Capitulo 12: Raquel

1.7K 111 2
                                    

—La inspectora Murillo va a entrar, por las pruebas de vida.

—¿Pruebas de vida?

—Quieren estar seguros de que todos están bien.

—Pero no todos están bien, Mónica tiene una puta bala en la pierna.

—Busca la forma de arreglarlo, amor.

—Andrés, ayúdame.

—Mmm...tendrás que hacer más que eso. Me gusta que me rueges pero no es lo que busco de ti.

Me acerqué a paso decidido pero al llegar a estar frente a Fonollosa un sentimiento de vergüenza llego a mi. Bajo su intensa y desafiante mirada tomé su cara suavemente con mis pequeñas manos y acaricié sus ásperas mejillas con mis delgados dedos.

—Te amo, ___.

Sin nada más que esperar con esas simples palabras que tantas cosas provocaban en mi interior, lo besé como nunca antes lo había hecho, era un beso tan lento, tan pausado, tan tranquilo y a la vez tan apasionado, desesperado, y necesitado que lo hacían  un beso completamente mágico, nos separamos después de un instante.

—También te amo Berlín.

—Lo sé, pero eso no cambia el hecho de que tienes que preparar a los rehenes, yo veré como arreglamos lo de Mónica.

—Gracias, amor.

En tan solo minutos, Raquel Murillo estaba ingresando a la fabrica de moneda y timbre, dónde esperábamos de manera muy amistosa, Berlín iba al frente, atrás suyo y a cada lado apuntabamos Río y yo, detrás de nosotros se encontraban Nairobi con Denver, los últimos dos utilizaban las máscaras, también apuntando a la inspectora Murillo.

—Levante las manos— ordenó Berlín, ella obedeció al instante, giro un poco su cabeza para dirigirse a mi—. Procede.

Me acerqué a Raquel, sentí la mirada de Berlín en mis caderas y sonreí.

—Las piernas— le ordené y seguí revisando.

—¿Dónde está el profesor?

—Me ha pedido que le disculpe, pero por razones de discreción no puede estar presente. Piense que su cara aún no está en todas las portadas, como las nuestras.

—No lleva armas— informe.

—Río, te toca, haz los honores.

Este se acercó con el detector de metales y lo paso por todo su cuerpo, al llegar a su zona íntima el detector comenzó a pitar con más frecuencia.

—Raquel, sé que dicen que la policía no es tonta, pero a veces lo parece. ¿De verdad creía que podría colarnos un micro?

—¿Y usted creía que mi gente no iba a velar por mi seguridad?

—Calgary vuelve a chequear a la inspectora,  pero esta vez ponle un poquito más de ese entusiasmo que tú sabes.

Me acerque nuevamente y saqué el micro de las bragas de Raquel, se lo entregue a Berlín.

—Me acaba de dejar muerto, la poli con la última  tecnología el micro perianal. Deshazte de esto. Acompáñeme si es tan amable.

En ese momento Río se quedo paralizado. Rayo, así lo llamaba su madre cuando era niño, cuando estaba en las tardes de verano corriendo. Decía que iba a ser campeón olímpico, pero cambio el deporte por las consolas y los planes al aire libre por el riesgo de acabar en un penal.

Estaba sentada en las piernas de Berlín, Murillo estaba al lado nuestro y uno a uno Río y Tokio iban pasando a los rehenes por frente de la inspectora. Ella hacía preguntas como "¿has podido descansar?" "¿el trato es bueno?". Que gilipollas de ser ella haría preguntas más inteligentes.

Y de pronto llegó el momento de Mónica, y el ambiente se volvió tenso, Berlín me susurró que todo saldría bien. Pude observar a Río susurrando algo a Mónica.

—¿Usted se encuentra bien?

—Bueno, estoy un poco mareada. Porque estoy embarazada.

—Perdone la pregunta pero ¿usted pidió la píldora abortiva?

—Si. Fui yo, si, pero he cambiado de idea. No sé si saldré de aquí, y si salgo no sé si pueda ser capaz de criar a mi hijo pero quisiera seguir adelante con mi embarazo.

Raquel se levantó.

—Vuelva a sentarse, por favor— dije y Raquel obedeció—. Que pase el siguiente.

Y así siguieron pasando y pasando.

—De acuerdo he visto pasar a todos los rehenes menos a Alison Parker— Berlín y yo nos miramos, el ambiente volvía a ser tenso, Andrés sólo dejó un beso en mis labios—. Tengo entendido que ahora es su turno, no?

—¿O sino, qué?— dijo Tokio—, ¿nos vas a esposar?

—Hey tranquilas señoras, haya paz. Es un poco pronto para sacar el barro y los bikinis.

—Desde que llegué sólo te he escuchado decir estupideces, a decir verdad esperaba algo más sustancioso de alguien que le queda, ¿cuánto, 7 meses de vida?

—¿De que está hablando?— pregunto Río.

Tokio fue a buscar a Alison, Raquel siguió hablando.

—Tiene miopatía de Helmer. Una enfermedad degenerativa muy agresiva con una esperanza de vida de 14 a 25 meses. Posiblemente sus músculos ya han empezado a atenazarse lo que se traduce en espasmos, temblores de manos...¿no has notado que cada vez te cuesta más sujetar la pistola?— Berlín se retiró sin decir nada y con paso lento—. He metido la pata. Creí que no habían secretos entre vosotros, que eraís amigos. Quiero ver a Alison Parker, ahora.

La apunté de inmediato con mi arma, apuntando directamente en su entrecejo.

—Y yo quiero que salgas de aquí, ahora.

—Y lo haré, pero antes...

—Ahí está la niña— dije señalando a Alison que llegaba junto a Tokio—, ahora vete, vete!

Raquel salió casi corriendo.

—¿Quieres hablar de eso?— pregunto Río.

—Si pero cuándo este Denver.

—¿Lo sabías?— pregunto Tokio.

—Si...y es horrible.

—Ven aquí— Tokio extendió sus brazos hacía mi envolviendome en un cálido abrazo—, ¿quién te entenderá tanto como yo?

No estas sola. [Berlin y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora