¿Me extrañas?

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  “Victor Nikiforov, el mejor patinador de la temporada, vence su marca personal y supera el record mundial implantado por Yuri Plisetsky.”

  Los titulares sobre él inundaban las redes; pero no eran los únicos.

  “Esther Grahind, implanta un nuevo record mundial en el patinaje sobre hielo femenino, una estrella en ascenso que ha marcado pautas en este deporte.”

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  Mi nombre es Esther Grahind, soy una patinadora sobre hielo, natural de Canadá, tengo 25 años y actualmente estoy viviendo en Japón. Hace tres años tuve la relación más duradera de mi vida con Victor Nikiforov, considerado el mejor de los patinadores masculinos. Actualmente hay rumores de que tiene una relación "extraña" con un chico, Yuri Katsuki; aunque yo no lo creo, Victor siempre se mostró muy… decidido. Aun así, sería mucha vergüenza para mí que, luego de nuestra ruptura, su próximo noviazgo sea con un hombre.

  No noté en que momento comencé a darle vueltas de nuevo al deseo de llamarlo y preguntarle por ese chico, o de ir a verlo, la casa de los Katsuki está a un par de horas de la mía. Pero, como es costumbre, me he dicho que no. ¿Por qué él tuvo que venir a este país a arruinar mi vida? Siempre consigue hacerme el daño y recordarme que lo sigo deseando.

  Mi celular me despertó del ensueño, contesté intentando sacar de mi cabeza a mi antiguo amante.

    —Hola
    —¿Esther? Hola, te habla Yakov– oh, ¿en serio?, ¿justo ahora el entrenador de Victor?
    —¡Cuánto tiempo!– formalidad, Esther, formalidad–¿Qué deseas de mí?
    —Bueno, crees que… tú puedas…– esto es malo, si ese hombre está tartamudeando.
    —¿Qué, Yakov?
    — Verás, Esther, estoy en Japón ahora mismo, en la casa de los Katsuki ¿Podrías, por favor, venir a la posada?

  ¡¿Qué?! ¿Me está pidiendo que vaya a la casa donde vive Victor?

    —¿Por qué?– debo mantener la compostura.
    —Necesito hablar contigo– está serio, ¿qué pasa?
    —De acuerdo, mañana en la mañana iré.
    —No, no. No lo entiendes– ¿qué no entiendo?
    —¿Exactamente, a qué te refieres?
    —Te necesito aquí ahora– ¿qué?
    —¿Tienes idea de la hora que es? Llegaría a media noche.
    —Lo sé. Si no puedes venir, iremos nosotros.
    —¿Nosotros?
    —Sí, Victor y yo.

  Vale, estaba claro que él tiene algo que ver, no sé porqué me sorprende. Mi boca respondió como quiso.

    —Voy para allá.
    —Gracias.
    —Nos vemos.

  Cambié mi ropa de dormir por un ajustado jean negro y una blusa blanca, semitransparente, que dejaba entrever mi lencería negra, y luego un abrigo negro largo. Me coloqué unas botas negras de cuero, con un tacón cuadrado no muy alto. Me puse un tono suave en los labios; tomé mi bolso y mis llaves. Todo el proceso preguntándome que estaba mal conmigo como para aceptar ir allá.

  Salí de mi casa y conduje hasta la casa de Yuri. Llegué y aparqué en la entrada; miré el reloj, 12:05 AM, increíble. Toqué el timbre y escuché murmullos dentro.

    —Buenas– Yuri Katsuki me abrió la puerta–. Pasa, por favor.
    —Gracias.

  Le seguí por el vestíbulo hasta una sala de estar y allí estaban Victor y Yakov. Yuri me miraba con admiración, le regalé una sonrisa y luego le dediqué a Victor la mirada más hostil que pude conseguir. Me molestaba que me excitara tanto.

    —¿Qué estoy haciendo aquí, Yakov?
    —Esther, Victor tiene un proyecto...
    —Hace dos años que los proyectos de Victor no me incumben– le interrumpí– ¿Es todo?
    —Escúchalo, Esther.

Extrañando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora