El tiempo pasa, pero las heridas no sanan

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Un año pasó y las cosas habían mejorado, en parte. A diferencia de Teddy, dejé de vivir con Andrómeda y me mudé a la casa de Remus. La remodelé tanto que estaba irreconocible; un solo cuarto no había tocado y era el suyo, detrás de la puerta de madera desvaída me quedaba como único recuerdo de ellos. Lo demás, con pintura, magia y esfuerzo lo había convertido en un lindo departamento de soltera, con aspiraciones a un cuarto para Teddy cuando sea más grande.

Ese día pasé a buscarlo por lo de Dromeda y me fui directo a la Madriguera, la hija de Bill y Fleur acababa de nacer y quería felicitarlos.

Teddy ya podía pararse solo y decía palabras como "Maiin" (esa era yo, Marlene) "Abu Domeda" (Abu Andrómeda) y "Haggy" (Harry), pero nadie le había enseñado a decir mamá y papá. No hablábamos de eso aún, la herida seguía demasiado abierta, demasiado fresca.

Llegamos a la Madriguera bastante rápido, el Autobús Noctámbulo siempre se caracterizó por su velocidad.

-No guta -sentenció Teddy con mala cara cuando nos bajamos. Yo me reí y lo cargué, todavía no podía caminar por sí solo. Cuando llamé a la puerta fue Charlie quien me abrió.

-Hola Lin -me dijo con una sonrisa- Que sorpresa, ven pasa.

Sonreí y me adentré, ya conocía la casa. Fui amiga de los gemelos desde segundo año, creo que la única amiga que presentaron a la familia además de Lee Jordan. En la sala estaban todos, Ron con Hermione, Harry y Ginny, Percy, Charlie, Bill y el señor Weasley.

- ¡Haggy! -gritó Teddy y estiró los brazo en dirección al pelinegro.

-Hola Ted -dijo este al tiempo que sonreía y lo tomaba en brazos-. Hola Marlene.

Sonreí y le devolví el gesto. Se escucharon ruidos en la cocina y la cabeza de la señora Weasley se asomó por allí.

-Hola Molly -saludé.

-Marlene querida, ¿Cómo estás?

-Muy bien, en realidad estaba aquí para felicitar al nuevo padre -expliqué mirando a Bill. Este se levantó del sillón donde estaba y entonces pude darle un buen abrazo- ¿Dónde está Fleur?

-En el cuarto con la bebé. Es una niña, se llama Victoire.

-Me alegro mucho por ustedes.

Charlie me ofreció una silla, la señora Weasley se apareció con una gran bandeja de té flotante y tazas para todos.

-Hacía tiempo que no sabíamos de ti -me dijo- ¿Cómo has estado?

-Muy bien, conseguí trabajo -todos me felicitaron. Después de la guerra mis deseos de ser auror habían desaparecido-. El Ministerio me dio un lugar en la departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.

-Hermione también tiene un trabajo allí -dijo Ron. Yo sonreí y la miré.

-Entonces seremos compañeras -ella me regresó el gesto.

Seguimos hablando de temas sin importancia, cuando acabamos el té y Molly se levantó para juntar todo me ofrecí a ayduarla, en realidad quería una excusa para hablar con ella. Esperé a que estemos solas en la cocina antes de hacer cualquier cosa.

-¿Dónde está? -le pregunté. Ella me miró afligida y suspiró, por supuesto que sabía a quién me refería.

-En su cuarto, no ha bajado en todo el día.

Bufé, a Molly se le escapó una lágrima y solamente pude darle unas palmaditas en la espada. Luego me fui, no estaba segura de que quisiese que la vea llorar. Tomé la escalera y subí hasta su cuarto, ¿debería haber tocado? Seguramente, pero no quise hacerlo. Sin miramientos abrí y un olor pestilente me llegó a la nariz. Era evidente que hacía mucho tiempo que Molly Weasley no entraba a ese lugar, las bandejas de comida, la ropa amontonada y el polvo hacían evidencia de eso.

¿Cómo se continúa, después de una guerra?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora