Capítulo 6

2.5K 298 29
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Hailey se removió incomoda en una de las camas de la cabaña número ocho, perteneciente a Artemisa y sus cazadoras, eran las cuatro de la mañana y Hailey no había pegado ojo, no podía tras saber quién era su madre. Le habían felicitado, le había dicho que podía ir a la cabaña número veinte para conocer a las otras hijas de Hécate, pero aquello le aterrorizo, Hailey entró en pánico de tan solo pensar en que debía convivir con otras personas, personas que eran sus hermanos.

La castaña bufó al notar que el sueño jamás llegaría, se levantó y se cambió el pijama por un cambio deportivo que Thalia le había dejado para el entrenamiento que tendrían, Hailey decidió entrenar por su cuenta, ya encontraría un lugar en donde entrenar. En cuanto salió de la cabaña notó lo enorme que era el campamento y la oscuridad que aun reinaba en él, caminó sin rumbo siguiendo sus instintos, hasta que llegó a la orilla de la playa.

—No sé si realmente me estés escuchando —tocó el collar que siempre estaba sobre su cuello—. No sé si realmente sientas un aprecio hacia mi —transformó su collar en su espada sintiendo su respiración agitarse al sentirse abrumada por tantas emociones a la vez—. Pero debo decir lo que pienso, aquello que he guardado desde que tengo memoria —movió sus brazos y sus pies colocándolos en la posición correcta para iniciar su entrenamiento—. Siempre busque alguna foto tuya, un vestido, un broche, buscaba algún objeto al cual aferrarme, un objeto al que podría amar sabiendo que era tuyo —dio estocada tras estocada, una más fuerte que la otra—. Pregunté miles de veces tu nombre, cómo era tu voz, cómo eras y solo recibí evasivas o golpes —el sudor comenzó a hacerse presente en su frente—. Grité miles de veces por tu ayuda, grité buscando tu consuelo, lloré al saber que nunca llegarías, lloré por mi madre hasta que quedé seca —el nudo en su garganta se intensifico al recordar las noches que lloró por su madre como si de un bebé se tratara—. Y tú siempre lo supiste, supiste cuando lloraba, supiste cuando gritaba, supiste de las palizas que recibía desde que tuve seis años, ¡Por una mierda, tenía seis años! —gritó mientras dejaba que las lágrimas empaparan sus mejillas, a pesar de esto siguió moviendo la espada arremetiendo el filo de esta contra el viento como si de una persona se tratara—. Nunca fuiste a cuidarme, en ninguna ocasión me salvaste, te has quedado en tu estúpido trono viéndome sufrir. Quise que me reconocieras, quise saber quién eras, pero ahora siento que caigo en pedazos —dejó caer la espada a la arena y comenzó a sollozar dejándose caer en la arena, apretó su pecho sintiendo que este le dolía, no era un dolor físico, sentía que estaba destrozada, sentía como aquel dolor que acumulo desde su corta edad de seis años ahora le golpeaba—. ¡Me importa una mierda que seas una diosa, me importa una mierda que no pudieras verme, yo solo quise a mi mamá y jamás la tuve! —y ahí frente al mar Hailey Blake se rompió por completo.


→•←


—¡Otra vez! —rugió Hailey tras caer por cuarta vez al suelo de la arena en donde todos entrenaban.

—Hoy estás algo rara —Thalia había notado el comportamiento tan rudo y lleno de ira de su amiga, pero no había mencionado nada hasta ahora. Eran las ocho de la mañana y su entrenamiento inicio a las seis, Thalia se había levantado temprano y al ver la cama vacía en la que se suponía debía estar Hailey decidió salir a buscarla y la encontró a pocos metros de la cabaña desde entonces estaban entrenando—. Tomemos un descanso.

—No quiero tomar un descanso, debo mejorar mis movimientos.

—Lo harás, pero necesitas tomar un respiro antes de que caigas desmayada.

—Como sea —Hailey no quería ser grosera con Thalia, pero su humor estaba por los suelos tras llorar en la madrugada y no haber dormido.

—Hailey... —Thalia quiso preguntarle sobre lo que le ocurría, pero se detuvo tras escuchar su nombre.

—¡Thalia! —Jason se acercaba corriendo junto a Percy, los dos sonreían en su dirección y estaban listos para luchar contra la cazadora—. Entrenemos juntos —sonrió cual niño pequeño al estar frente a su hermana mayor, Thalia sonrió ante tal escena, no importaba si Jason casi le sacaba dos cabezas este siempre sería su pequeño hermanito, el mismo que había intentado comer una grapadora y gracias a ello tenía una cicatriz en la comisura de sus labios.

—Será en otra ocasión chicos, estoy entrenando con Hailey —miró a la castaña sobre su hombro, la chica jugaba con su espada sin despegar la mirada de esta con el ceño fruncido cosa poco común en ella, si Thalia no supiera que la chica era hija de Hécate podría decir que con aquel gesto parecía ser hija de Ares.

—Oh, no lo había notado —Jason rascó su nuca nervioso tras haber ignorado a la chica tras su hermana—. Hola, Hailey —saludó el rubio llamando la atención de la chica.

—Hola —fue lo único que dijo antes de regresar su mirada a su espada.

—¿Qué tal si entrenamos entre todos? todos lucharemos y así aprenderemos nuevas maneras de lucha —propuso Percy para sorpresa de todos, el chico por primera vez había estado atento a lo que sucedía a su alrededor.

—No lo sé, he quedado con Hailey y...

—Hagámoslo —Hailey interrumpió a Thalia y miró a las tres personas que estaban a su lado, sus ojos brillaban de una manera extraña cosa que no dio buena espina a la integrante de las cazadoras, pero no podía negarle nada a la chica, solo podría entrenar y asegurarse de que nadie saliera lastimado.

—En ese caso Nico también puede participar —Jason se hizo a un lado dejando ver al chico de tez pálida, a pesar de que Nico había crecido considerablemente Jason seguía siendo el más alto y por ello no habían notado la presencia del chico.

—Comencemos con esto —Hailey se levantó con agilidad mientras sostenía su espada con gracia, su mirada recayó en el chico de negros ojos y la mirada de él recayó en los ojos azules de ella, los dos sintieron una chispa que malinterpretaron con sed de tener una revancha por la lucha que habían tenido el día anterior, este entrenamiento comenzaba a ser personal y no tenía pinta de que terminaría bien. 


No soy Bianca → Nico Di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora