One shots de Hoseok x BTS.

Desastre con final feliz |JiHope|

Había una vez, un joven de apenas 13 años llamado Jung Hoseok. Es del clan del fuego, uno de los más prestigiosos, y sin embargo, él era sumamente débil si lo comparábamos con sus otros compañeros. A la tierna edad de 8 años, los niños pertenecientes de aquel clan ya eran capaces de crear dragones de fuego y controlarlos a su antojo, mientras que Hoseok... él no era capaz ni de hacer un pequeño pájaro. Por suerte, sus padres eran muy benévolos con él, sin embargo, el resto del clan le miraban con malos ojos, como si fuera un bicho raro, un inútil en resumidas cuentas.

—¡Mierda! — tras numerosos intentos de hacer aunque sea una mísera rata de fuego, volvió a quemarse la comisura de los labios. Afortunadamente, su madre siempre le metía un pequeño bote con ungüento curativo para sus entrenamientos.

Hoseok siempre acudía al mismo lugar a entrenar. Se situaba en lo alto de una montaña. No suelen haber muchos que se atrevan a ir ahí, puestos que hay animales salvajes bastante más poderosos de lo que aparentan. Básicamente para alguien de su nivel era como adentrarse al infierno mismo, pero ya habían pasado tres meses desde la última vez que hubieron ataques, por lo tanto no se preocupaba mucho.

—¿Qué haces aquí?

El pequeño joven de cabellos rojos como el fuego se giró abruptamente, pensando que podría ser algún cazador enfadado por ver a niños ahí, sin embargo sólo era su amigo Jimin, perteneciente del clan de agua. Su pelo azulado brillaba bajo el radiante Sol de aquella mañana.

—Sabes que no puedes estar aquí, este lugar es peligroso porq-

—Ya, sí, porque soy débil, no me lo tienes que recordar tu también. —interrumpió a su amigo con la oración que decía todo el mundo, fuera de su clan o no.

—Sabes que no quería decir eso —Jimin, a paso lento, se acercó a su amigo—. Este lugar es peligroso, sin importar quién seas. Sólo los cazadores de rango A o superior pueden adentrarse aquí.

—Oh venga ya, hace tres meses que no ocurre nada —respondió rodando los ojos.

—Porque estaban hibernando, tú lo has dicho, ya han pasado tres meses así que es mejor no bajar la guardia, ya sabes que la primavera es inminente.

—Jimin el sabiondo ataca de nuevo.

Aunque no lo pareciese, ambos son muy buenos amigos, sin embargo el carácter de cada uno también va dependiendo del clan. Los del clan de fuego suelen ser más explosivos y agresivos, mientras que los del agua son tranquilos y serenos. Normalmente estos dos clanes no suelen llevarse bien, pero a la vez pueden ser los mejores compañeros el uno para el otro, pues el punto fuerte de uno es lo que carece el otro y viceversa. Hoseok y Jimin experimentaron esto último, cuando su profesor de pociones les obligaron a trabajar en equipo tras una discusión que tuvieron acerca de qué clan es el más poderoso y porqué. Al principio se negaban en rotundo, sin embargo no iban a aceptar el tener un suspenso en esa asignatura y menos aún cuando el pelirrojo lo aprobaba con un cinco raspado. Se forzaron a hablar, y una vez abrieron la boca para conversar de cualquier cosa que no acabase en discusiones, se dieron cuenta que en realidad tenían bastantes cosas en común y que, a pesar de tener distintas formas de ser y además de formar parte de clanes completamente opuestos, podían llevarse bien.

—Seré Jimin el sabiondo, pero veo que eres incapaz de negar mis afirmaciones.

Hoseok calló y agachó la mirada. A veces no soportaba que su amigo siempre tuviese la razón, pero en el fondo sabía que le iba a hacer caso, pues el peli azul no iba a gastar palabras en vano.

—Venga, vámonos de aquí antes de que pase algo.

Ambos comenzaron a caminar uno al lado del otro en silencio. Hoseok con las manos en los bolsillos mientras que Jimin iba erguido y tranquilo como siempre. Claro, todo marchaba bien hasta que escucharon los aullidos de una manada de lobos salvajes.

—Mierda... —murmuró Hoseok.

Los lobos mágicos salvajes eran capaces de oler y seguir el rastro de la magia que ha sido usada recientemente, y aunque la cantidad de magia que usó Hoseok hace nada era pequeña, fue más que suficiente para que los lobos pudieran seguirles con sus veloces patas.

—Es hora de correr antes de ser comida para animales.

Al pelirrojo no le dio tiempo ni de pestañear antes de que su amigo le cogiera del brazo y estuviera, prácticamente, arrastrándole por el bosque en un intento de huir y salir vivos.

—¡Pueden oler mi magia, no importa cuánto corramos, será inútil! —exclamó Hoseok.

—Entonces habrá que buscar un escondite, y yo conozco uno muy bueno.

Jimin se desvió del camino abruptamente, pero siguió corriendo sin problemas. Las pisadas de los lobos se hacían más y más fuertes cada vez y ya podían oír sus estómagos hambrientos pidiendo devorar unas cuantas entrañas.

—¡Nos van a cazar a este paso! —volvió a exclamar Hoseok, mucho más asustado porque estaba incluso sintiendo el aliento de los lobos en su nuca.

—¡Hoseok, escúchame, cuando cuente hasta 3 salta! ¡No hagas preguntas, sólo salta!

No le dio ni tiempo a responder cuando repentinamente Jimin exclamó "¡tres!" a todo volumen y sus piernas se impulsaron hacia arriba nada más escucharle. Estaban saltando hacia una cascada de más de siete metros de altura. Al pelirrojo se le vinieron todos los recuerdos a la cabeza, y sólo podía decir que era muy aburrida.

Nada más caer al agua, Hoseok sintió que se debilitaba. El agua era su mayor debilidad, y estar hundido sobre tal enorme cantidad era como suicidarse de una forma agonizante. Su cuerpo no respondía y ni siquiera era capaz de abrir los ojos. Por suerte, el del clan del agua ya era consciente de la debilidad de su amigo ante este elemento. Nadó hacia él a gran velocidad, y para que su amigo no se quedara sin aire, sólo había una forma.

Hoseok abrió repentinamente los ojos al sentir algo presionando sus labios a la vez que notaba cómo sus pulmones se hinchaban. Su amigo le estaba proporcionando el aire que necesitaba para aguantar un poco más bajo el agua mientras era arrastrado hacia la superficie. Cuando sus cabezas salieron al exterior pudieron llenar sus pulmones de aire puro y fresco a grandes bocanadas.

—Creo que ya los hemos despistado, salgamos de aquí ahora que tenemos la oportunidad —dijo Jimin, mirando directamente a los ojos color avellana de su amigo.

Éste asintió y nadaron hasta llegar a tierra firme. Afortunadamente seguía haciendo calor, sin embargo había un poco de aire y el peliazul lo notaba. Sus pelos se erizaron y se abrazo a si mismo para intentar mantener el calor en su cuerpo.

—Acércate.

Jimin obedeció, puesto que ya se imaginaba la idea de su amigo. Y efectivamente, Hoseok posó su brazo derecho sobre sus hombros y comenzó a notar cómo su amigo usaba su magia para brindarle un poco de calor. Sí, usar la magia era bastante peligroso aquí, pero afortunadamente Jimin pudo activar un escudo invisible de protección, que anulaban el rastreo de magia.

Ambos caminaron hacia casa, sin decir ni una palabra, querían reponer fuerzas tras semejante aventura. Cuando llegaron a la ciudad, ambos se separaron para volver a sus respectivos hogares.

[...]

—Espera... —en la noche del mismo día, Hoseok estaba a punto de irse a dormir, sin embargo comenzó a recordar todo lo sucedido en la mañana.

Su amigo era uno de los más talentosos de la academia, sabía una cantidad de hechizos bastante impresionantes, y claro, entre ellas habían dos que podrían haber solucionado aquel marrón en un instante. El primero es aquel escudo de protección que no permitían el rastreo de magia, y el segundo —que tal vez ni siquiera habrían tenido la necesidad de usarlo si hubieran empleado el primer hechizo ya mencionado— es la capacidad de crear burbujas de aire bajo el agua por un tiempo limitado.

—O sea que... el beso... —su cara se quedó tan roja como el color de su cabello—. Dios mío, ¿cómo le miraré a la cara mañana?

Se puso la manta sobre el rostro mientras daba vueltas, vueltas y más vueltas sobre su cama. Al final, acabó durmiéndose mucho más tarde de lo habitual por estar pensando en cómo debería actuar a partir de mañana.