Dos palabras

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Pues bien, me dieron ganas de pasar este fanfic a wattpad. Lo tengo por ahí publicado/olvidado en Ao3 bajo el mismo título.

Este one-shot tiene ya bastantes ayeres; muchos, muchos años, es antes de Dressrosa, imagínense.

Tengo por ahí otro one-shot también publicado/olvidado en Ao3 bajo el título «No perderé», es igual un ZoLaw o LawZo, dependiendo de cómo lo quieran ver, tiene comedia, mucha comedia y escenas sexosas. Que lo pase o no para acá dependerá de cuánto amor me dejen en este shot. Y no serán suficientes los comentarios de una o dos personas, quiero mucho amor, así que, ustedes dirán.

Todos los personajes pertenecen a Eiichiro Oda.

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—No me siento bien...

La voz más rasposa, sexy, sensual, erótica, sugestiva y detonante de las mas grandes fantasías yaoi en el mundo de One Piece, se escuchó por entre los pasillos del Sunny. Mi amado Trafalgar Law (chiquito-rico-papi), trataba de llegar al camarote de hombres; y digo trataba porque ya se había equivocado de camino dos veces, regresado una, caído tres y, casi, dormido en el suelo cuatro. Mi amado Trafalgar Law no se encontraba bien.

—No me siento bien... —¿Ven? Se los dije.

¿Y por qué este monumento a la sensualidad, con ojeras incluidas, no se sentía bien? Para saber eso hay que regresar unas cuantas horas antes...

».«

Como era costumbre en la tripulación de los mugiwara, siempre se buscaba una excusa para entrar en calor y hacer fiesta; las razones eran tan diversas como estrellas en el cielo, hasta ese era un buen pretexto: porque hay estrellas en el cielo. El chiste es que por ese día sí tenían una buena razón para abrir los barriles de sake y comer como si no hubiera un mañana. ¿Cuál era el motivo? La incursión de un nuevo amigo así como su bienvenida al Sunny: Trafalgar Law (chiquito-rico-papi).

Con su característico instinto nato y de nacimiento para la fiesta, Law estuvo más que de acuerdo en mandar a todos los mugiwara a un viaje sin retorno derechito (y sin escalas) al infierno; cosa que hubiera hecho de no ser porque estaba en desventaja de diez a uno (igual y el barco era kamikaze y se hundía con él). Por ese mismo motivo, no le quedó de otra más que aceptar su bienvenida y la grandiosa celebración que eso conllevaba.

Law se quitó el abrigo dejando ver ese espigado, sexy, erótico y carnal cuerpo que lo caracterizaba; se acomodó las plumas de la bufanda y dejó que su estilista personal llamado viento, le arreglara el peinado; suspirando como si caminara derechito al juicio final salió a la cubierta (obviamente su estilista entró por la ventana) donde lo esperaba algo peor que el Apocalipsis del Nuevo Mundo: ¡los mugiwara!

Con un par de payasos que se hacían los graciosos poniéndose palillos en la nariz mientras que posaban de manera tan ridícula a la orden de otro payaso, ante las risas de las dos mujeres y el poco creíble mando de su capitán que trataba en vano de imitar a sus nakamas y que por culpa de los tremendos trozos de comida que se llevaba a la boca le era imposible. De fondo la alegre y colorida música que amenizaba el ambiente solo interrumpida por los repentinos golpes que la navegante le daba al violinista cada que este se acercaba a preguntarle algo. Y en una esquina el espadachín y el samurai bebiendo en cantidades por de más exageradas sin verse los efectos del alcohol en ellos.

Solo dos palabrasWhere stories live. Discover now