Te extrañé.

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  Me senté a desayunar, miré el reloj de la pared: las siete de la mañana, aún es temprano. Arreglé un poco mi casa. Revisé las redes sociales,
contesté un par de mensajes de fans y vi las nuevas fotos: Yuri Plisetsky está en Londres, Phichit regresó a Tailandia, Otabek está en... Londres, también. Sala Y Michele están de visita en Corea, el pobre Seung Gil tiene mala cara.
  Todos parecen estar bien, me alegra. Victor no ha publicado nada, Yuri Katsuki tampoco, eso es raro. Salí al patio, rondaba un aire frío y seco que movía las hojas con suavidad, llevando algunas consigo. Volví dentro, tomé mi portátil y mi celular y me senté en la mesa de la terrasa. Dejé mi mente fluir, necesito ideas para diseñar mi vestuario de la próxima temporada, ideas... ideas. Entró un correo, lo abrí, temblé al ver el nombre del remitente, me llené de fuerza y comenzé a leer.

  <<Hola Esther. Ha pasado tiempo. Espero que estés bien, yo lo estoy. Te escribo para pedirte un favor, espero no molestarte. Necesito tu ayuda para montar una nueva coreografía, quiero que tenga un poco de ese estilo que tú le das.

Atte.

  Victor>>

  Mis manos temblaban, solo de pensarlo, trabajar de nuevo con él ¿Y si pasa algo como el sueño de anoche? No, no va a pasar. Oh, espera.

  <<PD: La coreografía es para Yuri. Aquí está mi número. Llámame.>>

  Y se acabó la magia ¡¿Para Yuri?! ¡¿Me pide ayuda para coreografiar un acto para Yuri Katsuki?! Fui una idiota al pensar que quería algo conmigo, tendré que aceptar que Victor se rindió al BL.

  Creo que se me puede considerar más idiota aún, porque tomé mi teléfono y lo llamé, contestó al cuarto tono.

    —¿Sí?
    —¿Victor?
    —¡Oh , Esther!Que bueno que llames. ¿Pensaste en lo que te escribí?– sí, y quedé muy indignada.
    —Sí, y quede muy interesada– soy una idiota.
    —Eso es genial. ¿Puedo visitarte mañana? Es para mostrarle tu estilo a Yuri.
    —Claro ¿A las ocho te parece?
    —Sí, bien. Nos vemos mañana.
    —Vale, adiós.

Me dispuse a colgar pero él volvió a hablar.

    —¿Esther?
    —¿Sí, Victor?
    —Me ha encantado escuchar tu voz de nuevo.

  Colgué el teléfono y limpié las lágrimas que surcaban mi mejilla.

  Me puse mi ropa para patinar. Compré esta casa, justamente, porque al cruzar la calle hay una pista y esa es la mejor manera de relajarme: patinar.

°~°~°~ Al otro día ~°~°~°

  Me levanté temprano, limpie la casa, preparé algunos dulces, compré bebidas. Por alguna razón corrí 100 metros más que de costumbre, hice 20 sentadillas y 20 abdominales adicionales, me duché dos veces y en la segunda lavé mi cabello con el champú que uso solo antes de las competiciones.

  Creo que después de esto visitaré a un psicólogo.

  A las ocho estaba vestida para irme a la pista, mis patines en la bolsa al lado de la puerta, un bufet en la mesa y el maquillaje más sutil que pude lograr, luego de cuatro intentos.

  Por fin suena el timbre, me tardé un poco en abrir, haciéndome la importante. Me estoy volviendo loca.

    —Hola, Victor–miré encima de su hombro–¿Y , Yuri?
    —Yuri enfermó –le hice un ademán de que entrase–. Esta mañana despertó con fiebre.
    —Podías llamarme, no debías venir solo para decir eso.
    —Pensé en venir y preparar el programa contigo y luego presentárselo a Yuri, ¿está bien?
    —Claro, claro– creo que no soné muy convencida–. ¿Nos vamos a la pista?
    —Vale.

  Salimos de mi casa hacia la pista, él tenía un montón de ideas, por lo que no fue difícil hacerlo. Al terminar apagamos la cámara y nos relajamos.
A diferencia de lo que sucedió en mi sueño, no tuvimos problemas de comunicación, hablamos muchísimo, de lo que habíamos hecho en esos dos años, nos dimos excusas para no habernos llamado, recordamos los viejos tiempos; pero tuve miedo y no fui capaz de preguntarle si me había extrañado.

  Pasamos mucho tiempo patinando, sin secuencias, ni música, ni tiempo, solo dejando deslizar los patines. Me acerqué a la valla y me quedé mirándolo, se veía libre como aire, y totalmente hermoso. Fue hacia donde yo estaba, se acercó suavemente. Al moverme a un lado para darle espacio, resvalé, la cuchilla de mi patín derecho empujó uno de sus pies y caímos. Mi espalda quedó contra la valla y mis piernas extendidas en el hielo, mis manos y brazos se ajustaron al cuello de Victor por el susto; él estaba abrazándome y había quedado a horacajadas sobre mí. Abrí los ojos, su rostro estaba muy cerca del mío y, en un impulso, lo besé.

  Él no se separó, abrazó mi cintura y subió una de sus manos hasta mis pechos, siempre le ha gustado eso.
La sensación de frío se fue eliminando a medida que se intensificaba el beso. Pasó su mano por debajo del jersery negro que me cubría y lo levantó hasta ubicarlo encima de mi sujetador. Yo temía moverme. ¿Y si era un sueño una vez más? Victor se separó para mirarme.

    —¿Qué pasa, Esther?
    —¿Esto no es un sueño? Victor, dime que no lo es.
    —No lo es– besó rápidamente mis labios–. Pero si no te convencen mis palabras, deja que lo hagan las acciones.

  Volvió a besarme, con más salvajismo, mordía mis labios y los jalaba. Parecía tan deseoso, ansiando mi cuerpo. Me dejé llevar por la lujuria que se apoderó de mí. Entró su mano en mis bragas, acarició mi entrada , haciéndome temblar , bajó sus labios a mi cuello y no logré evitar que se salieran mis gemidos. Succionaba la piel, y dejaba rastros de saliva; mientras estaba hipnotizada por su boca, introdujo dos dedos de golpe. Grité de placer ante la sensación. Me miró complacido y dejó que sus dedos me deleitaran. Abracé su cuello y dejé caer hacia atrás la cabeza.
  Justo antes de que me corriera , sacó sus dedos; se sentó sobre sus pantorrillas y dejó salir su miembro. Estaba completamente erecto,  deseoso, lo acaricié , y lo escuché gemir muy bajo. Deslizó mi licra, llevándose con ella mi ropa interior y me sentó sobre él, sin penetrarme, comence a moverme, rozándolo. Apretó mis nalgas y entró en mí. Me besó, cuando mis jadeos se hicieron muy sonoros, silenciando mi voz, pero encendiendo más mi cuerpo. Me moví más rápido, intentando introducirlo hasta el final. Se sentía maravilloso tener toda su extensión en mi interior, tan grueso y grande.
  No se si él me extrañaba, pero yo si lo hice: su cuerpo, su voz, sus besos, sus embestidas; siempre tan violentas y fuertes. Se separó de mí con una sonrisa y mientras besaba mi frente se corrió dentro de mí, y eso fue suficiente para que yo llegara al clímax también.

  Pasamos un par de minutos pensando en lo que había pasado, en lo que habíamos hecho. Nos habíamos colocado la ropa otra vez. Comenzé a temblar, de miedo, no quería despertar y ver que no había nadie en mi cama, que volvía a estar sola.

    —¿Esther?– lo miré –¿Tienes frío? Estamos sobre el hielo. Mejor nos vamos.
    —Sí– intenté levantarme, pero no lo logré, me dolían las piernas por la caída. Lo curioso es que no sentía dolor mientras teníamos sexo.
    —Mejor te ayudo.

  Me levantó en brazos y fuimos hacia mi casa. Antes de entrar, él me habló.

    —¿Esther?
    —¿Sí , Victor? –lo miré, parecía... avergonzado.
    —Te extrañé.

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Cuba, 09/abr/2021

Hola, humanos:

   De esta forma llegamos al final de este fanfic. Fue lindo mientras duró.

Una mordida real,
VampirEsther.

Extrañando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora