XIII

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No se en que momento deje que se abriera paso en mi vida, tan solo se que el simple hecho de tenerlo tan apartado de mi hace que una angustia se clave en mi pecho y no se tranquiliza hasta saber de el. Los últimos días fueron un martirio total, eso ya era de esperarse, pero en todos los tres años, nunca la falta de alguien había causado algo tan grande en mi sistema.

Por primera ves en mucho tiempo sentí pánico y desesperación de perder a alguien, mas, de perderlo a el. Por primera ves n tres años me permití, por al meno tener un capricho, su compañía. No se que es, si es el o mi soledad, si es felicidad o miedo, pero de laguna manera mi cuerpo reacciona a el de manera peligrosa que ni siquiera yo, que soy la dueña de este, logra entender.

Debería estar llorando por Cielo, debería sufrir su partida, debería ponerla a ella ante todas las cosas en estos tiempos; mas, sin embargo, en estos momentos es el miedo a perderlo los cuales me han puesto en un estado máximo de ansiedad los últimos días. Intenté convencerme toda la ansiedad que sentí y sigo sintiendo es por ella y no por el, que las noches sin dormir y días sin comer eran a causa de ella. Pero el recuerdo de Cielo fueron tan solo los inicios de mi ansiedad y depresión, pero, la desaparición repentina de Daniel fue la gota de agua suficiente para ahogarme en mi miseria.

Puede ser berrinche, una manera de olvidar y ser feliz por primera ves en tres años. Pero también quiero pensar que el a llegado a mi vida por causa del destino.


Eran alrededor de las 5 de la mañana, me encontraba sentada en la cama de Daniel, la cual el me había dado para yo poder pasar la noche aquí ya que no deseaba estar sola en la casa, sabiendo que e cualquier momento todo placer llegaría a su fin. Tan solo quería perlongarlo tanto se me fuese posible.

A pesar de el estar durmiendo en uno de los colchones de la sala, el saber que nos encontramos bajo el mismo techo me tranquiliza, especialmente sabiendo que hoy se cumplen tres años, tres malditos años culpa, tres malditos años de sentir pena por mi misma

Todo parecía rutina, nunca la planee tampoco la deseaba, esta los recuerdos tan solo se hacían pasado como si hubiesen sido invitados a casa ajena.

La madrugada de diciembre 23 para todos era un día estresante, ya que Navidad se acercaba, y muchos se la pasaban de compras de ultimo momento. En muchas ocasiones los envidie su angustia, simple y patética. Para mi, el 23 de diciembre era como una ser parte de la misma película todos los años. Me levanto a las 4:45 de manera automática, sin necesidad de alarma, y miro a la nada hasta que el reloj marca las 5:30, luego empieza la cuenta regresiva.


5:25am

Cada ves los latidos de mi corazón se hacían mas presente, ya casi podía sentir el sudor de mis manos y escuchar la pesadez de mi respiración

No quería volver a revivir todo, no podía soportarlo, nunca lo eh hecho. Como siempre, me encuentro arrullándome a mi misma en la cama, en un intento desesperado de bloquear los recuerdos, en un intento desesperado de regresar a tiempos en los cuales nada era difícil, de regresar a los tiempos en los que lo mas difícil era atarse los zapatos, pero por mas que lo intente el tiempo es mi peor enemigo.

Dice que el tiempo te da la respuesta, que eventualmente todo cae en su lugar, yo nunca pude entender de que estaban hablando, el tiempo no ayuda, tan solo destruye. El tiempo tan solo es una cicatriz la cual se hace grande con el pasar del tiempo.

Siempre estuve sola, nunca hubo alguien ahí para mi en esto momentos, nunca nadie supo lo que yo pasaba, lo que yo sentía. Nadie nunca se preocupo por como yo me sentía, siempre fui yo la que se preocupo por ellos, la que intento alegrarlos a pesar de que era yo la victima de imágenes y sonidos de esa noche.

Porque El Destino Nos UnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora