Prólogo

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Al salir de rehabilitación por un desorden mental que me hacía comportarme como una mala persona, decidí volver con mi madre y retomar la vida de antes.
Lo que realmente me fastidiaba era ir a los grupos de apoyo.
Me resultó muy difícil actuar frente a los médicos de la clínica, siempre que me preguntaban como me sentía les decía que estaba fantástico, a mis pastillas las escupía y nunca las tomaba. Quería salir ya de esa clínica y volver con mis amigos. Las ganas me consumían más y más, pero supe controlarlas.
Descubrí que no estaba bien cuando era chico, sentía como si el mal se apoderaba de mí. Siempre que alguien me molestaba sentía impulsos por vengarme y hacerlo de la peor manera.
Mi madre, Patty, no sabía que hacer conmigo, siempre se reprochaba haberme tenido. Y todo empeoró cuando mi padre, Jonh, nos abandonó para irse con una chica 10 años más joven que mamá.
Nunca recibí atención y eso era lo que me enfadaba. Cuando era pequeño, quería ser el centro de atención. Pero mis padres estaban ocupados con su trabajo y me dejaban a cargo de una niñera.
Kitty mi niñera, cuando yo tenía 10 años ella tenía 19. Por lo usual las niñeras nunca me duraban, porque me deshacía de todas y cada una de ellas. Solía tener 3 niñeras nuevas por semana.
Hasta que llegó Kitty, ella fue la que me dio toda la atención que necesitaba. Cuando ella se fue, volvió toda mi ira que Kitty había calmado con el tiempo.
Al enterarse de mi enfermedad mis padres decidieron llevarme al psicólogo y me internaron por 1 año. Mis padres me mantenían en la clínica para que no llegara a alterarme y sobre todo para no pagar más niñeras.
Ahora que estoy fuera ya estoy listo para volver a lo de antes...

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