Ni leyendo todo lo que pienso, haría que te enamores de mí.

El Caballero...

Implacable el deseo que en el caballero crece,
un deseo simple y a la vez complejo
pues es la voz de su amada quien por las tardes lo mece,
<<ven a mí, querida mía, es mi amor el que mereces>>.

El palpitar de sus adentros entiende lo que pasa
y a pesar de ello no aprende cómo dejarla.
<<No te quiero olvidar, tampoco puedo>>
dice soplando a la luna
mientras llora cual niño en cuna.

Si otro hombre es quien a tu alma ofrece abrigo
devuélveme mi corazón que fiel te ha sido,
pues entiendo que ya no lo necesitas,
al menos no como aparentaste frente a la oscuridad y el frío.

En el pionero de tus sueños se ha convertido
y cuenta no te has dado.
Para ti ha sonreído en días pobres,
olvidando sus sentimientos lúgubres.

Este caballero no conoce el camino
que en tu piel marca tus deseos sedientos,
pero conoce las veredas
que provocan tu sonrisa iluminando las tinieblas.

Aparenta no darle importancia a su duelo
pero la cruz queda marcada
en cada lágrima que cae a su almohada.