Locutor.

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William, caminaba sin rumbo fijo por los pasillos del panal, subía docenas de escaleras, las bajaba con saltos para comenzar ascender de nuevo, sus amigos comenzaban a preocuparse, sabían que la muerte de su madre había sido un golpe fuerte, sospechaban que lloraba por horas en los establos, varios cazadores comenzaban a juzgarlo de loco, tal vez era así, la depresión comenzaba a trastórnalo, tomaba varias hojas donde escribía una sola oración cientos de veces, tras insistir y llevarlo más con fuerza para que comiera algo, incluso el paladín le daba terapias de abrazos para hacerlo sentir mejor pero nada conseguía un efecto favorable. No se atrevían a dejarlo solo mientras ellos partían en búsqueda del dragón blanco, el entrenamiento de Will se reanudaría en unas semanas, por lo que era cuestión de esperarlo y vigilarlo de cerca.

—Creo que si lo llevamos a que mate algunos dragones le ayudara—sugirió Leo mientras leían en la biblioteca

—Puede ser peligroso, si entrara en esa depresión que lo hace delirar y una bestia podría aprovechar para matarlo— respondió Max

—Y si nos vamos lejos de vacaciones como a la playa o las montañas—dijo Josué

— ¿Enserio? A las montañas, para que recuerde ese momento—dijo Max moviendo negativamente la cabeza

—Podríamos ir al piso 69 ya sabes, podríamos conocerlo y ver si puede ayudarnos con esa depresión—dijo Leo

—Esa es una mejor idea, yo también tengo curiosidad—dijo Max emocionado

Esperaron hasta las 3 de la tarde para poder subir hacia aquel piso, varios posters de dibujos de los caballeros adornaban el pasillo que guiaba hasta aquella habitación, se detuvieron en una sección donde todos bajaron la cabeza, algunos retratos tenían un pequeño moño negro con su nombre en letras doradas, el primero era el de un adulto con una armadura plateada de cabello rojo con varias pecas en el rostro y algunas manchitas de sangre, su cara mostraba una mueca alegre mientras sonreía feliz, abajo su firma algo chueca.

"Para mi amigo Carlos de la torre que siempre tuve que obligarlo alejarse de los caballeros y guerreros y acosarlos. P.D. Perdona los puñetazos. Z. K."

Tras mirar brevemente los otros dibujos de los caídos, sintieron un poco de nostalgia habían escuchado cada año el aniversario de su muerte y sus acciones más relevantes.

Recordaron sus infancias cuando todos los niños rodeaban las radios en sus respectivas villas fantaseando con las narraciones del locutor, escuchando aquellos caballeros que han caído en los años.

— ¿Y si nos vamos y regresamos después?—dijo Josué mientras sus ojos brillaban y su nariz escurría

—Ya estamos aquí creo que debemos de seguir—dijo Leo

—Pero miren, desde aquí comienzan muchas señales de peligro—dijo Max señalando las etiquetas y cordones de seguridad

—Por dios, que puede ser más peligroso que el caballero Jirai y la caballera Ross—dijo Josué rompiendo las cintas, camino hasta la puerta y la golpeo varias veces creando un eco en el pasillo

La puerta se abrió con parsimonia dejando caer una pequeña estela de polvo, intentaron empujarla, pero una sombra se abalanzo sobre ellos.

— ¡Bendito sea el paladín Astor que por fin quito las cerraduras de mi puerta! —grito un hombre con un excesivo largo cabello que le cubría todo el rostro, una barba igual de larga bajaba hasta su pecho, sus ropas descoloridas le daban una apariencia de prisionero de Château d'If.

— ¡Espera nosotros no quitamos ninguna cerradura solo tocamos la puerta! —respondió Leo mientras forcejeaba para quitarse ese fétido abrazo

—Creo que no te escucha, y si corremos mejor—dijo Max

Dragones contra ángeles 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora