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―Parte 1―



― ¿Todo listo, niño mimado?

JinYoung le dio a su compañero una mirada con los ojos entrecerrados y decidió no decir nada, siguiendo en su propio mundo. Deseaba como el infierno que el grupo de chicos con el que entrenaba en la mañana, dejasen de obsesionarse con él y sus apodos. Que lo tratasen de niño mimado, fresita, delicadito, preferido, lameculos, y todas las demás invenciones de los estúpidos compañeros, eran la única parte estresante de su día a día desde los últimos siete meses.

La mayor parte del tiempo aceptaba las burlas con una amable sonrisa sin importar que tan asquerosos fuesen los otros chicos, o qué bromas hiciesen con sus cosas en los vestidores. Era el nuevo en mudarse y no necesitaba entrar en riñas con esos chicos, ni lesionarse innecesariamente.

Al menos en los últimos tres meses, los chicos se habían controlado mucho mejor; no dejaban que los insultos salieran de sus bocas frente a los chicos más pequeños lo cual, era mucho más de lo que esperaba en sus cambios de actitud. Para ellos no tenía real importancia su vida fuera del gimnasio.

JinYoung dejó el reproductor correr, esperando una canción motivante para empezar. Sabía que su rutina de estiramientos y calentamientos se encerraban muy bien en sus propios muros, pero no podía arriesgarse a alejarse de ellos sin antes temer alguna lesión. La mentira más grande, era que seguía intentando ser un gimnasta olímpico luego de estar encerrado en sus propios miedos. Su hermana le había repetido un millón de veces que tenía como tener una maldita medalla de oro olímpica, no eras medallas nacionales, no medallas de competencias internacionales, si no una que valiese la pena, para él.

El deporte seguía apasionándolo, sólo que no de la misma forma desde aquella vez.

― JinYoung. ―la voz de la directora y entrenadora MinYoung apareció entre los gritos comunes del lugar―. Ven aquí.

El chico trotó entre los grupos de niños que comenzaban sus prácticas. Gruñendo entre sus intentos por tararear la canción, JinYoung llegó junto a la señorita Lee MinYoung esperando alguna orden o lo que fuese. La mirada que la mujer le dio en dirección a su oficina le hizo temblar y darle una mirada rápida a los demás en el gimnasio.

Nadie estaba prestándoles atención. ― ¿Qué ocurre?

Metiendo su teléfono entre su hombro y oreja, MinYoung empujó la puerta de du oficina invitándolo a pasar antes que ella. Abrió un cajón, hurgando hasta dar con una caja de pastillas seguidas de otra, y otra caja que dejó frente a los ojos de JinYoung.

― Maldición. ―maldijo ella, dejando la llamada de lado para prestarle atención a el―. No sé qué mierda estás haciendo en casa JinYoung, y espero que no estés retomando tus juntas de la escuela. Pero tu mamá encontró esto en tu habitación y, Song encontró un poco más en tu casillero.

JinYoung jugueteó con sus dedos, mirando de lado a lado en la habitación con la ilusión de que alguien entrase en ese instante y les interrumpiese.

― ¿Estás enfermo? ―preguntó ella.

― Estaré bien. ―contestó JinYoung―. Tengo dolores lumbares... Pero puedo con ellos.

Los ojos de MinYoung se abrieron, revisando las pastillas tiradas en el escritorio.

― ¿Estás seguro de que son lumbares?

― Sí, no te preocupes. Ya lo hablé con SoRa.

― Y ella no ha dicho nada. ―MinYoung movió sus manos para hacerlo levantarse.

Jackpot [Bnior / JJP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora