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Capítulo 2

Todo era frío, nublado y oscuro.

Sin duda, una noche perfecta para ir en busca de su siguiente víctima.

¿Cuántas antes había tenido ese mismo día?

¿Tres? ¿Cuatro?

Espera, ¿importa?

¿De verdad tenía importancia cuantas había tenido antes de éste que estaba viendo?

Este era el tipo perfecto de víctimas que le gustaba tener.

Débil y solitario, un tipo fácil de manipular a su antojo.

Aúnque de vez en cuando, le gustaba tener a alguien con quien dar pelea; con esos, la adrenalina, pero sobre todo el placer se intencificaba más.

Todo iba con forme lo había planeado. Con forme a su rutina.

Una víctima caminando por un lugar solo, distraído por alguna u otra razón y con él vigilándole desde atrás.

Sin ser notado.

Todo iba perfecto.

Y justo cuando se dispuso a actuar, algo lo detuvo rodeándole por la cintura.

-¡¡¡Aaaah!!! Sueltame.- gritaba el azabache mientras intentaba safarse de lo que sea que le obstaculizase.

Producto a esto, su víctima volteó, notando así la peculiarmente aterradora escena, causando que saliera gritando y corriendo fuera del alcanze de aquellos dos.

El de la gran sonrisa suspiro.

-¡Ash! ¿Viste lo que acabas de...?

El pelinegro quedó atónito con lo que sea que fuera eso que lo estuviera deteniendo.

Era alto, muy alto, vestía de un muy elegante traje negro con una resaltante corbata roja, sus manos anormalmente grandes, con aproximadamente ocho o más tentáculos emanando de su espalda, pero lo más sorprendentemente llamativo de él, era su rostro.

-¿Qui-quien diablos e-eres tú?

No obtuvo respuesta. Haciéndolo primero enojar pero después sintiéndose estúpido al percatarse que no tenía boca.

El más alto empezó a caminar hacia alguna dirección fija.

- ¿¡A donde me llevas!? Maldita jirafa con traje.

Otra vez no obtuvo respuesta, haciendo que callera en cuenta de que no se molestaría en contestar algunas de sus preguntas y/o insultos.

El camino fue extrañamente incómodo.

El único sonido que había era el de las hojas siendo pisadas o apartadas del camino.

Finalmente, al encotraerse frente a una casa abandonada en medio del tenebroso y frío bosque, el de tez blanca y cabello negro calló en cuenta de algo.

Estaba en problemas.

Y sin dudas, su pequeño culito pagaría todas las concecuencias; pues al parecer había visto de reojo lo que parecía ser no un pequeño, si no un enorme bulto en los pantalones de aquella cosa.




















- Aaaaah!!!! Lo sé, lo sé; este cap quedó muy corto. Pero se los recompensaré con el que sigue ;3

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