CAPÍTULO 5.

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Su vida había cambiado total y completamente desde aquel fatídico accidente.

La noche en que aceptó ser la esposa del doctor Karl Morgan, fue uno de los más felices.

Ver sus cautivadores ojos grises abrirse de sorpresa. Es algo que perduraría en su mente por siempre.

El matrimonio se celebró seis meses después y no fue por parte de ella, si no por las vacaciones de trabajo de Karl. No estaba dispuesta a esperar más tiempo para formar una familia a su lado. Sin embargo él le había pedido que esperaran hasta el verano.

Por parte de él su regalo de boda era viajar a Europa y pasar la luna de miel en aquel hotel con arquitectura antigua que tanto le llamaba la atención.

El lugar había pertenecido a Duquesa Margarett Thompson, una de las supuestas amantes del Rey. Se decía que ella había vivido ahí con su único sobrino, hijo de la hermana que la había criado.

Cuando ella entro a la habitación se sintió mareada. Sentía que ella anteriormente había estado en ese lugar.

La combinación de lo antiguo con lo moderno hizo que muchas emociones salieran a flote.

Las paredes pintadas de color crema con las cortinas de color azul la daban un toque elegante a la habitación. Cuadros modernos y todo el lujo del siglo XXI era un contraste increíble.

La gran cama en la cual podían meterse más de cinco personas, era un ensueño. Tenía una colcha blanca y pétalos de rosas rojas en forma de corazón. El corazón comenzó a latir con fuerza. Cuando miró de lado y vio la mesa preparada con fresas, manzanas, peras, ciruelas, finos quesos y un exquisito vino. Las piernas le fallaron cuando observó dos copas de plata con grabados antiguos adornadas con lazos blancos.

Todo era confuso pero era igual que su sueño.

Karl la observaba desde lejos, admirándola.

- ¿Te gusta?. - Le preguntó metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros.

- Sí.– Contestó tímida – ¡Me encanta!.

Caminó con paso firme y confiado hacía ella. La tomó de la cintura y junto su frente con la de ella.

- Esto es como un sueño para mi, hecho realidad. – Le dijo él rozando sus labios.

- Es la realidad, mi amado esposo.

Ella dio el primer paso cubriendo sus labios con los suyos. Karl la dejo por breves momentos que explorara y degustara. Sus lenguas en una danza erótica hacía que pequeños gemidos de placer salieran de la boca de Anny.

Él rompió el beso para comenzar a besar su cuello mientras la tomaba por las caderas y la acercaba más a él. Quería que ella sintiera su erección.

- Muchas veces he querido tenerte así. – Continuó besando, mientras se deshacía de los tiros finos del vestido de verano que ella llevaba puesto.

Cuando el aire hizo contacto con sus pezones ya erectos emitió un jadeo que provocó más a Karl.

Ella con desespero comenzó a tratar de quitarle la ropa.

- Espera, Anny. – La miró –. Aún hay tiempo.

Negó con la cabeza.

- No quiero perder más el tiempo.

Se alejó un poco de él y caminó hasta la orilla de la cama. Allí comenzó a quitarse el vestido y permitió que rodara por su cuerpo, dejando la fina prenda arremolinada en el piso.

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