♬ Capítulo Dos ♬

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Yuu finalmente pudo ver al misterioso hijo de la señora Tepes. Y vaya sorpresa se llevó, al ver que realmente era muy guapo.

El azabache miraba con los ojos bien abiertos a aquel chico, sin poder creerlo. Al parecer las chicas no estaban exagerando, era muy bonito.

Cuando el rubio comenzó a tocar suavemente las teclas del piano, el azabache quedó concentrado en sus dedos. Esos delgados y finos dedos que iban de una tecla a otra. Y luego se centró en la melodía. Era hermosa y muy suave. No sabía mucho de piano, pero lo que sí sabía es que le encantó aquella melodía, y también aquel chico. Aquel chico rubio, de ojos color zafiro y tez blanca, que estaba muy concentrado tocando aquellas teclas del piano.

Se quedó embobado mirándolo, hasta que terminó de tocar y todos aplaudieron.

— No entiendo nada de piano, pero es bastante bueno. — Comentó el más alto aplaudiendo.

— Sí, toca muy bien. — Afirmó el de ojos oliva, aplaudiendo también.

— Es verdad, pero no es taaan guapo como me imaginé. — Mencionó la rubia, a lo que la otra río.

— Jaja. Sí, toca muy bien, pero tampoco es mi tipo. ¿Tú que dices Yuu? — Le preguntó la de ojos color miel.

— ¡Wow! Si les soy sincero... ¡Me encanto! Toca suuuuper bien y... — Exclamó Yuu, y luego hizo una breve pausa para calmarse. — ¡Y es increíblemente guapo! ¿Vieron su cabello? ¡Y esos ojos! ¡Es súper bonito!

— Wow, wow, wow. Parece que alguien acaba de enamorarse a primera vista. — Indicó la de ojos amatista.

— ¿Encerio te gusta? Pero ni siquiera lo conoces Yuu. — Estableció la de cabello morado.

— Es verdad BakaYuu ¿Qué tal si el chico es súper orgulloso y mimado? Ya sabes, es muy típico viniendo de una familia tan adinerada. — Indicó el de cabello rosado.

El azabache no podía negar que eso podía llegar a ser verdad. Pero, cuando lo vió tocando el piano, vió tristeza en sus ojos. Cómo si en realidad no estuviese disfrutando de su vida en una familia con tanto dinero y poder. O eso es lo que pensaba él. Además, eso podía explicar su semblante serio. Y algo le decía que su madre era la típica mujer que no se preocupa por su hijo, y solo lo hacía por el dinero. Pensar en eso, solo lo ponía más triste de lo que ya estaba por ver al chico así.

— No creo que sea así... — Murmuró un tanto triste el de ojos esmeralda.

El chico rubio siguió tocando un par de melodías más en el piano. Era música para los oídos de todos, en especial para los de Yuu. Cada melodía era mejor que la otra. Yuu lo miraba embobado, hasta que nuevamente se detuvo, terminando así de tocar todas sus canciones.

Hablaron un poco más de cosas sin importancia, y entonces el reloj marcó las 00:30 hs. Krul se levantó de su asiento para dar finalizada la fiesta.

— ¡Me alegro mucho que todos hayan venido! Damos por terminada la cena de hoy. — Exclamó alegre la cabello rosado, para luego ir a saludar a algunos invitados y acompañarlos a la salida.

— Bien, es hora de ir a casa. — Anunció el más alto, levantándose de su asiento.

Todos lo imitaron y se dirigieron a la salida, excepto Yuu. Éste se quedó observando el escenario, donde aún se encontraba aquel chico rubio.

— ¡Yuu! ¡Vámonos! — Llamó la de cabello morado, jalándole del brazo.

— Pero, yo...

El azabache no pudo terminar su frase, ya que la otra lo había jalado hasta la salida de la mansión.

El Pianista | Mikayuu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora