2. La clase de inglés

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Al siguiente día, Alejandro iba sentado en la parte trasera del automóvil de Renato intentando mantenerse quieto. Le costaba mucho trabajo reprimir su emoción por regresar a su rutina en la universidad y más cuando por fin tendría a su profesor favorito en la materia que más problemas le daba.

—Pareces nervioso, Alex —mencionó Renato con suavidad—, ¿acaso tienes miedo de tu primer día de clases?

Alejandro le dirigió una mirada aburrida por el espejo retrovisor, la cual solo provocó una corta risa por parte de su amigo.

—Si te sientes nervioso le puedo pedir a papi que te lleve de regreso a casa y te cuide en lo que vuelvo de la universidad —sugirió Hilal volteando hacia atrás mirándolo con sus enormes ojos inocentes, aunque de inocencia no tenía nada el muy hijo de puta burlón.

Se acercó para dar un golpecito juguetón en la nariz de su amigo con su dedo índice.

—Me regresaré solo si mami viene conmigo para que me alimente y después me arrope a la hora de la siesta —respondió en el mismo tono sarcástico de Hilal.

Su amigo entrecerró los ojos y se enderezó en su asiento de nuevo. Renato y él se carcajearon mientras Hilal refunfuñaba unas cuantas groserías.

Cuando el automóvil se detuvo en el estacionamiento de la universidad, tomó sus cosas y salió a toda prisa.

— ¡Nos vemos en el salón! —Gritó hacia Hilal— Tómense su tiempo para despedirse.

Sonrió con amplitud cuando Hilal le gritó a modo de reclamo y Renato no le permitió continuar cuando se le fue encima para besarlo. Alejandro siguió su camino riendo entre dientes, sus amigos a veces pecaban de amorosos y cuando sucedían esos momentos empalagosos prefería mantenerse lejos. Definitivamente era un espectáculo que no quería apreciar.

No tardó mucho en llegar a su salón para darse cuenta de que estaba vacío, habían llegado muy temprano pues Renato todavía debía manejar un poco más para llegar a su trabajo. Dejó su mochila en su butaca y corrió de nuevo a la salida para esperar a sus amigos, aunque casi al salir chocó con alguien más y si no fuera por un par de manos sujetando sus hombros, hubiera caído hacia atrás.

— ¡Espera! —Exclamó el profesor Ackerman con un jadeo— Es el primer día y ya huyes de mi clase, creo que me estoy ofendiendo.

Alejandro lo miró sin poder moverse.

—No... yo no... solo iba a encontrarme con mis amigos —intentó justificarse con un tartamudeo nada propio de él, por alguna razón se sintió nervioso por tenerlo tan cerca.

Adrien sonrió y lo atrajo a un abrazo.

—Me da gusto verte de nuevo —susurró el profesor muy cerca de su oído provocándole un hormigueo extraño en la columna vertebral.

—Igual a mí —respondió al cerrar los ojos y apoyó la mejilla sobre el hombro de su profesor sintiéndose satisfecho por el contacto.

Adrien era solo un poco más alto que él y no era tan exageradamente atlético como Renato o el señor LeBlanc, por lo que resultaba muy fácil abrazarlo.

El saludo terminó casi tan rápido como había resultado de inesperado. Al soltarse, solo sonrió y ambos se dirigieron a sus respectivos lugares para comenzar a platicar acerca de sus vivencias durante las vacaciones mientras los demás compañeros llegaban al salón.

Unos minutos después, cuando Adrien se levantó para comenzar la clase, llegó Hilal con el rostro enrojecido y más despeinado que de costumbre.

—No vuelvas a dejarme solo en el estacionamiento con Renato —masculló Hilal en cuanto se dejó caer en su asiento.

— ¿Por qué? —Preguntó divertido mirando con atención el cuello que estaba lleno de manchas rojas.

Su amigo se acercó a su oreja y no pudo evitar mirar al profesor que le regresaba una mirada seria a la vez que hablaba a la clase con un discurso de bienvenida.

—Porque no se limita cuando estamos solos y si no quieres que me expulsen por tener relaciones en el estacionamiento tendrás que sacarme de allí en cuanto lleguemos a la universidad —explicó su amigo en un rápido susurro.

—Qué horror —se quejó intentando empujarlo lejos—, no me cuentes tus intimidades. Mejor péinate y cubre esas marcas en tu cuello.

Hilal enrojeció y levantó más el cuello de su camisa para luego enfurruñarse en su lugar.

El profesor comenzó a dictar los temas que verían en el curso, aunque se vio interrumpido por la puerta del salón que se abrió de golpe. Todos voltearon a ver a Badir, quien estaba en el umbral de la puerta agitado y muy despeinado.

—Disculpe la tardanza, señor Ackerman, ¿me permite entrar? —Pidió Badir casi sin aliento.

El profesor negó divertido haciéndole una seña para que entrara. Badir se apresuró y tomó asiento a su lado.

— ¿Tú también? —gesticuló Alejandro cuando Adrien les dio la espalda para escribir en la pizarra.

— ¿Yo qué? —Preguntó Badir pasando rápidamente una mano por su cabello y acomodándose la ropa de manera brusca.

— ¿También tuviste una despedida... efusiva con tu profesor? —Susurró sugerentemente guiñándole un ojo.

Badir lo miró desconfiado, después se inclinó para mirar a Hilal quien le mostraba un pulgar hacia arriba. Ambos se inclinaron cerca y chocaron sus nudillos frente a su cara. Alejandro resopló y entornó los ojos; en cuanto volvió a mirar al profesor Ackerman, él ya se había girado muy sonriente a su clase.

— ¿Quieres saber lo que hice con Darío en su oficina? —Gesticuló Badir.

Alejandro colocó una libreta al lado de su cara para bloquear la vista de su burlón amigo quien solo se rio en voz baja. Era muy incómodo que ese par de descarados le platicaran de sus encuentros amorosos, y no porque le resultara incómodo como cualquiera podría pensar; al contrario, lo dejaban con un sentimiento de euforia y era algo angustiante y confuso. Por esa razón y para evitar afrontar esos sentimientos fuera de lugar, intentaba esquivar temas sexuales en la medida de lo posible a pesar de que resultaba muy difícil porque Badir y Hilal eran bastante pasionales al igual que sus parejas.

Finalmente volvió a colocar la libreta sobre su butaca e ignoró los intentos de sus amigos por llamar su atención. Prefirió poner atención a su profesor de inglés, debía aprovechar cada minuto de sus enseñanzas. Y si era más sincero consigo mismo, deseaba aprovechar cada segundo de su cercanía.

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Yo bien perdida en el tiempo, creía que ayer era lunes y por eso no actualicé 😂😂😂😂, tarde pero seguro 😂😂

Enloqueciendo por mi profesor de inglésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora