MI VIDA

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MAL ENTENDIDO

Él no quería que esto pasara, juraba por Merlín que esto es lo último que deseaba y necesitaba agregar a su ya problemática vida. Si alguien le hubiese contado meses atrás que terminaría en esta situación, lo habría cruciado por tal ofensa. Y sin embargo ahí estaba, bajo la nieve decembrina que anunciaba la llegada de la navidad y el nuevo año, esperando a que él saliera del Cabeza de Puerco donde, según sus fuentes, se reuniría con sus amigos para tratar temas que realmente no le interesaban. Sólo estaba ahí para poder explicar lo que realmente sucedió noches atrás.

Sabía que Potter no haría ninguna estupidez, por lo que esperaría pacientemente frente al Cabeza de Puerco.

Desde que el perro pulgoso estuviese a punto de morir en el Departamento de Misterios frente a Harry, quién se culpaba por todo lo ocurrido aquella noche, el último Potter cambió. Tal parecía que ni siquiera sus amigos más cercanos lo notaron, pero no por nada él era la mano derecha de Albus y uno de los más peligrosos mortifagos. Por ello no culpaba a los muchachos, Potter cambio gradual y sutilmente varios de sus hábitos, adquirió otros que se acercaban demasiado a la paranoia de Moody (sospechaba que el auror realmente había tenido algo que ver), y había comenzado a devorar libros enteros de diversos temas y tan rápido que incluso Granger se quedaba corta frente a tal...interés. Podría decirse que Harry realmente había madurado... Aunque no veía ni madres de esa madurez en este momento, el chico simplemente lo evitaba.

Cuando diviso al trio dorado se encaminó hacia ellos sin importar las miradas asesinas que los chicos, a excepción de Harry, le lanzaban sin interés por disimularlo.

-¿Se le ofrece algo, señor?- Le cuestionó Granger, que estaba frente a Weasley y detrás de este estaba su motivo para estar fuera del castillo con semejante clima.

-Necesito hablar con Potter, así que si me permite... -Cuando dio un paso al frente con toda la intensión de ignorar a los adolescentes, la chica dio un par más para cubrir su camino, Weasley se irguió en toda su altura colocándose protectoramente frente a Potter, quien simplemente desvió la mirada mientras suspiraba cansado.

-Harry no se siente bien ahora, señor. Creo que lo mejor sería que hablasen en otro momento- ¿Enserio creía esa mocosa que podría intimidarlo? ¿A él, un mortígafo, espía y pocionista con gusto por las artes oscuras?

-50 puntos menos para Griffyndor por su insolencia y arrogancia. No he pedido su opinión y veo perfectamente al Sr. Potter-Hermione iba a replicar cuando la mano de Harry se posó sobre su hombro. La joven se giró y compartieron una significativa mirada. Ella negó, Harry sonrió laso, Weasley no dejaba de observarlo todo mientras mantenía una mano dentro de su bolsillo, seguramente sosteniendo su varita.

-Bien- Contesto irritada la chica- Esperaremos por ti, más te vale llegar bien-Hizo énfasis en la última palabra mientras dirigía una rápida mirada a su dirección- Ron, vámonos, acabo de recordar que tenemos tarea de Herbología- El pelirrojo miró a su amigo antes de seguir a la bruja con dirección al castillo.

-¿Y bien, qué necesita hablar conmigo profesor?- Snape regreso su vista hacia el muchacho. Se veía pálido, ojeroso, ojos rojos, labios resecos y más delgado (si es que era posible) de lo que recordaba.

-Como le dije a la señorita Granger, tengo asuntos que tratar con usted. En privado.

-Lo siento profesor, pero eso no será posible... Seguramente usted tiene asuntos más interesantes a tratar con cierto burócrata, que dedicar tiempo a un mocoso como yo... - Las palabras de Harry molestaron de sobre manera al maestro en pociones. ¿Cómo se atrevía a dudar de él, después de todo lo ocurrido?

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