Capítulo 16

236 15 1
                                    

Erwin Smith, hijo mayor de la familiaSmith. Familia de comerciantes desde generaciones atrás.Excesivamente cuidadosos con su imagen social. No se podían permitirni un solo fallo. Quién iba a decir, que sería el primogénitoquien daría aquella mala imagen. Aquel que terminaría llevando elnombre de la familia y representándo su apellido en el futuro.Traidor.

- Me niego - el golpe sobre la mesa decaoba hizo crujir la madera - Ningún hijo mío será militar. Estaciudad es lo suficientemente segura como para vivir en ella. Abandonaesas vanas ilusiones de ver el exterior. Todos los suicidas que seunen a ese escuadrón acaban muertos en cuestión de segundos, harásmás bien a la humanidad quedándote dentro de las murallas.

- Padre, mi decisión es irrevocable. -sus gruesas cejas se arqueaban con seriedad sobre sus penetrantesojos - No pienso dar marcha atrás. Con o sin tu aprobación.

- Charles, por favor, deja que se vaya.Él ha tomado su decisión.- la mujer mayor de pelo rubio yensortijado hacia atrás posó sus manos sobre su hijo - Erwin, paselo que pase estaré orgullosa de tí. Solo intenta salir airoso en labatalla. Debes comprender el dolor que supone para una madre perder aun hijo.... A otro de sus hijos......

- Gracias madre - la abrazo con fuerza- Por favor, dile a Elga que vendré a verla siempre que pueda.

- Erwin, quizás ella pronto...

- Tú solo dile eso.

Su pequeña hermana de 11 años yacíapostrada en una cama inerte desde hacía varios meses. Ningún médicodaba ninguna prueba positiva a su tratamiento. Sus ojos vidriosossiempre miraban hacia arriba sin llegar a cerrarse. Aquel funesto díaque había acabado con el ser que más adoraba en todo el mundo. Elúnico que realmente había llegado a importarle.

Solo por ella, por sus deseos devenganza, de averiguar porqué se encontraba así había decididocambiar el futuro, tal y como ella habría querido. Cada vez queempuñase su espada, aquellos ojos azules, iguales a los suyos, leacompañarían en su mente.

Había decidido unirse al ejércitopara liberar su futuro. Pero, en ocasiones, pensaba que intentabahuir de su pasado.

.

.

.

- Nuevo, ¿eh? Vaya primera misión teha tocado. Me compadezco de tí - urdía su capitán.

Tras varios años de entrenamiento,entró en la legión de reconocimiento. No tenía la menor duda de aque cuerpo quería pertenecer. No pensaba quedarse ni un minuto másen aquellas murallas. Aspirando el olor a podrido que se expandíapor las calles en las que solía pasear de pequeño. Conocer elexterior, disfrutar del aire limpio y alejado de toda aquella ponzoñaque componia el interior. Pero para su suerte, su primera misión noera precisamente agradable.

20 familias distintas. Elegidas alazar. Para probar que podrían generarse nuevas ciudades cerca de losmuros. Sin duda, una auténtica estupidez. Cada día cabalgaba en sucaballo oteando la zona. El poder mirarlos desde la seguridad de sumontura le hacía sentirse inútil. Las órdenes eran órdenes. Mirary observar. Vigilar, solo eso.

Familias desnutridas. Niñoshambrientos. Aquello era horrible. Tener que ver como sus demacradoscuerpos se descomponían en vida sin pestañear era algo que no podíasimplemtene hacer. Su humanidad, aún latente, se lo impedía. Sinduda, el rey nunca pensaba en su pueblo cuando tomaba sus decisiones.Se deshacía de él como más rápido fuese. Sin tan siquiera pensarni un segundo en que su pueblo se extingiría si continuabatratándolos así.

Poner a todas aquellas personas contraun paredón y fusilarlos uno a uno habría sido más humano. A pesarde que se encontraban en una posición relativamente segura a laaparición de titanes, la gente estaba aterrada. El pavor cubríasiempre sus rostros manchados de orina y pus.

La vida de un soldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora