaró su acompañante. Los ojos verdes de la joven mostraron su sorpresa. Y su sinceridad al responder las preguntas del Santo de Bronce.

Sin detener sus acciones, continuó ordenando sus pertenencias dentro del armario de la habitación principal. El rubio la miraba sentado desde la cama, que anteriormente le perteneció a Camus.

Los cabellos ondulados de la Santa se movían de un lado a otro, mientras ella arreglaba entre los cajones la ropa que ahí guardaría. Sus objetos personales, terminaron guardado en el último cajón. Y algunos otros como el maquillaje y perfumes, de oraron el vacío tocador de la habitación.

- ¿has tenido algún novio? - volvió a cuestionar el santo de cisne. La pregunta quedo en el aire por un momento, en que la chica intentaba reaccionar ante la sorpresa y la curiosidad que empezaba a demostrar el muchacho que descansaba en su cama.

-no. - la respuesta fue seca, y por un momento se detuvo a pensar. Antes de darle una respuesta final a Hyoga- Que yo recuerde, no he salido con nadie. ¿Porque? ¿Piensas invitarme a salir? -

El chico que la había estado mirando con atención, desvío la mirada y se sonrojo sutilmente. La sonrisa burlona de la muchacha lo había atrapado entre sus propios juegos. Volviendo el ambiente cómodo, como de dos amigos haciendo bromas y travesuras.

Ambas manos reposaban en sus caderas frente a la última maleta que tenía que ordenar. Pero sus ojos seguían el alumno de Camus. -estaba jugando, no tienes por qué preocuparte, ¿y tú? -.

El de ojos azules, volvió a prestarle atención. Y por un momento se puso serio, recordando a las chicas con las que en algún momento de su travesía había entablado afecto. Y antes de ser delatado por sus propios pensamientos, y la tardanza de su respuesta, se apresuró a decir, -algunas salidas-

--interesante- susurro la joven. Intentando no pensar en las muecas que el chico había puesto mientras pensaba en su respuesta.

-tengo que ir a entrenar, a esta hora los Santos de oro deben estar en coliseo. Pero primero debo ir a darme un bañó - aseguró el chico, se puso de pie con tanta energía que la chica, río contagiada de la energía que emitía el rubio. Sus pasos lo llevaron al marco de la puerta.

-está bien- su voz había salido con más confianza, y diversión. Sus ondulado cabellos descansaron en sus hombros. Y sus ojos se cerraron al momento de sonreírle al rubio.

-si gustas puedes ir, estaré en el Coliseo con los demás santos dorados y mis amigos, sería divertido que se conozcan- mencionó Hyoga, recargándose por algunos momentos en el marco de la puerta antes de seguir su camino, la entrada de la Templo de Acuario, y tomar el atajo hacia la cabaña donde se quedaba cuando se encontraba en el santuario.

Santas Doradas [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora