El bloque de hojas de papel que reposa sobre la mesa, inmobil, al lado de un tintero y debajo de una pluma que intenta eludir sus alguna vez. La orquesta sin director, el violín encima de la mesa: el piano silente. El telón abajo... Por decirlo así, la marioneta enredada en sus hilos. No son sino la modesta expresión del infinito, ya que son sitios donde coexisten todas las representaciones posibles de el arte, cada trazo, cada corchea, cada palabra pronunciable. Todo potencial cuadro reside en un lienzo en blanco. Todo eso que puede concebirse está implícito en el vacío de un cuaderno por estrenar, y de una carta sin escribir.
Y, por supuesto, el autor. El responsable de elegir, de entre la embrolla de cuadros enredados en un lienzo, aquel que se corresponde con su vida misma. Más allá de las criticas, más allá de las interpretaciones, de las máscaras y las hipocresías, más allá de todo, más allá de todo, del tiempo, del mundo. Intricado y noble propósito el del artista, quién ha de saber encontrar una partitura aún sin garabatear, o en un documento en blanco, o en un bloque de mármol aquella obra que le representa a el, a si mismo, a su vida en aquel instante, y cazarla. Una vez hecho este trabajo, ya nada más importa.No obstante, el autor siempre será consciente de su pequeñez, de la nimiedad de su condición, y de la trivialidad de su violín encima de la mesa. Pero ero cambia cuando, en un acto de decoro el carga el violín encima de su hombro y se dispone a contar su historia, dado que sucede algo extraordinario: brota una historia que no morirá con el ni con la caja de madera, si no que viajará a través de la eternidad, rebotando por siempre a lo largo de sus paredes agrietadas. No será nadie más que el quién de un lienzo haga una obra maestra, sin importar que es una obra maestra, sin definir «obra maestra», sin decirlo ni tan solo con palabras. Gracias a el hay arte, visto que no ha estado solo el quién de un lienzo en blanco levantó el Guernica, o quien de una partitura en blanco dibujó la 9a simfonia de Beethoven, o quien concibió el David de un bloque aséptico de mármol. No ha estado sino el quién hizo el lienzo en blanco fuera el momento que precede el beso, El estremecimiento anterior al orgasmo: el dulce y perverso estado que dará paso al clímax y que anuncia su inminente llegada.
Nacidos de un tormento, de una divagación, de una ilusión mediocre. ¿Que importa? Mientras haya un autor de ordene letras y palabras, trazos y notas, habrá arte, pero el arte rayo. Lo que importa es el sentimiento. Lo que importa son la historias por explicar, el sentido, su sentido. La locura del autor que le empujó a hacer de su vida una obra de teatro y un relato.
Así pues, cuando tenga una hoja de papel bajo una pluma que desearía redimirse de sus palabras o un nuevo documento en blanco, no hay desprecio: maravillarse cuenta, porque en el está su historia, está cada palabra, y si se atreve a aventurarse a capturarlas, por tal vez ordenarlas y puede ser explicar alguna cosa, hagalo, hasta que la melodía desborde del color, hasta que la marioneta sonría. Porque una vez lo haya conseguido, le aseguro, que nada más importará.
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Poemario de un ser decepcionado.
PoesíaUna recolección de escritos , textos , o poemas de un poeta romántico del siglo 21 . Un ser decepcionado que vuelve el momento en una oportunidad.