''Solo espero que puedas comprender, que entiendas que hace tiempo no tengo mujer, que la vida soltero ya tomó poder y que eres un poco difícil de leer''.
Tenía el cabello apelmazado y los pies muy hinchados, ella había estado caminando por toda la arena, en tacones, buscando a Justin, estaba cansada y sedienta, no tenía su teléfono celular y ningún guardia de seguridad era capaz de darle respuesta, ya que su pase no era de ''miembro especial''.
Exhausta de la situación, se lanzó en medio de los puestos VIP que estaban vacíos, quitó sus zapatos altos y masajeó sus pies para luego apoyarlos en otro asiento libre, todos estaban concentrados en sus labores y nadie estaba ahí para juzgarla, así que se sintió cómoda al relajarse en aquel lugar.
¿Qué se creía Justin? Pensaba Bárbara, ¡¿Una súper estrella?!... Ok... quizás el chico de estrella tenía algo... ¡¿Pero de súper?! ¡Nada! Le había dejado abandonada después de distraerse con uno de los miembros del equipo de sonido.
La ''pareja'' apenas había aterrizado esa misma mañana en Miami debido a la función que el cantante daría esa noche, el joven le había prometido a su acompañante pasar cada segundo del día juntos... pff, hombres, pensó la morena.
–¡Barbie!, – una cara conocida se asomó por el costado del escenario – preciosa, Justin dice que pases al camerino. – claro, después de tres horas sancochándose del calor.
Caminó por el gran pasillo y le restregó a todos los guardias la exclusividad que el nombre Bárbara Montenegro significaba, contoneo sus caderas al compás del sonido de sus tacones y se posó frente a unas puertas, dobles, blancas, donde se leía J Quiles.
Era una escena digan de Amelia Migonet Thermopolis Renaldi, justo cuando, indignada, hace su recorrido hasta las puestas del palacio después de caer en la fuente al enredarse con un joven que no era su prometido, pero en cambio, Bárbara no se estaba enredado con otro hombre, Bárbara estaba a punto de entrar al lugar donde su ''futuro novio'' se encontraba.
– ¡Por fin aire! – exclamó tirándose al sofá al entrar.
– ¿Mucho calor afuera Barbie?
–Sí Justin, demasiado calor afuera.
–C'mom girl, toma un café – Kevin, el jefe de seguridad, le ofreció un shot de café que aceptó gustosa.
– ¿Por qué no estabas afuera cuándo te necesitaba? ¡Tus chicos no me dejaban pasar! – Reclamó, no se merecía ese trato, por supuesto que no, se había acostumbrado a la atención de primera, a la mirada atenta del público, a ser consentida por todo un equipo de profesionales que si bien la detestaban, recibían una alta cantidad de dinero cada mes por complacerla.
–Mis chicos no están acostumbrados a ver más de dos veces a la misma chica con Justin, quizás pensaron que eras una stalker – explicó el moreno que, según los tabloides y las páginas de prensa rosa en las redes sociales, tenía trabajando más de tres años para el cantante.
–Yo llevo tres conciertos seguidos – miró directo a Justin –, creo que has roto un nuevo récord, querido Justin – mostró una sonrisa llena de sarcasmo, el chico la ignoró completamente, su cuerpo ardía en celos, sentía sus mejillas colorarse y ver a Quiles tan indiferente al comentario cargado de mala intención, hacía que sus humos realmente crecieran.
Su ''relación'' había nacido bajo condiciones no muy regulares, y el afán de Justin de pasar días junto a ella eran puestos en duda cuando hacía caso omiso a las opiniones o bienestar de la muchacha.
Bárbara era influencer, proveniente de una familia bastante acomodada, y se estaba estrenando como conductora de un programa de televisión tipo magazine, Justin era el invitado especial del día y desde tempranas horas, Barbie se encontraba en el canal para preparar su peinado y maquillaje.
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Confesar en canciones. J Quiles
Подростковая литератураExtractos de la historia de amor contados por la mismísima Bárbara Montenegro, o Barbie, como a él le gustaba llamarla. Bárbara & Justin.