Luego de haber matado a su primer objetivo decidió montar su base ahí, sacó su arco y apuntó a través de la amplia vista que tenía desde ahí, sacaba sus flechas y las ubicaba, apuntando mayormente al torso de los enemigos, logrando atravesar los cuerpos enemigos con relativa facilidad. Logró derrotar a varios, más de diez por lo menos, pero al observar que subían en su búsqueda supo que no podía quedarse mucho más tiempo allí, pues corría peligro de que lo acorralaran.
Se dispuso a bajar de la torre por unas angostas escaleras, estaba oscuro, la tenue iluminación apenas iluminaba la mohosa pared que con sus manos tocaba para guiarse, aún sabiendo que con su vista podía ver perfectamente. Bajando las escaleras se encontró con dos jóvenes que venían a darle caza, pero no se entretuvo mucho ahí, agarró sus cabezas y las golpeó entre sí, rompiéndoles su débil cráneo, uno de ellos alcanzó a hacerle una cortada sobre su estomago que ni siquiera notó.
Arsen luego de bañarse en la sangre de dos de sus oponentes sabía que debía de ir por más personas, detenerse ahí era estúpido, pues no había cosa que le gustara más que luchar, porque eso fue lo que perfeccionó durante años, desde que hubo dejado la aldea donde vivía con su hermana, desde que comenzó su viaje con los necrófagos, desde que mató a su primer bestia, ver la desesperación de sus enemigos, manchar sus manos era el mayor placer que Dios pudo haberle obsequiado.
Bajando rápidamente las escaleras aprovechó en desenvainar su espada, que si bien no era el mejor con su uso y prefería el arco, sabía defenderse. Comenzó a atacar a quienes osaran enfrentarlo, rompiendo la carne, retorciendo la espada dentro de ellos y sacándola nuevamente. Y así luchó contra varios, donde realmente pocos pudieron tocarlo y dañarlo, lamía la sangre sobre su rostro de vez en cuando, probando el sabor, un sabor metálico que se extendía desde sus papilas hasta el centro de su estomago, que feroz reclamaba más, más sangre, más cuerpos, mas cadáveres. Con su sensible olfato podía oler los cadáveres, decenas, que se extendían en lo ancho de la llanura y manchaban el verde que el tanto amaba, y escuchaba los alaridos de agonía y de dolor que él y sus compañeros causaban.
Los veía correr alarmados, esconderse en las pequeñas casas de caña, ayudarse entre ellos e igual salir lastimados.
Y veía mucho más lejos los familiares destrozados, quemados, degollados, ya hasta imposibles de identificar, pues tanto daño les habían hecho que crías pequeñas buscaban a sus padres, aún sin saber que se hallaban muertos en la pila de animales. Aullaban con desespero quienes aún vivos sentían su carne raída y cortada por cuchillas.
Sentía su corazón latir del enojo y la furia contenida, pues aquellas bestias lastimaron a seres inocentes que poco podrían defenderse. Soltó su espada lentamente, esta al tocar el suelo hizo un ruido seco que pasó por alto, miró al suelo, lloró un poco, quizás de tristeza, quizás de impotencia, sintiendo a la gente acercarse viendo una posibilidad de asesinarlo. Sintió una de sus cuchillas atravesarle la piel, sintió la sangre caer y poco le importó, simplemente levantó su vista, mirando a quien lo había lastimado, un chico joven, alrededor de los 20 tal vez, asustado, temblaba de miedo. "Lo lamento" pensó, porque rápidamente lo tomó del cuello apretando allí su mano, sus uñas desgarraron su piel, manchándose de rojo, veía como el chico se quedaba sin aire, como soltaba su arma, como pedía ayuda en silencio y no le importó, siguió apretando hasta que el cuerpo sin vida dejó de luchar, y lo dejó caer a sus pies.
Levemente lo pateó asqueado y alzó nuevamente su vista. La pelea casi terminaba y no pudo evitar acercarse a sus compañeros, los cuales se hallaban ya terminando con el trabajo. Pero quien más le importaba era Carmin, preocupado la buscó con la mirada y no vio ni rastros, pensando lo peor se obligó a mantenerse calmado, pues alterado no lograría nada.
"Espero se encuentre bien" pensó ya cansado.
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Arsen's daily life
RandomSolo algunos oneshots de mi OC Arsen. Lo conocerán con el tiempo.