— ¿Y ahora cuál es el plan? ¿Quedarnos aquí hasta que todos los chicos salgan de la escuela?
— ¿Tienes una idea mejor, Di?
— Ahh no, pero ya me estoy cansando.
Estamos escondidas detrás de un auto frente a su escuela. ¿Por qué? Porque la vida es injusta y él va a una universidad privada y yo a una pública. Maldita pobreza.
— Solo espera un poco, cuando él salga voy a caminar hacia él para que nuestras miradas se crucen — suspiro por el momento tan romántico que acabo de imaginar.
— ¿Y cómo se supone que lo reconozcas si lo viste hace 9 años? Seguro ya no luce igual.
— Es amor verdadero y ese no cambia. Sé que cuando lo vea sabré que es mi Scott — ella me mira como si yo estuviera loca — bueno, lo confirmaré cuando vea sus ojos grises.
— Sigo creyendo que es una idea loca Charlie, seguro parecemos un par de acosadoras.
— Tal vez solo somos dos chicas esperando a algún chico, ¿no ves a alguien por aquí que te guste?
— Aún no, pero yo te aviso — dice con su tono de fastidio.
Y probablemente es mi culpa por haberla sacado de la última clase para venir a buscar a Scott. Pero como es mi mejor amiga, tiene que seguirme el juego sin importar lo raros que sean.
— Chicas, ya me tengo que ir, ¿podrían moverse?
Diana y yo volteamos hacia la parte delantera del auto, donde un chico nos habla desde la ventanilla.
— ¡Uy! ¡Perdón! — le sonrío.
— ¿Te conozco? Me pareces conocida.
El chico abre la puerta del auto y se baja para hablarnos. Di y yo nos enderezamos para verlo de frente. Es lindo, piel clara y ojos azules muy claros.
— No somos de por aquí — dice mi amiga.
— ¿Cómo se llaman? — insiste el chico.
— Yo Diana y ella es mi amiga Charlie — me señala.
— ¿Charlie? Qué curioso nombre para una chica — se ríe.
— Me llamo Charlotte, pero mis amigos me dicen Charlie — le digo al chico metiche — ¿tú cómo te llamas?
— Nathan... espera, ¿eres Charlotte? ¿La hija de la tía Selene?
— No es tu tía — contesto sin pensar — ¡oh rayos! ¿Eres el otro hijo de Allison?
— Ya te dije que me llamo Nathan.
— ¡Destino! — levanto mi vista al cielo para dar gracias.
— ¿Destino por qué? — susurra Di.
— ¿Que no lo ves? Es una señal de que estamos cerca de Scott.
— ¿Estás aquí por mi hermano? ¿Por eso estaban ahí escondidas?
— No, ¿qué crees que somos? ¿Acosadoras?
— Si.
— Pues no, ahora vete.
— ¿De verdad quieres que me vaya? Creí escuchar que no sabes cuál es Scott, ¿no quieres que te lo diga?
— ¡No!
— ¡Si! — dice mi amiga — Por favor Charlie, no quiero estar aquí toda la tarde.
— Traidora — le susurro — bien, entonces si, dime cuál es Scott.
— ¿Puedo saber por qué lo buscas?
— Es el amor de mi vida — digo con decisión.
— ¿Y él lo sabe? — se burla.
— Aún no, pero lo sabrá.
— Ya sabes, sus miradas se cruzan y todo ese rollo — se burla también Di.
— Bueno, entonces prepárate porque ahí viene — señala hacia la puerta de la escuela.
— ¡¿Dónde?!
— Nah, no es cierto — se ríe — pero no debe tardar en salir.
Me recargo de nuevo en el auto para no perder de vista la puerta y al chico de ojos grises que me hace suspirar. Nathan y Diana platican de algo y me hablan pero los ignoro.
— Es ese de ahí — dice finalmente.
Lo veo pasar por la puerta en cámara lenta. Alto, guapo, camisa de cuadros ajustada y jeans claros. Su cabello cobrizo resalta con la luz del sol.
Camino hacia él en estado de trance. ¡Rayos! Camina hacia mí y yo me recompongo para no parecer una loca. Miro al piso con expresión tímida y espero el momento para levantar mi mirada hacia él.
— ¡Hey Scott! — le gritan y se detiene a escasos metros — Vamos a jugar básquetbol, ¿vienes?
— Si, está bien — dice y regresa sobre sus pasos hasta el chico en la puerta.
— ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
¡Tan cerca de mi! Casi pude sentirlo, ¡la corriente eléctrica y todo eso! ¡Agh! ¡Estúpido chico arruina momentos!
— ¿Y bien? ¿Ya se enamoró? — se burla Nathan.
— Es medio despistado, ¿no?
— Solo con las cosas que no le interesan.
— Idiota — le gruño.
— ¿Perdón? ¿Me dijiste algo?
— ¡Que nos vamos! Andando Di.
— Pero Charlie, ¿no podemos quedarnos un rato más? Nathan es lindo.
— No me agrada, es muy grosero.
— Puedo llevarlas si quieren, tu casa queda en mi pasada — nos grita.
— ¡Anda Charlie! ¡por mí!
— Bien, pero no voy a dirigirle la palabra hasta que se disculpe.
Nos acercamos de nuevo a Nathan y nos subimos a su auto viejo de color rojo. Tiene ese aspecto clásico de asiento corrido e interior alfombrado. Como no quiero hablarle, me subo al asiento de atrás para que Diana se siente junto a él.
Permanezco en silencio mientras ellos platican y cuando menos lo espero, Nathan estaciona afuera de mi casa. Le agradezco antes de abrir la puerta y bajar de su auto.
— ¿Y cuál es el plan para mañana? — me grita desde su ventanilla.
— ¿De qué hablas?
— Diana dice que tienes un plan elaborado y todo eso. ¿Cuál es el siguiente paso?
— Aún no lo sé.
— Yo podría ayudarte, si quieres.
— ¿Por qué? ¿Por qué quieres ayudarme?
— Soy un alma bondadosa — sonríe — anda, te conviene, yo sé todo lo que mi hermano hace, sus horarios y todo.
— No confío en tí.
— No tienes por qué hacerlo, pero soy tu única opción.
— Voy a pensarlo, ¿está bien?
Me acerco de nuevo para que registre su número en mi teléfono. Voy a valorar mis opciones antes de recurrir a él, no puedo aceptar su ayuda solo por qué sí, ¿qué gana Nathan de todo esto?
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El Cuento de mi Vida
Teen Fiction¡Amo las historias de amor! Tienen todo lo que me gusta: destino, amor, romance, chicos guapos y ¡besos! ¿Lo malo? Que la realidad nunca supera la ficción y eso nadie me lo dijo. Para una chica soñadora como yo, las grandes historias de amor son alg...