¿Mi jefe es un lycan? {XXX}

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Elizabeth

Encontré una cabina telefónica porque mi celular no tenía señal al tener batería baja.
Inmediatamente marqué los números y llamé a la única persona que me fío.

Oí tonos al otro lado y luego a él suspirar de sueño.

— H-hola...

— González, por favor, por favor necesito tú ayuda...

— Tranquila, Liz, tranquila ¿qué pasó?

— N-necesito un lugar dónde quedarme..., necesito que me vengas a buscar...

— Detente, para... ¿qué? Acabo de despertarme del sillón de mi oficina...

— Mauricio, por favor te lo explico cuando me vengas a buscar.

— Bueno, llamaré a Pedro y... le enviaré una dirección para que te lleve ¿okey?

— ¡No! No él...

Liz...

— Pedro fue... quién me alcanzó a la... entrada de un hospital. Estoy... algo herida pero estoy bien. Ahora necesito de tú ayuda...

Lo oí suspirar indeciso, luego el jefe de la policía atrevió:

— T-te traeré a mi departamento, pero... el niño debe estar durmiendo.

— Mauricio, ¿no era que estabas en tú trabajo?

— La oficina de mi departamento..., tengo una aparte para trabajar con los expedientes.

— Yo no molesto..., es hasta... mañana por la mañana. Por favor, por favor.

— Dime dónde estás...

Y alcé el cuello a un cartel donde indicaba la dirección de la calle, luego se lo dicte.

Mauricio González, cortó con decir deprisa:

— Llegaré en 20 minutos..., caray estás lejos.

"Por favor, no me falles..." -pienso.

* * * *

Viajaba en el asiento trasero del coche azulado de Mauricio González, un coche que era del cuerpo de policía que le dieron.

González parecía inquieto, impaciente por averiguar de lo que me sucedió. Aparcó frente a su departamento, un departamento mediano, no gran cosa. Bajó el primero y luego dió la vuelta para abrir el lado de mi puerta, bajé con algo desconfianza. Mauricio clavó los ojos en mis piernas doloridas, e intentó deprisa ofrecerse para ayudarme caminar, le contesté de mala gana que no.

Subimos por el ascensor a su quinto piso, en todo el camino desde que me fue a buscar no cruzamos palabras, así que el hombre abrió su puerta con llave y luego me invitó a pasar, en voz bajita me pidió que fuera a su cocina para hablar con más calma bebiendo un té helado.

Atravieso la sala de estar, en donde se encontraban dos sillones largos de terciopelo anaranjado, en aquel instante no había percatado que había alguien ahí durmiendo, cuando me había dado cuenta, ése niño chiquito vestido con pijama de Avengers, se había movido a un lado pero no abrió sus ojos... por suerte, así que continuó durmiendo respirando ligero.

Así es, supongo que es su hijo.

Mauricio me pidió que me sentara, lo hice en unos de los banquillos que tenía ante la mesada.

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