Federico

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(Vean la nota del final)

"Ningún ser humano puede acceder a todo el conocimiento" -Platón


–¡Fede! te he llamado cinco veces ya, no querrás ver qué pasa a la sexta.– y tenía razón, no quería saberlo, la señora Olga podía llegar a ser un grano en el culo si se lo proponía, pero ya estaba acostumbrado, y no me molestaba, de hecho, ella y el señor Maurizio eran realmente buenas personas, y yo les debía mucho, a ellos y a mi tía Franchesca, como amaba a esa mujer.

Un poco irritado por la insistencia de la señora Olga al final contesto:

–¡Ya voy!– dicho esto, me encaminé a la cocina, había estado toda la mañana leyendo un libro de fisiología, uno de mis favoritos de hecho.

Los libros en verdad me consumen tanto que no me di cuenta que se hicieron las dos de la tarde, y Olga tenía la comida lista, su famosa focaccia, si en algo era buena era en la cocina.

–Esto huele delicioso.– le dije a Olga aspirando el olor de la comida y cerrando los ojos.

–Bueno, es que hoy es un día especial querido, cumples 20 años, ¿no te gustaría salir con tus amigos?–puso sus manos en mis mejillas como normalmente lo haría, al hacer la pregunta pude recibir un grado de curiosidad excesivo, ella siempre ha querido que socialice más, claro que yo siempre me he negado.

–Nonna...–dije con tono acusador–sabes que esas cosas no son lo mío, yo disfruto de mi soledad, además, todas las personas de mi edad son unos idiotas, solo piensan en fiesta, alcohol, y ni hablar de otras cosas...– dije mirando hacia otro lado en forma de "no pienso hablar de sexo con una señora de 60 años".

–Así deberías pensar tú también muchacho– habló una tercera voz, este era Maurizio que venía bajando las escaleras– son las cosas acorde a tu edad, no me explico como un chico de 20 años, tiene una mentalidad más anciana que la mía, ¡y yo tengo 70 años!, es decir no me molesta que seas increíblemente inteligente, pero deberías...–las palabras no terminaron de salir de su boca ya que el timbre de la casa sono, los tres volteamos a ver la puerta, Maurizio volvió a verme entrecerrando los ojos– salvado por la campana– dicho esto, caminó hacia la puerta, cuando se asomó por la ventana para ver quién era mi salvador de escuchar el mismo sermón de siempre, abrió la puerta para dejar ver a mi tía Franchesca, ella venía cuatro veces a la semana para comer con nosotros, siempre traía postre, se dedicaba a ser repostera, esta vez tenía en las manos un tiramisú.

–Maurizio, pude escuchar desde afuera como acosabas al niño con tu sermón de siempre, déjalo en paz, a él le gusta ser un nerd.– se burló de mí y yo reí un poco sin dejar de fulminarla con la mirada, Maurizio no dijo más nada ya que sabía que contra Franchesca no ganaba nadie, todos podemos jurar que en vez de ser repostera debió ser abogada.

–Bueno, suficiente de tanta charla, la comida se va a enfriar.–Esa fue Olga histérica por la comida, ella era chef, de hecho, ella y Franchesca eran amigas desde que hicieron un curso de reposteria juntas hace 20 años, justo cuando yo llegue a la puerta de Maurizio y Olga, ellos no sabían que hacer conmigo, pero Franchesca los convenció de quedarse conmigo ya que se había "enamorado" de mis ojos azules, ellos aceptaron y desde entonces Franchesca se convirtió como en parte de la familia.

A Maurizio y Olga les digo nonos, ya que quitando el hecho de que me criaron como su único hijo, tenian la edad para ser mis abuelos, y desde que nací los veo de esa forma; como mis abuelos.


–Fede, ¿yuju? ¿estás ahí?– Francesca mueve su mano frente a mis ojos, sacándome de mis pensamientos.

–¿Qué? ah si, dime– volví de mi mundo particular. Toda la vida he sido distraído ya que, siempre estoy pensando cualquier cosa, soy muy callado por esa misma razón: prefiero pensar que hablar, es más fácil y mejor, de hecho...técnicamente en este momento en el que cuento esto, no estoy hablando, estoy pensando, solo que comparto mis pensamientos contigo, las personas inteligentes y astutas generalmente hacen eso; piensan, es como hablar contigo mismo.

Cicatrices de EranesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora