Un dulce y cálido beso

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Al día siguiente Shindou se levantó temprano, viendo que ella seguía sumida en un profundo sueño fue a darse una ducha revitalizante, luego de vestirse salió de su pieza para ver si su hijo ya estaba despierto, al abrir la puerta el chico no estaba y la cama estaba sin hacer, incluso el baño estaba con la puerta abierta.

- ¿Dónde se habrá metido? - se preguntaba Shindou ya que su hijo no podía estar solo mucho tiempo ya que podía hacer mil travesuras.

Regresó al pasillo y pensó un poco las cosas, llevaba una vida llena de reglas y algunas cosas debían de cambiar, al llegar a las escaleras solo miró el retrato de su esposa y lo contempló - Querida mía, no sé si he tomado la mejor decisión, no siento nada por mi asistente, me sentí solo todo este tiempo y la tomé a ella para llenar el vacío que dejaste, pero en verdad ella no lo logra ¿qué debo hacer?

Las cortinas de la habitación de Akane se movían suavemente, la luz era tenue y el ambiente agradable, Hiroshi en la madrugada se había venido a dormir ya que las pesadillas siempre se hacían presentes y más con lo que ocurrió, así que ella le había permitido quedarse y ahora ellos estaban dormidos y él muy gustoso abrazaba al gatito de peluche de Akane.

Ella despertó y admiró a Hiroshi mientras dormía, acarició sus cabellos y este solo se movió- Mamá- Musitó mientras seguía dormido. Akane solo sonrió, en verdad soñaba con las caricias de su madre.

- Ahora ya tendrás una nueva mamá. - dijo Akane, el chico despertó de golpe escuchando lo que ella dijo.

- Madrastra querrá decir. - dijo, ella solo se asustó por la brusquedad con la que despertó él y dijo eso. - No quiero que ella se case con papá.

- Tan temprano y ¿ya de mal humor? - Akane con su dedo tocaba la mejilla del niño. - Sonríe que estás muy chiquito para pensar en problemas, tu solo trata de preocuparte por jugar y estudiar.

- Bien, le haré un regalo para celebrar. - Hiroshi ya tenía claro que buscar para darle, pero se tendría que aguantar el regaño que su padre le iba a dar.

Ellos dos se levantaron de la cama, pues pronto sería la hora de desayunar, Akane mandó al pequeño a lavarse los dientes, bueno como todas las mañanas ella le había enseñado una rutina para que hiciera todos los días. Ella solo fue a lavar su rostro y cepillar sus dientes.

Hiroshi terminó de hacer todo y rápidamente bajó para ir a encontrarse con su padre- ¡Buenos días! - el niño saltó para abrazarlo ya que este se encontraba pasando.

- Buenos días- le da un beso en la mejilla- he ido antes a tu habitación y no te he encontrado en tu cama ¿dónde estabas?

- Ah pues me fui a dormir con mi maestra tuve una pesadilla y ella veló mi sueño hasta que me quedé dormido.

- Parece que la quieres mucho ¿verdad mi niño?

- La quiero demasiado.

Shindou dejó a Hiroshi en el piso y fueron a desayunar. Akane luego los alcanzó y comenzaron sin la asistente, que pronto comenzó a buscar el calor del otro cuerpo, se dio cuenta de que ella estaba sola. Estaba algo indignada pues quería despertar con él y sentir sus caricias y besos, pero no, él la había abandonado.

Se levantó y sentía el mundo en sus manos, aprovechando que ahora era la novia de un hombre importante se daría ciertos lujos y con astucia pediría lo que se merecía, la vida que siempre quiso.

Se paseó como dueña y señora de la Mansión, incluso ahora tenían que mostrar más respeto a ella pues sabían del carácter que tenía. Llegó al comedor donde estaban los tres terminando de desayunar muy animadamente, saludó y se acercó a Shindou para darle un muy cariñoso beso en la mejilla.

La InstitutrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora