Sweet Ice | MinJoong [Ateez] ~ HIATUS

Capítulo 1 | Nuevo empleado

Song Mingi amaba el helado de fresa, tanto que siempre pasaba por la heladería Sweet Ice al salir de la universidad para comprar un cono e ir disfrutando del postre por el camino.
Desde hace unos meses pasaba a las 5:30 PM en punto, los trabajadores ya lo conocían y lo saludaban preguntándole cómo iba en la universidad y porqué no, invitándole un cono de vez en cuando. Con el que mejor se llevaba era un chico de cabello lila y linda sonrisa, Wooyoung era algo joven para estar trabajando pero le había comentado que quería ayudar en su casa dado que su madre era la única que se encargaba de él y de su hermano.

Como era usual entró al local escuchando la campanilla timbrar llamando la atención de algunas personas, se acercó a la barra y se sorprendió. En el lugar de Wooyoung estaba un chico de cabello castaño claro, casi rubio, leyó la pequeña placa en su camisa.

Hongjoong.

— Hola, buenas días, digo, bu..buenas tardes ¿Qué desea ordenar? —dijo trabándose al hablar pero siempre con una sonrisa algo avergonzada y Mingi quedó embobado.

— Hola —sonrió —. Llevaré un cono de fresa por favor.

Después de hablar vio como el castaño tomaba un cono y se acercaba a los pequeños refrigeradores frente a él tomando una cuchara para nieve, Mingi casi muere de ternura al ver como las manos del chico temblaban ligeramente y un tono rosado ocupaba sus orejas.

— Aquí tiene —dijo el muchacho estirando el brazo, al momento de tomar el cono sus manos se rozaron levemente —. Qu...Que lo disfrute

— ¿Cuánto sería? —preguntó sonriendo por lo distraído que era el chico.

Con un fuerte sonrojo en sus mejillas le cobró haciendo sonreír aún más grande a Mingi, dios, era una ternura.

— Hasta luego Hongjoong —habló con una sonrisa después de entregarle el dinero y salió del local.

El chico suspiró una vez vio al alto salir de la tienda, su corazón estaba a mil y sus palmas sudaban.
No podía mentir, aquel chico era increíblemente atractivo y su simple presencia lo ponía con los nervios de punta.

— Hyung ¿Estás bien? —la mano de Wooyoung lo movió —. Te quedaste como ido.

— Ehh s..si —tartamudeó sacudiendo la cabeza.

Continuó con su trabajo por el resto del día sirviendo helados y unas que otras malteadas, sin embargo le habían llamado varias veces la atención por estar distraído pero no era su culpa, era culpa de aquel chico alto de cabello castaño y hermosa sonrisa.
Al final de su turno fue al vestidor para cambiarse pero no esperaba encontrarse con Wooyoung comiéndole la boca a su novio mientras lo pegaba contra los casilleros.

— ¡Lo siento! Yo no vi nada —gritó tapándose los ojos con ambas manos, el de cabello lila se separó avergonzado y carraspeó.

— Te veo afuera bebé —le dijo al chico de cabello verdoso y le dio un último beso antes de que éste saliera sonrojado de ahí—. Siento que tuvieras que ver eso Hyung.

— No importa sólo... No lo hagas aquí o por lo menos colócale pestillo a la puerta —murmuró y prosiguió a cambiarse la camisa de trabajo por su sudadera.

Después de despedirse de Wooyoung y su novio, San, se encaminó a su casa. El cielo tenía un tono anaranjado hermoso y unas esponjosas nubes lo adornaban, Hongjoong suspiró cerrando los ojos, no sabía si fue buena idea haber tomado ese trabajo y enseguida el chico castaño llegó a sus pensamientos; no sabía su nombre ni nada de él pero aún así se sentía atraído hacia el muchacho, era su primer día trabajando ahí y en las pocas horas que llevaba ningún cliente había ocasionado ese tipo de reacción en su cuerpo y mucho menos había llegado a olvidar cobrarle a alguien.
Entró en su casa encontrándose solo, como era costumbre, se quitó los zapatos y fue a la cocina donde encontró una nota pegada al frigorífico.

Tengo una cena importante
de la empresa, regresaré tarde o
posiblemente mañana.
Hay comida en el horno.

-Mamá

Hongjoong suspiró al terminar de leer el papel y calentó la comida que había dejado su madre, por lo menos recordaba su existencia tan solo un poco para dejar comida hecha.
El pitido del microondas lo asustó y sacando el plato con cuidado se fue a sentar a la sala, prendiendo el televisor.

Después de terminar su comida apagó las luces a su paso y cuál niño chiquito corrió escaleras arriba, le tenía miedo a la oscuridad.
Una vez se hubo cambiado se metió bajo las sábanas haciéndose bolita y cayó dormido pensando en aquel chico alto.