Narra Damon
Mis botas van golpeando las baldosas del suelo del pasillo del instituto. Mientras ando al ritmo del compás que marcan mis pies, algunas de las chicas que están colocando sus pertenencias dentro de sus taquillas, giran sus cabezas para echarme un ojo. Me doy cuenta de que me miran, pero trato de ignorarlo. La mayoría de las chicas de este instituto no son mi tipo. Todas con sus falditas compradas por su papá, sus jerseis de punto y sus collares caros que les regalan sus novios idiotas porque no se dan cuenta de que, mientras ellos les compran los collares, ellas se están liando con el de la taquilla de al lado. Aunque no doy por supuesto que todas sean así. Mientras cuchichean y escucho algún que otro ''Salvatore'', me dirijo a mi clase de Historia.
La clase de Historia es tan aburrida, siempre tratando los mismos temas que me sé de memoria. Me entretengo mirando a las chicas o, incluso, saco mi teléfono sin que me vean y marco el número de Stefan, mi hermano. Es gracioso escuchar su ridículo tono de llamada, al otro lado de la pared, a duo con los gritos de su profesor que le intenta confiscar el teléfono. Siempre que suena ese ridículo tono, algunos de mis compañeros de clase me miran compartiendo diferentes opiniones. Algunos se ríen y otros acompañarán mi apellido con palabras malsonantes. Aunque parece que la clase de Historia de hoy está más entretenida que nunca.
Una chica morena de ojos castaños no para de mirarme y suelta alguna risita que intenta ocultar tapándose la boca con la mano. Es tan molesta, me está hartando. Si no estuviese el profesor delante, me levantaría y golpearía su mesa para que, con razón, se tapase esa maldita boca. Me sorprende que no vaya vestida como las otras chicas. En vez de llevar una faldita, lleva unos pantalones vaqueros y ha sustituido el jersey de punto, por una simple camiseta de manga larga y una chaqueta vaquera. Maldita sea, parece que acaba de salir de una película del Oeste. Cuando dejo de contemplar a la chica, me doy cuenta de que está sonando la campana y me dirijo a mi taquilla.
Mientras estoy cogiendo mis zapatillas de deporte para la clase siguiente, escucho una voz a través de las rejas de la puerta de mi taquilla.
-Hola Salvatore. -soy capaz de reconocer su maldita risita.
-Qué susto me has dado, no vuelvas a hacerlo. -respondo ignorando la puerta que nos separa.
-Buena jugada, ¿cuántas veces le han quitado el teléfono ya?
-Ni lo sé ni me importa, pero seguro que unas cuantas. -que alguien cierre esa maldita boca.
-¡Maldito! ¿Vas a hacer que me compre otro teléfono?-escucho mientras veo que la puerta de mi taquilla viene hacia mi cara, pero soy capaz de pararla.
-¿Os podéis callar los dos? Me estáis dando dolor de cabeza.
-¿Tú eres Stefan?-dice la chica de la maldita boca que no es capaz de cerrar.
-Sí, ¿y tú eres...?
-Elena -interrumpe la frase de Stefan.
-Mi taquilla no es un lugar de reuniones, me marcho -digo mientras cierro mi taquilla y recorro el pasillo hasta el gimnasio.
Ahora las miradas de las chicas se sustituyen por las miradas de sus novios cuando entro a los vestuarios. Me estoy cambiando y de repente oigo otra vez esa maldita voz que lleva todo el día sonando en mi cabeza. Guardo las cosas en mi bolsa y voy siguiendo la voz hasta la puerta del vestuario.
-¡¿Te puedes callar ya y puedes dejar de perseguirme?!
-No te estoy persiguiendo-responde Elena rodando los ojos
-No te creas el centro de atención, no solo existes tú en este instituto. -dijo un chico al lado de Elena del que no había percatado su presencia.
El chico que le acompaña creo que se llama Matt. Le conozco de clase de gimnasia, solo he hablado con él si era necesario para realizar algunos de los ejercicios de clase. Es bastante bueno, creo que juega en el equipo del instituto. Yo también soy bueno, pero prefiero dedicar mis tardes a otras cosas y no necesito estar en un equipo para que me reconozcan lo bueno que soy, es solo un maldito equipo de instituto que no tiene ningún valor y que se dedica a jugar partidos con otras institutos de la zona.
-Matt, serás muy bueno en clase de gimnasia, pero fuera no hay quien te aguante.
-¿Por qué no sales al pasillo y te montas un corillo de chicas para que todas contemplen tu 'belleza'?. -dice con un tono sarcástico.
-Que seas rubio y con ojos azules no significa que tengas derecho a decir que los demás somos feos, Ken. -hago referencia a la muñeca que aparece en los anuncios de televisión durante la época navideña.
-No es feo, Matt. -contesta Elena mientras le da un codazo.
-Gracias, chica. -respondo mientras me giro guiñándole un ojo y entrando otra vez a los vestuarios.
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Bleeding (Desangrándose) - The Vampire Diaries fanfic.
FantasyDamon, manipulador y controlador, es uno de los chicos más populares del instituto. Todas las chicas se fijan en él, hasta Elena, una chica corriente que no se deja manipular por ningún hombre. Todo el instituto cree conocer a Damon y lo que gira en...