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Para llegar al cuarto de contención había que atravesar el taller y laboratorio. Antonio observó a una de las viejas armaduras siendo manejada por la I.A. mientras acomodaba agua embotellada en un minibar junto a la puerta del cuarto que sería destinado a Hulk o un supersoldado. Ella sería la encargada de mantener hidratado y alimentado al ebrio aquel que estaba actualmente sedado y con suero. Además que estaba atado a la cama para evitar que se quitara el suero o intentara cualquier otra estupidez.

—Mmnn...— levantó una ceja al notar que ese ebrio estaba removiendose en su sitio, el efecto del sedante acabando.

—¡Despertaste!— sonrió viéndolo altivo, evitando reír por la expresión de desconcierto y pánico en esa versión patética cuando comenzó a despejar su mente y se daba cuenta de su situación.

—¿Qué...?

—Shh... No hables, tu voz me irrita.— lo calló y se cruzó de brazos. En realidad el solo observarlo lo irritaba. —Mira, así están las cosas, resulta que caí en éste mundito mediocre por error y descubrí que necesito vacaciones. Por eso me quedaré, no por mucho tiempo, pero el suficiente para que talvez te desintoxiques y que me relaje para volver a mi mundo.

—No p-puedes...

—¿No puedo? Por supuesto que puedo, ya lo estoy haciendo— se encogió de hombros, otra vez el sueño estaba atacando al hombre en la cama, se giró para salir. Pero antes de hacerlo se giró nuevamente —Y créeme que voy a divertirme con tu prometido— eso despertó al hombre, logró una reacción. —Oh... Lo siento, es tu ex prometido.

Al salir la I.A le informó que Steve estaba ingresando a la propiedad, sonrió con anticipación. Llegó a la entrada de la mansión contenido una sonrisa, hace tiempo que no se permitía hacer algo por el simple hecho de querer hacerlo. Había un picor de anticipación sobre toda esta situación, sabía que esperar pero aún así estaba ansioso. Después de todo se trataba del Capitán América.

Por mucho tiempo lo vió como a un enemigo, despreciable y lo único que le causaba era ira. Pero ahora...

—Hola Tony— se notaba que el rubio estaba nervioso.

Un adorable fortachon.

—Hola— se acercó notando que esta vez no había un bolso junto al soldado, su intención obviamente no era quedarse y solo acudió a su llamado.

—¿Qué sucede? Pensé que estabas manejando todo bien...— y ahí estaba la mirada preocupada que esperaba. Su señal para comenzar a actuar como el patético ser que se encontraba escondido en el cuarto de contención. —¿Tony?¿Qué está mal?

—Estaba todo bien— se encogió un poco, una postura que era tan contraria a la habitual y que lo hacía sentir un idiota, pero era necesario para lograr lo que buscaba —Pero... Después que te volví a ver me di cuenta que te extraño. No me gusta admitir que... Steve, no creo lograr seguir haciendo todo ésto de la sobriedad solo.

Bien, esperaba que el tono y postura patética valieran la pena porque actuar de esta manera le hacía revolver el estómago. Evitó fruncir el ceño cuando vio que Steve suspiró aliviado y sonrió levemente, culpa y la instantánea servidumbre no pasó cómo esperaba.

—Oh... Es normal, no te preocupes Tony. Puedo ir por tu padrino.

¿Qué?

Steve ya estaba sacando su celular, un insulto en su opinión al ver que era un dinosaurio. Su versión alcohólica lo sorprendía de nuevo al permitir que esa cosa horrorosa estuviera en manos de su pareja. Pero ese era un problema menor, ahora su problema actual era que el idiota Rogers entendió todo mal y estaba por llamar a un desconocido.

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