Capítulo once.

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capítulo uno de ??

Sucrette jamás en su vida deseó tanto que un Lunes comenzara como lo hizo aquel Domingo por la mañana, cuando apenas se despertó y recordó los suaves labios del delegado contra los suyos.

Besar al sensual rubio la noche anterior la sugestionó para que el tiempo le pareciera lentísimo, casi tortuoso y eterno aquel día y cuando por fin se decidió a hacer algo más para pasar el rato, la noche que tanto anhelaba había llegado.

Debía madrugar para llegar pronto a la institución y ver a Nathaniel, obvio, su futura pareja. ¡Si él no daba el paso, ella lo haría! Y, además, debía prepararse físicamente. Véase: ponerse más guapa.

Casi no pegó ojo, mas no importaba. Nuestra enamoradiza protagonista se vistió lo mejor y más casual que pudo, como si hubiera planeado nada; se maquilló ligeramente, y dejó suelta su rubia y sedoza cabellera.

Desayunó, luego preparó sus cosas para el instituto con muchísima emoción. Apenas dar la hora en la que debía marchar, salió de su hogar tras gritar un ‹¡ya me voy al instituto, mamá!›.

Sintió su estómago revolver cuando divisó a lo lejos el Sweet Amoris. Sinceramente, agradecía mucho el vivir a menos de ocho calles del lugar, además sin darse cuenta su paso había sido rápido.

Emilia soltó un suspiro y tocó la puerta de la sala de delegados cuando estuvo frente a esta. Escuchó un par pasos y ruidos raros. Sin embargo, pronto oyó una voz masculina murmurando un nervioso ‹pase›.

Al ingresar ella dijo:—Buenos días.

Nathaniel estaba ahí con una extraña sonrisa, parado al lado de un gran armario seguramente lleno de papeles, y su rostro estaba muy muy rojizo por alguna razón que Emilia desconocía.

—Buenos días, Emi —respondió al saludo con cortesía—. ¿Cómo estuvo el resto de tu fin de semana? Todo bien, ¿no?

—¡Sí, por suerte! No supe nada del tipejo aquel —se aproximó al contrario, a paso lento y coqueto—. ¿El tuyo cómo estuvo? —detuvo su caminar al estar enfrentada a él.

—Y-yo pienso que... normal. S-sí, muy normal, aparte de, bueno ya sabes... y y-yo... yo creo que...

La rubia estaba esperando a oír aquellas palabras que tanto anhelaba desde hace semanas. ‹Su, yo creo que me gustas. ¿Quieres ser mi novia?›. Pero lo que pasó a continuación le pareció surreal e inoportuno.

La puerta del armario fue abierta de par en par con brusquedad y descaro. Un pelirrojo salió de allí dentro, con una vacilante expresión, y se acomodó al lado del chico.

—¿Interrumpo algo, par de rubias?

—¡Castiel, no debías salir! Emilia, y-yo puedo explicarlo, a-ah...

Lo siguiente que ella supo fue que Castiel y Nathaniel son novios-no-novios en secreto desde hace semanas. Y no pudo hacer más que pedir muchas disculpas y prometer guardar el secreto, como buena amiga que es, en compensación.

Ya con los ánimos por el piso, Lazzarre pasó todo el horario escolar desanimada. ¡Beso a un chico homosexual con PAREJA! Ella jamás haría eso adrede, Dios.

Para colmo, esa misma tarde cuando volvía apenada a casa, vio a Lysandro y a Armin juntos... demasiado.

Quizás solo estaban así por ser amigos, mas pasaron tantas cosas en esos últimos días que la muchacha ya no sabía qué pensar.

pequeña maratón hasta el final de fic ❤
nueva portada uwu

Sweet guys | cdm homoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora