El libro perdido

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Yo....|

Y...|

..|

|Tiradero por doquier. Se estaban llevando a Moran. Sebastian Moran, mejor conocido como "Coronel Moran", Era un ex militar, y que trabajaba bajo el yugo de James Moriarty. Sherlock ya había vuelto después de su fingida muerte...Fingida ¿Ah?...

3 años, pensé... Que mi mejor amigo, y el mejor detective del mundo estaba muerto. Algo ajeno, y lejano a mí, me mantenía la esperanza de que él estuviese vivo. Impregnar su olor de quién sabe con qué estuviese experimentando ese día por el aire. Su sonrisa maquiavélica cuando nos entregaban un caso...

Y todo eso, se desvaneció el día que Sebastian Moran llegó a Baker Street. Regularmente visitaba a Mrs Hudson. Ella y yo, sin Sherlock nos sentíamos vacíos. Sin una parte de nosotros. Algo... Terrible, en verdad. E iba a saciar ese vació, montado charlas que duraban horas... Y ese día era uno de esos días. Iba saliendo, algo tarde... Tardó en interceptarme, pero cuando lo hizo, colocó una manta negra sobre mi cabeza. No supe que hacer. Traté de golpearlo. Pero no tardó en golpear mi cuello con el mango de su revólver y dejarme inconsciente.

Al despertar, estaba en una habitación oscura. Era una casa abandonada, olía a estar abandonada. El olor a moho que desprendía era... No insoportable, pero tampoco agradable. Traté de moverme, pero estaba atado de pies y manos a una silla. Suspiré...

Pasé tal vez... unos 3 días así. Rogaba por que Sherlock me encontraba, pero... A ese punto, mis esperanzas ya eran nulas.

Él hacía conmigo lo que quería. Desde que marcar cada dedo con una pinza caliente, hasta hundirme un picahielos en mi herida de la guerra. Podía sentir el acero frío removiéndose entre mis músculos. Pero simplemente apretaba los labios. Ta vez habría flaqueado... Pero no podía... Ya no estaba Sherlock para que me escuchara.

El tercer día que me mantuvo allí, cautivo. Estaba tirado en el suelo. Había madera podrida en el suelo, y de pronto, un resplandor como de oro paso por mi vista. Iba a acercarme, arrastrándome. Pero entonces empecé a escuchar un ajetreo. Gritos, disparos... Cerré los ojos.

Unos pasos se acercaban.

Apreté los puños que se encontraban atados tras mi espalda.

Una sombra se agachó a mi altura, la pude sentir. Temblé, pensaba que ese sería mi final. Pero cerca de mi oído escuche. "Todo estará bien, John... He venido por ti." Y abrí los ojos de par en par.

Cuando logró desatar mis manos, me quedé sentado, mientras lo miraba salir de la habitación sin decir más, y volví a escuchar ajetreo, pero esta vez escuche a los oficiales entrar. Estaba en Shock, ¿Era Sherlock? ¿De verdad, era Sherlock? Me incorporé lentamente. Y baje la mirada. De nuevo el resplandor Dorado estaba sobre mi vista. Me agache y rompí lo que quedaba de madera y tomé el cuaderno. Era tan viejo. Tan viejo que no podría decir siquiera de que época era. Ni siquiera si era de fantasía o real. Las hojas ya eran amarillas por los años, y estaba un poco descuidado, más no roto. Me volteé cuando la puerta se escuchó abrir y Sherlock se apresuró hacia mí. Me tomó por los hombros y me inspeccionó, acercándose y alejándose de mí, luego en un impulso, me abrazó durante unos segundos. Fuerte. Tan fuerte en su pecho, que... Me desvanecí.

La luz comenzó a entrar, y mi vuelta dio un giro tremendo. Sentía mis ojos que daban vueltas y no podía ni levantarme hasta que se normalizaron. Pero inmediatamente un dolor de cabeza me surgió. Estaba en Baker Street. En el cuarto de Sherlock. Estaba solo, y moví la mano hacia el buró, allí había agua, y unas pastillas. Para el dolor punzante que sentía en las manos... Que ya estaban vendadas. Como mi hombro y otras partes del cuerpo. Pero baje el vaso cuando encontré el libro. ¿Por qué me llamaba la atención tanto? Lo abrí y empecé a leer.

Una conexión más allá del tiempo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora