¿Mi jefe es un lycan? { XVI }

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La excusa parte 2.

* * * *

Pedro, si quieres que confíe... no me ocultes nada. - Le grité desde el sillón en donde me había cruzado de piernas. - tampoco me mientas. - luego me hablé para mí. - ¿Como pude ser tan inepta e irresponsable? Por todo los cielos, como permití involucrarte...

Oí los pasos alargados y deprisa que venía hacia mi. En cuando levanté la vista sorprendida, le tenía encima..., me había tomado por los hombros, dejando sin aliento como siempre, con esa mirada fija que hace callar.

Entonces, con mucho sentimientos dejó salir en su voz:

Si no me hubieras involucrado, estarías sola en esto..., sin ayuda de ningún alma. No tienes a nadie ¿No es así? - Se permitió una pausa de diez segundos, continuó. - En difíciles momentos como esto por lo que estas pasando... vas a necesitar amigos que... te entiendan, que te crean, y no los encontraras en las calles. Para eso, ¿Quien más va a existir que un simple taxista tonto y mal pagado como yo? ¿Ves a alguien más en esta habitación, Liz? - Se le dibujaba una sonrisa cálida mientras me señalaba con el brazo al rededor. Negué con la cabeza respondiendo. Él prosiguió. - Exacto. Dejadme ayudante, permiteme acompañarte en el caso para resolver quién juega con tu memoria. Liz, soy un chófer, y te llevaré hasta el fin a donde me digas que te llevé. Seré quien te escuche... Y te mentí porque temí tu reacción cuando sepas lo que sucedió jueves y viernes por medianoche. Amiga, no estás en condiciones de salud para que te cuente lo que vi..., lo que verdaderamente pasó.

A punto de abrir mis labios para contestar, pero las palabras quedaron suspendidas al instante que me llegó a las orejas la voz de un reportero anunciando en el noticiero, algo desbastador que me obligó... y muy despacio ponerme pie e ir a enfrentar la pantalla de la tele.

Antes de que Pedro pudiera apagar la televisión con el control remoto, fui más rápida y se lo arrebaté de las manos.

Tenía que ver eso aunque... me asustara.

Había un reportero tratando de llegar al pedimento junto con el camarógrafo, la escena era de película de terror,  apenas podían mostrar.
La multitud amontonadas, perplejas y desorientadas, curioseando detrás de la vallas. Se encontraban las unidades de patrullas, un camión chico de bombero y una camioneta forense. También mucho humo quedando como huella de un incidente causado por una gran pelea y masacres en ese lugar - que nunca se olvida fácilmente.

Era el Club Rojas. Quemado por fuera, y desde el interior parecía como si el fuego nunca llegó.
Habían bastantes camillas medicas con cuerpos inmóviles cubridos hasta las cabezas y brazos caídos cubiertos de sangre. La policía forense apartaban a la muchedumbre para ocultar información y tratar de evitar cruzar palabras resolviendo una conclusión.
Y... la sangre, estaba por todas partes, mezcladas con vidrios partidos de los ventanales rotos. Enfocaba la cámara en donde estuve yo haciendo fila esa noche; y con las puertas rojas abiertas par en par del boliche, pero que en esta parte, las cubrían con telas transparente que apenas se distinguía movimientos de los federales trabajando en las escenas de crimen adentro.

El reportero explicaba que los vecinos contaron; por la mañana saliendo el sol, oyeron una gran explotación de repente que causó despertar a toda la cuadra. Se dicen que pude ser un escape de gas desde la cocina del club durante la madrugada, que explotó sin pleno aviso. También explico otra teoría que había oído de casual a un agente de bombero; pudo ser una explotación intencionada por circunstancias de ajustes de cuentas. Hay versiones, pero a una la estaban ocultando.

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