IV.

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— ¿Y ahora cuál es el plan? ¿Quedarnos aquí hasta que todos los chicos salgan de la escuela?

— ¿Tienes una idea mejor, Di?

— Ahh no, pero ya me estoy cansando.

Estamos escondidas detrás de un auto frente a su escuela. ¿Por qué? Porque la vida es injusta y él va a una universidad privada y yo a una pública. Maldita pobreza.

— Solo espera un poco, cuando él salga voy a caminar hacia él para que nuestras miradas se crucen — suspiro por el momento tan romántico que acabo de imaginar.

— ¿Y cómo se supone que lo reconozcas si lo viste hace 9 años? Seguro ya no luce igual.

— Es amor verdadero y ese no cambia. Sé que cuando lo vea sabré que es mi Scott — ella me mira como si yo estuviera loca — bueno, lo confirmaré cuando vea sus ojos grises.

— Sigo creyendo que es una idea loca Charlie, seguro parecemos un par de acosadoras.

— Tal vez solo somos dos chicas esperando a algún chico, ¿no ves a alguien por aquí que te guste?

— Aún no, pero yo te aviso — dice con su tono de fastidio.

Y probablemente es mi culpa por haberla sacado de la última clase para venir a buscar a Scott. Pero como es mi mejor amiga, tiene que seguirme el juego sin importar lo raros que sean.

— Chicas, ya me tengo que ir, ¿podrían moverse?

Diana y yo volteamos hacia la parte delantera del auto, donde un chico nos habla desde la ventanilla.

— ¡Uy! ¡Perdón! — le sonrío.

— ¿Te conozco? Me pareces conocida.

El chico abre la puerta del auto y se baja para hablarnos. Di y yo nos enderezamos para verlo de frente. Es lindo, piel clara y ojos azules muy claros.

— No somos de por aquí — dice mi amiga.

— ¿Cómo se llaman? — insiste el chico.

— Yo Diana y ella es mi amiga Charlie — me señala.

— ¿Charlie? Qué curioso nombre para una chica — se ríe.

— Me llamo Charlotte, pero mis amigos me dicen Charlie — le digo al chico metiche — ¿tú cómo te llamas?

— Nathan... espera, ¿eres Charlotte? ¿La hija de la tía Selene?

— No es tu tía — contesto sin pensar — ¡oh rayos! ¿Eres el otro hijo de Allison?

— Ya te dije que me llamo Nathan.

— ¡Destino! — levanto mi vista al cielo para dar gracias.

— ¿Destino por qué? — susurra Di.

— ¿Que no lo ves? Es una señal de que estamos cerca de Scott.

— ¿Estás aquí por mi hermano? ¿Por eso estaban ahí escondidas?

— No, ¿qué crees que somos? ¿Acosadoras?

— Si.

— Pues no, ahora vete.

— ¿De verdad quieres que me vaya? Creí escuchar que no sabes cuál es Scott, ¿no quieres que te lo diga?

— ¡No!

— ¡Si! — dice mi amiga — Por favor Charlie, no quiero estar aquí toda la tarde.

— Traidora — le susurro — bien, entonces si, dime cuál es Scott.

— ¿Puedo saber por qué lo buscas?

— Es el amor de mi vida — digo con decisión.

— ¿Y él lo sabe? — se burla.

— Aún no, pero lo sabrá.

— Ya sabes, sus miradas se cruzan y todo ese rollo — se burla también Di.

— Bueno, entonces prepárate porque ahí viene — señala hacia la puerta de la escuela.

— ¡¿Dónde?!

— Nah, no es cierto — se ríe — pero no debe tardar en salir.

Me recargo de nuevo en el auto para no perder de vista la puerta y al chico de ojos grises que me hace suspirar. Nathan y Diana platican de algo y me hablan pero los ignoro.

— Es ese de ahí — dice finalmente.

Lo veo pasar por la puerta en cámara lenta. Alto, guapo, camisa de cuadros ajustada y jeans claros. Su cabello cobrizo resalta con la luz del sol.

Camino hacia él en estado de trance. ¡Rayos! Camina hacia mí y yo me recompongo para no parecer una loca. Miro al piso con expresión tímida y espero el momento para levantar mi mirada hacia él.

— ¡Hey Scott! — le gritan y se detiene a escasos metros — Vamos a jugar básquetbol, ¿vienes?

— Si, está bien — dice y regresa sobre sus pasos hasta el chico en la puerta.

— ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

¡Tan cerca de mi! Casi pude sentirlo, ¡la corriente eléctrica y todo eso! ¡Agh! ¡Estúpido chico arruina momentos!

— ¿Y bien? ¿Ya se enamoró? — se burla Nathan.

— Es medio despistado, ¿no?

— Solo con las cosas que no le interesan.

— Idiota — le gruño.

— ¿Perdón? ¿Me dijiste algo?

— ¡Que nos vamos! Andando Di.

— Pero Charlie, ¿no podemos quedarnos un rato más? Nathan es lindo.

— No me agrada, es muy grosero.

— Puedo llevarlas si quieren, tu casa queda en mi pasada — nos grita.

— ¡Anda Charlie! ¡por mí!

— Bien, pero no voy a dirigirle la palabra hasta que se disculpe.

Nos acercamos de nuevo a Nathan y nos subimos a su auto viejo de color rojo. Tiene ese aspecto clásico de asiento corrido e interior alfombrado. Como no quiero hablarle, me subo al asiento de atrás para que Diana se siente junto a él.

Permanezco en silencio mientras ellos platican y cuando menos lo espero, Nathan estaciona afuera de mi casa. Le agradezco antes de abrir la puerta y bajar de su auto.

— ¿Y cuál es el plan para mañana? — me grita desde su ventanilla.

— ¿De qué hablas?

— Diana dice que tienes un plan elaborado y todo eso. ¿Cuál es el siguiente paso?

— Aún no lo sé.

— Yo podría ayudarte, si quieres.

— ¿Por qué? ¿Por qué quieres ayudarme?

— Soy un alma bondadosa — sonríe — anda, te conviene, yo sé todo lo que mi hermano hace, sus horarios y todo.

— No confío en tí.

— No tienes por qué hacerlo, pero soy tu única opción.

— Voy a pensarlo, ¿está bien?

Me acerco de nuevo para que registre su número en mi teléfono. Voy a valorar mis opciones antes de recurrir a él, no puedo aceptar su ayuda solo por qué sí, ¿qué gana Nathan de todo esto?

El Cuento de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora