"Daniel había sido mucho más que una pareja para mí, él fue mi confidente, la única persona que deseaba ver en un día nublado, mis primeras veces. Todas y cada una de ellas. Mi primer corazón roto, así como también la experiencia que me enseñó lo q...
Los meses habían pasado más rápido de lo que yo creía, el tiempo que antes iba lento en mi solitario hogar había comenzado a correr desenfrenado con su llegada. Era extraño cómo su sola presencia había teñido esta ciudad gris a una gama completa de nuevos colores, como mi corazón se sentía palpitante luego de haber agonizando tanto. Su perdón me había devuelto el ánimo, y quizá no lo merecía, pero me esforzaría más por ello.
SeongWu aún se negaba a vivir conmigo, su confianza no se restauraba del todo y el miedo al abandono seguía latente en su corazón apenas renovado, yo no lo culpaba, comprendía perfectamente lo que mi abandono había causado, así como lo difícil que era vivir con el corazón a la mitad por tanto tiempo, quizá por eso en lugar de insistir sólo ignoraba sus rechazos mientras buscaba cómo seguir restaurando lo que teníamos.
Comprendí de la forma difícil que el amor no era un objeto transable, mucho menos algo relacionado al estatus, no tenía forma o especificaciones, era permanente, cruel también. Mi amor estaba vertido en él, tenía la forma de su sonrisa y la constelación en su mejilla, aún así yo había tratado de darle la forma de una silueta femenina. Grave error.
- ¿Vivirás conmigo? - volví a inquirir, esperando esta vez, no mucho a cambio.
- Está bien, hagámoslo -. La forma en que su rostro se contrajo me resultó tierna, había un rubor tenue esparcido por su rostro mientras sorbía el frapuccino de mango. - DaeHwi trajo a BaeJin al depto, comienza a ser incómodo oírlos tener sexo cuando me levanto a mear de noche - concluyó.
Bueno, yo estaba en shock. Las palabras habían abandonado mi cerebro para dejar a mi boca muda puesto que (como se dice popularmente) nunca había llegado tan lejos. Las negativas habían sido tantas que la idea de una respuesta favorable sonaba como a un chiste cruel, pero no, ahí estaba él, siendo una sorpresa y derrumbando, como siempre, cada una de mis creencias.
Me importó una mierda, me alcé hasta alcanzar su rostro y le besé. Este era el cambio que había traído mi tiempo sin él; poco me importaban los murmullos, lo que las personas podían creer sobre nosotros, para mí lo único que importaba era su sonrisa. Esa sonrisa que ponía motivo a mis días.
No estaba dispuesto a perderla una vez más.
Quizá había sido aquello lo que me había impulsado a dar un paso más allá. Tristemente para una pareja homosexual las cosas aún eran complicadas, lo máximo a lo que podíamos aspirar juntos era a tener un noviazgo. Pensar en matrimonio era pensar en ridículos, peor aún lo era en formar una familia con hijos, ambos traíamos esa realidad muy bien sabida. SeongWu se entristecía por eso, más de una vez le descubrí observando familias en nuestras cenas o parques, sin embargo, a mi me entraba a importar bien poco lo que legalmente podíamos o no podíamos hacer, así que formulé un plan, uno infalible.
El día que antiguamente contaba nuestros meses juntos cogí un recetario para intentar replicar una receta de alitas, no era muy romántico o sofisticado, pero ese día realmente tenía antojo de alitas, así que la idea de hacer una cena gourmet había sido reemplazada por el dichoso pollo y sándwich ¡Ah! También helado. Qué bellas eran las citas.
Cada detalle había sido cuidado en exceso, a tal punto que yo traía un mandil de focas mientras una de las sorpresas de las noches se hallaba a mis pies. La cocina me había tomado un poco más de lo que yo esperaba, aún así no logró retrasarme, yo estaba listo, duchado, no había una sola cosa que se hubiera quemado.
- Eres la mera verga Daniel- me dije con orgullo.
Entonces el timbre sonó.
Decir que me había hiperventilado era poco, por alguna razón tenía un extraño miedo instalado en mi pecho que sólo acrecentaba a medida que me acercaba a abrir la puerta, pero no podía permitirme que eso entorpeciera mis planes, así que me arrodillé frente la entrada, oía al pelinegro maldecir mientras tecleaba la clave de la puerta, para después dejar caer su mochila, seguro por lo bien que me veía.
- Siempre he opinado que nuestro amor va más allá de lo entendible. Vernos fue suficiente para saber que nos pertenecíamos por completo, y aunque yo intenté cambiar ello, pudiste hacernos más fuertes y sostener lo que quedaba de nuestro lastimado amor. Ahora mismo es más fuerte que nunca, el tiempo sólo ha acrecentado las mariposas que sentí desde el primer día y yo dudo que me dejen, así que, ¿Te casarías conmigo? Quiero llamarte mi esposo aún en contra de todo, quiero decirle al mundo que planeo morir a tu lado y que no dejaré jamás que algo nos separe. Quiero amarte cada día de mi vida hasta que me haga cenizas.
- ¿Después de ese discurso? Imposible negarse-.
Él estaba a punto de llorar, pero no pudo debido a que la otra mitad de mi sorpresa llegó meneando su pomposa cola inmaculada.
- Ah, y criar a este perrito.
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Y a Daniel le quedaron muy ricas esas alitas, digo, y vivieron felices por siempre.
