Capítulo 3

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Chantal

–Parece que a alguien le gusta soñar conmigo.

–¿Qué haces aquí? Sal de mi cabeza, idiota.

–Cuida el lenguaje, señorita, a tu mami la encargada no le agradan las malas palabras.–risa burlona a continuación.

Me despierto con la respiración agitada, un poco sudorosa, volteo mi vista para ver todo a mi alrededor; sigue todo oscuro.
Reviso mi celular y veo que son las dos de la mañana.

Este estúpido no me deja dormir.

Ilumino la habitación con la linterna de mi teléfono y veo a Ada dormir como la chica dulce y tranquila que es.

Bueno, no tanto, la chica ronca como un gorilla.

Pero se ve que está cómoda.

Salgo de la habitación, la cual por cierto, es bastante espaciosa, es muy linda, tiene un baño y un armario, por lo tanto tenemos que compartirlo entre las dos, y dos camas individuales con las sábanas moradas, que por cierto son muy cómodas.

No es que ame estar aquí, en realidad sigo procesándolo, pero ya me resigné a que esto es lo que viviré a partir de ahora.

Al salir de la habitación, trato de hallar la habitación del idiota de ojos verdes.

Me va a escuchar.

Después de tres toques a su puerta, esta se abre.

Axel está parado en la puerta, tiene pantalones de pijama y una camisa blanca que se le pega al cuerpo.

Cierra la boca que entran moscas, Chantal.

–Yo también creo que te ves muy bien en esa pijama.– una sonrisa ladina aparece en su rostro.

¿Puede leer mi mente?

–No te estoy leyendo la mente, pero tienes unas expresiones muy obvias. Eres fácil de leer.

¿Es enserio?

Frunzo el ceño molesta, entrecerrando los ojos.

–No vine para platicar, vine para reclamarte el hecho de que no me has dejado dormir en toda la noche, no has parado de molestarme en nuestros sueños.
Así que te pido que dejes de hacerlo.

Axel sonríe y se cruza de brazos apoyándose en la puerta.

–No lo haré.–dice son sencillez

–¿Disculpa? Creo que no te oí muy bien.– una oportunidad, una sola oportunidad le daré para retractarse antes de que mi puño choque contra su cara.

–Dije– se acerca más a mí.– que no lo haré.– me mira desafiante. Son pocos los centímetros que nos separan.

Listo, acaba de colmar mi paciencia.

La Chantal dulce y pacífica acaba de irse de vacaciones.

–Escúchame bien–me acerco aún más, si es que es posible.–Tú crees que eres el líder acá, te crees superior al resto de nosotros solo porque eres...– no hallo que decir. ¿Cuál insulto es lo suficientemente bueno para ofender a un chico como este?

–Soy...?–sonríe, sabe que está ganando.

Escucho una puerta cerrarse de un portazo.–¡Hey! Ustedes, ¿qué  hacen despiertos a esta hora?– es uno de los guardias.

Una de las reglas, además de no usar nuestros poderes, era que debíamos mantenernos en nuestras habitaciones después de la cena y antes del desayuno.

Cicatrices de EranesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora