🌻Instituto para locos🌻

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Llevo dos días en casa. Casa, que bien suena esa palabra. Después de dos años secuestrada y maltratada, decir que estás en casa suena a música angelical.

Mis padres aún no lo han asimilado, yo tampoco, a decir verdad, ellos piensan que en cualquier momento voy a desaparecer. Es por eso que no me han dejado salir de casa en estos últimos días, y si digo la verdad creo que me estoy volviendo loca. Cada dos por tres veo una sombra o un reflejo y me imagino que son mis secuestradores, ellos no lo entienden, pero estar encerrada en casa me produce la misma sensación que la de durante estos dos años.

- No quiero que siga aquí Margaret.

- ¿En qué estás pensando Roger? La acabamos de recuperar no pienso mandarla a un internado.

- Es la única solución, ya has visto cómo nos mira, creo que esta demente. Si no hacemos algo pronto nosotros terminaremos locos.

- No, ya te lo he dicho, no enviaré a mi hija a un internado para chicos problemáticos.

No era normal que mis padres estuvieran siempre discutiendo antes de que se me llevasen. Pero ahora los oigo reñir cuando creen que no estoy presente, y duele, duele que el motivo de las discusiones sea yo, que mi padre crea que soy un grano en el culo y que me quieran mandar a un internado.

- Mamá, papá, ¿puedo salir a tomar el aire?

- No creo que sea buena idea, cielo, tu padre y yo tenemos cosas que debatir, vete a tu cuarto por favor.

No creo que nada vuelva a ser como era antes. Las sonrisas ahora se han intercambiado por gritos, los pasteles por comida nutritiva, los abrazos por miradas tristes...

Subo sin rechistar porque sé que no merece la pena con ellos. Quiero creer que algún día eso va a cambiar y que seré libre por fin, que podré volver a salir sin que nadie me lo impida.

Estoy en mi cuarto, tranquila con las persianas bajadas, la luz apagada y mirando las estrellas del techo de mi cuarto.

Oigo un ruido que viene del baño, no le hago caso hasta que no escucho el siguiente golpe. Me levanto como si tuviera un resorte en el trasero y voy de puntillas hasta la puerta. Le doy un suave golpe y veo una sombra en la bañera, doy un bote en el sitio, estoy muerta de miedo por los recuerdos de mi secuestro. La sombra se dirige hacia mí, no puede ser, han vuelto.

Grito, grito tan fuerte como puedo, intento alejar la sombra de mí, pero es imposible. Empiezo a girar con fuerza, me doy golpes con la pared. ¿Qué me está pasando?

- Tara, ¿te pasa algo?

- ¡Mamá!¡Ayúdame, me quieren llevar! ¡Otra vez no!

- ¡Tara, Tara, abre la puerta, ¡ábrela!

Se oye un ruido sordo, veo como se abre una puerta y me tiro al suelo, es la táctica que utilizaba con mis secuestradores y alguna que otra vez eso funcionaba.

- ¡Dejadme en paz! ¡Ya os lo he dado todo!

Siento que me falta el aire, veo unos puntos negros, se van acercando y multiplicando cada vez más rápido. Finalmente desaparezco, está todo negro.

...

Despierto en una cama desconocida, no es mullida, hay algo conectado a mi brazo, intento moverme, pero no tengo fuerzas. Otra vez, lo sabía, sabía que venían a por mí, lo peor es que mis padres no han podido hacer nada.

Espera, ese olor a desinfectante no estaba antes, a no ser que ahora sean más pulcros aún cabe la posibilidad de no volver a estar secuestrada.

Abro los ojos con dificultad, la luz blanca me hace recordar el primer día en que volví, hay una máquina que señala mis pulsaciones y hay una persona sentada en la silla a mi lado.

Fucked UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora