segunda cita

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La primera cita fue una semana antes de empezar clases, ese fin de semana viví mucho, y no era porque estuviera triste o mal. En realidad estaba feliz y quería festejar aprovechando que mis amigos me habían invitado, pero de ahí en adelante las cosas no fueron muy bien.

Las clases empezaron pero yo no, no estaba en mis cinco sentidos. Me rodeaba una sensación de desconexión con el mundo, sentía que no quería estar ahí, en la universidad. Mis amigos me ven con cara de preocupación, y yo escribo salvajemente, garrapiñado las hojas de mis cuadernos como si fuera un desquiciado, el lapicero, un arma y las hojas, las inocentes víctimas en mis pensamientos aturdidos y complejos.

En ese momento no me importó nada, estaba tan desesperado por verte que comencé a culparte del dolor que sentía, aunque no fuera lo correcto ni lo justo. Sólo quería verte, no quería esperar más. En ese momento era un tonto sin un plan y con las manos vacías, buscando una necesidad tan básica como respirar, pero tuve que aguantar porque sino me hubiera vuelto loco, y las cosas no hubieran salido.

el caos y el estrés de las actividades se mezcló con las inoportunas charlas contigo, y me escribías cuando estaba más ocupado y no quería pensar en ti. Ni modo, tenía que desahogarme de alguna manera. Así que tome el micrófono y decididamente empecé a cantar, si hay algo que me tranquiliza o me ayuda a canalizar toda mi ira es cantando o escribiendo, y en ese momento la oportunidad estaba precisa. mi garganta me lo recordó días después cuando me quedé sin voz pero valió la pena. El día terminó y yo descansé.

Las clases van y vienen, y las horas pasan sin que yo me dé cuenta de qué temas están viendo en cada materia, mirando por la ventana hasta donde me alcanza la vista y tratando de concentrarme en lo que tengo que hacer. La primera semana fue un desastre completo, y lo peor de todo es que las clases no cuadraban. 
- tengo que poner mis ideas en orden- me dije cuando mi cabeza era un cóctel de emociones y pensamientos turbios. Entonces pedí ayuda.

lo bueno de tener buenos amigos es que son capaces de sacarle sonrisas a uno, y hasta los demonios mismos, cuando uno está con ellos, y aunque cada uno me da su punto de vista siempre había algo en común: "parce tengale paciencia y busque la oportunidad", eso me decían todos en resumidas palabras. Les hice caso sólo por ver qué pasaba.

Justo un lunes antes de irme a viajar precipitadamente el fin de semana para visitar a mis padres, me dio por escribirle. Tratando de no sonar tan desesperado como estaba, la invité a que nos viéramos el jueves, ella aceptó y pregunté si quería que saliéramos a algún lado o que yo cocinara, obviamente ella eligió que yo cocinara.

Los días pasaron lentos, difíciles de tragar, y las clases seguían sin colaborar.
Ya es jueves! Salgo de mis clases y me voy corriendo para la casa, Pero antes compro los últimos detalles que me hacían falta, pues no tenía unas copas para servir el vino. La importancia crucial del vino era que habíamos quedado en que nos íbamos a conocer y hablar tomándonos una copa.
Lo difícil no es ordenar el apartamento, sino hacerlo solo y sin tiempo. Pero justo antes de que ella llegara yo había terminado de ordenar.

Yo comencé a cocinar y arreglar todo, teniendo en cuenta que ella tenía muchísimo nombre y yo también. Pero terminé muy rápido y nos sentamos. mientras ella empezaba yo destapó la botella y sirvo las dos copas, ella quedó encantado con la comida, y eso que le dice a toda carrera y sin muchos detalles.

La veo tan cansada que la convenzo de ir a la cama, y la tomo de la mano. Nos recostamos con algo de distancia entre nosotros y traté de que la conversación fluyera como en el centro comercial, pero en ese momento estaba tan atontado mirando esos ojos que la verdad no se me ocurrió en muchos temas de conversación. Aún así todo estuvo bien y después de un buen rato y que ella descansara, la compañía que tomara el bus de regreso a casa.

Nos fuimos tomados de las manos, y cuando llegamos a la parada, la abrazo y le pregunto ¿Me dejas comerte a besos? Ella sonríe, y la beso tiernamente en la mejilla. No soy capaz de decirle que la quiero, se me escapa la oportunidad entre las manos mientras ella se despide y se sube al bus.
Aunque en el momento estoy feliz siento que debí decirle. Me escribe casi una hora después, justo cuando llega a casa, agradeciendo a mí por todo, y le digo que me faltó decirle un "te quiero". Me pregunto qué porque no se lo dije cuando estaba con ella, y la verdad es que yo estaba tan embobado con esa sonrisa, que se me olvidó, pero que la próxima vez no lo iba a dejar pasar. Fin de la segunda cita.
21-02

sin pensarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora