E

192 25 5
                                    

El médico después de las largas horas que estuvo cumpliendo su labor tratando de salvar la vida de Kun, aparece por los pasillos visualizando a lo lejos a Jaehyun tendido en los asientos.

Al llegar, lo sacude suavemente tratando de despertarlo. El castaño abre sus ojos lentamente sin percatarse que su médico estaba en frente debido a su nublada visión.

Jaehyun al distinguir al profesional se levanta rápidamente esperando respuestas positivas.

Pero es todo lo contario.


Kun ha fallecido.


Jaehyun no lo soporto y se largo a llorar desgarradoramente, su corazón dolía, y demasiado, necesitaba a Kun. Él no se podía ir.

No podía dejarlo solo. ¿Qué haría sin él?

Ya no podrá acariciar su sedoso cabello, ya no podrá mirar con lujuria sus carnosos labios, ya no podrá admirar esos bellos ojos, ya no podrá tocar con delicadeza su bella anatomía.

Y lo peor, no se pudo despedir ni decirle un último te amo.

...


Kun sufría leucemia; la enfermedad le fue detectada a la temprana edad de 17 años, el mundo se le había venido abajo al enterarse, el miedo y la pena carcomiéndole por dentro, se sintió como un perro indefenso, pequeño y solo.

La enfermedad al ser encontrada en sus primeras etapas tenia la posibilidad de vivir más tiempo de lo esperado siguiendo un estricto tratamiento, y con eso, sus esperanzas de vida eran casi nulas. Los tratamientos de la enfermedad eran carísimos y su familia no tenía el dinero suficiente para pagarlos, a pesar de esto, hicieron todo lo posible para recaudar lo que les faltaba. Su madre y padre comenzaron a trabajar en distintos lugares con jornadas laborales extensas, provocando que llegaran más tarde a casa, cansados y con ningún ánimo de decirle buenas noches a su hijo.

Kun se odio por mucho tiempo.

Cuando caía la noche se repetía una y otra vez que todo esto era su culpa, que si no fuera por él, seguirían siendo una familia unida con padres amorosos y cero agotados por estar trabajando tantas horas. Seguirían siendo la familia feliz que siempre habían sido.

Y cuando sus ojos pesaban de tantas lagrimas acumuladas los cerraba y dormía con el nudo en la garganta cortándole la respiración.




Su estado había estado empeorando, habían pasado cuatro meses desde que la enfermedad fue detectada y sus padres aún no conseguían el dinero suficiente para costear la quimioterapia. Sentía un cansancio enorme, como si le hubieran puesto unas pesas sobre sus hombros, sumado que no tenía apetito, y los complementos alimenticios que le habían sido recetados para eso mismo, los terminaba vomitando. Y su estado anímico empeoraba toda la situación.

Había dejado de ir a la escuela debido a su condición pero la institución le brindó clases de manera online para que pudiera seguir con su aprendizaje. Estaba agradecido con ellos mas aún así, no quería hacer ni saber nada. Alejado de todo, aislado, su mente había comenzado a deteriorase, no tenía a su familia para que lo apoyara ni mucho menos tenía amigos que lo sacaran de la realidad. Estaba completamente solo ante un mundo que le era indiferente.




Llegó el día uno de sus quimioterapias, el tratamiento ya estaba pagado y solo faltaba que su cuerpo y los medicamentos pusieran de su parte para poder mejorar. Se había sentido feliz ante la esperanza de poder sanar y volver a cómo todo era antes.

El tiempo fue pasando y Kun no sabía si se sentía mejor o peor que antes, los tóxicos remedios que le inyectaban lo hacían cansarse el doble y más adolorido. Su pelo estaba cayéndose poco a poco y con ellos, su autoestima también. Hace un poco más de medio año estaba ahí y ya no quería más guerra.

El ánimo de Kun estaba por los suelos, excepto cuando llegó cierto muchachito de cabellos castaños y sonrisa de comercial dental.

Jaehyun o Yoonoh había llegado al hospital gracias a su hermano que estaba internado ahí luego de un accidente de tránsito. El chico había comenzado a recorrer los pasillos del hospital luego de aburrirse de estar en la habitación de su hermano, y en su recorrido, pasó por el área donde se encontraba Kun.

Qian había quedado enamorado por el más alto, en simples palabras. Tenía un aura que traía tranquilidad y simpatía, su sonrisa era perfecta y tenía hoyuelos que complementaban esta. Simplemente era perfecto.

En el momento quiso llamar la atención del castaño para poder entablar una conversación, pero su interior le dijo que no lo hiciera, que era feo, se estaba quedando sin cabello y estaba con una aguja enterrada mientras le pasaban químicos ¿Quien querría hablar con alguien como él? Nadie.

O eso le decía su mente.

Por el lado contrario, Jaehyun había quedado anonado mirando hacia la sala de quimioterapia. Había un niño muy bonito, sus mejillas eran regordetas y tiernas, y tenía unos ojos que brillaban más que las estrellas ¿Él podía entrar ahí? Suponía que si, así que emprendió marcha hasta allá decidido a hablar con el niño de ojos bonitos.

Ambos sintieron una conexión inexplicable cuando se dedicaron su primera sonrisa tímida.

Al año después, con 18 años cumplidos, Kun se sintió libre, había dejado la quimioterapia ya que, al parecer, está hizo efecto y erradicó algo de la enfermedad. Ya no se sentía cansado, podía comer sin vomitar y su estado anímico estaba mucho mejor. Ahora fuera de ese hospital, iba a recuperar todo el tiempo perdido.

Y tomando la mano de quien fue su primer amor, recorrió la vida que le quedaba con risas y alegría infinita. Jaehyun gustoso acompañó esas risas escandalosas y felicidad llena de cariño.

addio amore | jaekunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora