Epílogo.

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El viento frío soplaba, aún así no sentía necesidad de ir por un suéter. Cuando volvieron a Nueva York, Tony les regalo una casa que era enorme si la comparaban con el pequeño departamento de Loki. La casa era de tres pisos, tenía una piscina afuera al lado de un jardín en el que un cerezo creció poco después de que ellos se mudaran. El pelinegro miraba las estrellas sentado a un lado del enorme árbol. 

- ¿Pensando en madre?

Los verdes ojos se desviaron al rubio que se acercaba a él con dos tazas en sus manos, se sintió afortunado de tener a alguien así a su lado, preocupándose siempre por él, leyendo su mente y acertando a todo. 

- A veces creo que este árbol creció gracias a ella... es enorme a pesar de que ni siquiera lo plantamos. 

- Creo que es ella. 

Thor se sienta a su lado, le extiende una de las tazas y lo abraza por los hombros, recargándolo en su pecho. Loki sonríe nuevamente y se acurruca en el cuerpo contrario. 

- La extraño mucho...

- Lo sé. También yo, y a papá... y a todos. Me cuesta procesar que Asgard ya no existe.

- Ah, una carta no fue la mejor forma para informarnos. Supongo que no tuvo tiempo de más. 

Se quedan callados, mirando hacia el cielo, tranquilos. Thor se quita su chamarra y cobija a Loki con esta cuando lo siente temblar. Loki le agradece y le da un beso en la mejilla. 

- En una semana es la boda de Tony y Steve.- Susurrá el rubio sonriente.

- Lo sé, no puedo creerlo aún. 

- Por cierto... Sé que Heimdall murió, pero eso implica que se quedó ciego... 

Loki soltó una carcajada, Thor a veces es tan tierno. 

- ¿Quieres pedirme matrimonio? 

Pregunta, Thor asiente con su cabeza y le muestra un anillo de oro en forma de serpiente, esta se enrolla sosteniendo en el centro una esmeralda. Loki se sonroja y extiende su mano, Thor le pone el anillo y sabe que eso es un rotundo sí. Ambos se abrazan, sus corazones laten con fuerza al mismo tiempo y bajo aquel árbol de cerezo ambos se susurran un sincero "te amo". Loki abraza al dios del trueno y se siente inmensamente feliz cuando mira hacia el frente, y ahí, sentados en la banca que suelen compartir en las tardes, puede ver a Frigga y Odín sonriendoles, dándoles su aprobación. 

Toda la oscuridad que lo había consumido por años, la tristeza y esa horrible presión se alejan, se siente seguro y protegido en aquellos fuertes brazos, se siente amado. Es en ese momento, cuando sabe que a partir de ahora todo estará bien, porque ellos están juntos. Y solo eso importa. 

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