Capítulo Cuatro

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"Prométeme que no te vas a alejar mucho."

"Pometo."

"Por la garrita, Jeongin."

Mi bebé estiró su manito y me mostró su pequeño meñique, yo estiré el mío y entrelacé ambos antes de asentir con la cabeza, dándole el permiso para que salga corriendo hacía los juegos para niños pequeños. Viernes por la tarde, tenía un tiempo para salir a pasear con mi pequeño antes de volver a casa y enviarle las fotos seleccionadas al editor, ya él se encargaba de elegir cuales irían para la revista, y si necesitaba algo más, me lo diría.

Hasta el momento todo marchaba bien, aunque sabía que ese día había tomado el último supresor de los que me regaló Chae y no contaba con el dinero para comprar más, estaba bien, fue una buena semana, quitando el hecho de los primeros días con un celo altamente insoportable, me consideraba lo suficientemente estable en ese momento como para sobrevivir a los idiotas que seguro empezarían a molestarme el lunes por la salida, en la Universidad.

Admiré a mi pequeño caminando hacía la cantidad de niños, Jeongin era un niño tan sociable, incluso en eso mi hijo parecía superarme, aparte del hecho que ya conocía y que Chae me había mencionado hace poco, Jeongin tenía más madera de alfa que nadie, y no podía estar más orgulloso. Mi bebé sería alguien grande.

Sentí que alguien se sentó a mi lado y suspiré, odiaba el contacto innecesario, habiendo tantas bancas en el parque ¿Qué necesidad? Yo había tomado ese día mi último supresor, así que no fue exactamente mi olor, o eso esperaba. Sin embargo, había algo diferente, por el hecho de que estábamos en un espacio abierto, me fue un poco más difícil definirlo, pero eso no evitó que su delicioso aroma entrara a mis fosas nasales y en menos de dos segundos todo mi ser gimiera de puro gusto. Mierda.

"¿Qué haces aquí?" Logré decir, queriendo sonar tan amenazante como un león, aunque un gatito llorando sonaba más peligroso que yo. Lo observé sonreír y aparté la mirada, no iba a enamorarme de esa preciosa sonrisa, o del modo como sus ojos se achinaban un poco y las
arruguitas en sus ojos. Dios, Chan, contrólate.

"Oh ¿Ya no me tratas de usted? ¿Debo sentirme mejor porque tomas confianza?"

"No, yo..." Su tono irónico no me gustaba, pero tampoco puedo decir que me disgustaba, simplemente me dejaba sin habla, y mi omega, bueno, él ya se habría colocado en cuatro en este punto. "¿Me estás acosando? ¿Te debo algo por salvarme ese día?"

"No, al contrario." No comprendí a que se refería, sin embargo no me llamaba la atención hablar, menos cuando cuidadosamente su rodilla tuvo contacto con la mía, enviándome una corriente de placer que pasó tal cual una descarga por todo mi cuerpo. Quise encogerme, desee alejarme de ese contacto pero por el contrario ronronee a gusto, divisando aún a mi pequeño Jeongin a una distancia prudente, hablando de sabrá Dios qué con los pequeños niños que lo rodeaban.

"Woojin ¿Qué...?"

"Chan, mírame." No tardé ni dos segundos en obedecerlo, aunque hubiera deseado lo contrario, anhelaba observar aquellos hermosos ojos que no salían de mi cabeza, o esa boca que me robó el mejor beso de toda mi vida. Su piel, su rostro, de verdad estaba aquí a mi lado, sentado, rozando y frotando suavemente su rodilla contra la mía. "¿Te gustaron las rosas?"

"Sí, gracias."

Mordí y tiré suavemente de mi labio ¿Entonces era verdad? ¿Woojin me estaba cortejando? ¿En este punto debía saltar de alegría o decirle de una vez mi situación para apartarlo lo antes posible y no salir herido? Suspiré y sentí un lado de mí romperse al recordar mi situación, yo no soy material para cuento de hadas, soy Bang Chan, el imperfecto omega. Observé a Jeongin a la distancia y con un ligero silbido lo llamé, él ya conocía aquel suave sonido que tanto había practicado con él, así que me miró y mostró una de sus más hermosas sonrisas, corriendo hacía la banca, casi cayendo al ir tan rápido y lanzándose sobre mí, aterrizando en mi rodilla, así que al fin me separé un poco de Woojin , lo suficiente para acomodarme y sentar a mi pequeño sobre mi muslo contrario.

Woojin nos observaba atento, no dijo nada, no se movió, no preguntó, él solo admiraba a mi pequeño, quien le mantuvo la mirada por unos segundos y luego se encogió en mis brazos, Jeongin no estaba acostumbrado a ver alfas, yo jamás llevaría a alguno a mi casa, no era un buen ambiente para mi pequeño, así que seguramente tantas feromonas lo abrumaron. Incluso enterró su carita en mi pecho, pero aún mirada de re ojo a Woojin, totalmente atento.

"¿Papá?"

Una sonrisa triste se formó en mis labios cuando sentí a Woojin tensarse ante la vocecita de mi pequeño, ante su palabra más bien. Imaginé que no se esperaba algo así, e incluso lo pude sentir analizando mi cuello con cautela, pero siendo algo discreto, digo "algo" ya que es lo que normalmente hacían los alfa cuando se enteraban que tenía un hijo ¿Quién tiene un hijo y no cuenta con una marca de la mordida de pertenencia? Sí, este bicho raro.

"Jeongin, mira, él es Woojin . ¿Recuerdas las rosas del otro día?" Jeongin subió su mirada a mí y
asintió, volviendo a mirar a Woojin después. "Woojin las envió, te gustaron mucho ¿No? ¿Qué se dice?"

"Gacias."

"Y... Uhm, Woojin, él es Jeongin, mi hijo."

Jeongin jamás sería algo de lo que yo me avergonzara, podía odiar mi pasado pero no cambiaría ni una partícula de él si eso me llevaba a no tener al pequeño ángel de mi vida conmigo, e incluso, a pesar de saber que iba a perder al mejor alfa que me había cortejado en lo que llevaba de existencia, era una de las pocas veces que mi omega y yo tuvimos el mismo pensamiento, Jeongin por sobre todo, incluso por sobre aquellas ganas que tenía de lanzarme sobre Woojin y devorarle la boca.

"Mucho gusto, Jeongin. "

Después de eso, permití que mi pequeño se levante para volver a ir a jugar, él al comienzo no lo quería así, pero después de prometerle que pronto iríamos a casa y entrelazar nuestros meñiques, él se alejó a paso lento, a sus cortos tres años ya tenía su sentido protector tan desarrollado. Suspiré cuando me quedé de nuevo solo al lado de Woojin, ninguno dijo nada por los segundos más eternos que me había tocado vivir, así que consideré que lo mejor era empezar a hablar, aunque no tenía idea de que decir ¿Debía contarle mi historia? Quizás él solo esperaba que me levantara y me fuera.

The Perfect Omega [Woochan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora